El anuncio de que la inflación en
Bélgica ascendió en mayo al 5,21%, la cifra más elevada
desde 1985, está generando alarma en el país, cuyo singular sistema
de indexación salarial se enfrenta a fuertes críticas.
En Bélgica los salarios del sector público, y por contagio
también los del sector privado, se revisan periódicamente de forma
automática, incluso cada mes en algunas ramas de actividad, a medida
que los precios ascienden.
El mantenimiento de este mecanismo, que protege el poder
adquisitivo de los empleados, es objeto de disputa entre sindicatos
y organizaciones patronales, las cuales han renovado su petición de
que se abandone o adapte el sistema por el deterioro de la
competitividad de las empresas que provoca.
"La inflación somete a las empresas a un riesgo doble, dado que
suben tanto los costes de gasóleo como los salariales", explicó
en la televisión pública flamenca VRT el director general de la
Federación Empresarial Belga (FEB), Pieter Timmermans.
"Además, la indexación automática fomenta la inflación, por lo
que corremos el peligro de acabar en un movimiento descendente en el
que las empresas perderán competitividad, tendrán que despedir a
empleados y la población terminará empobreciéndose", añadió
Timmermans.
La FEB quiere introducir por esta razón un margen de aumento
máximo que se fije cada uno o dos años para que los patronos puedan
prever los aumentos en sus presupuestos, pero los sindicatos se
oponen a esta propuesta.
Será uno de los puntos más calientes de las negociaciones
interprofesionales que comenzarán este otoño, según predice el
diario "Le Soir".
La inflación también tendrá consecuencias para el presupuesto del
Gobierno belga, especialmente por el aumento de las ayudas sociales
y de los salarios en el sector público.
Pese a lo aparatoso de la subida de la inflación, una de las más
altas de la Eurozona, el ciudadano belga no ha perdido poder
adquisitivo a largo plazo, según un estudio llevado a cabo por un
experto económico citado hoy por los diarios "L'Echo" y "De
Standaard".