Con los anuncios del Día de la Liberación, posteriores pausas arancelarias y marcos de acuerdo de por medio, el experto en política arancelaria de The Heritage Foundation, Andrew Hale, analiza la política comercial desplegada por el Gobierno de Donald Trump, cuestionando varios de sus aspectos.
Aunque a su centro de estudios conservador se suele percibir como cercano al ideario republicano, en entrevista con DF critica el marco legislativo que se está empleando para imponer los gravámenes, la metodología usada para las tarifas recíprocas, el arancel base de 10% y los efectos que todo esto tiene sobre la relación de los socios de Estados Unidos con China.
Eso sí, Hale es partidario de un enfoque duro con Beijing, contexto en el que anticipa importantes dilemas para quienes se disponen a negociar con Washington.
“Me preocupa que estos aranceles dañan el liderazgo global de EEUU y socavan el progreso en cadenas de suministro fuera de China. Esta guerra comercial podría empujar a nuestros aliados hacia China”.
- ¿Cómo evalúa la política arancelaria de Trump hasta este punto?
- En su primer mandato, el Presidente Trump se guió mucho por Robert Lighthizer, quien estaba en la Oficina del Representante Comercial de EEUU y se basó mucho en los aranceles 301 (prácticas desleales), 201 (amenazas económicas) y 232 (seguridad nacional), que están a disposición del Presidente.
Pero también estaba negociando acuerdos de libre comercio bajo la autoridad de promoción comercial que le otorgaba el Congreso (a petición de Barack Obama en 2015 y expirada durante el Gobierno de Joe Biden en 2021). Trump necesita esa autoridad para negociar acuerdos de libre comercio integrales, pero no creo que quiera pedirle ese favor al Congreso. Sé que hay congresistas que están intentando otorgársela y será interesante ver si eso ocurre. Pero, actualmente, está intentando negociar sin eso, lo que tiene limitaciones.
Por otra parte, ahora también está usando la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), siendo el primer Presidente en hacerlo. La palabra “arancel” ni siquiera aparece en esa ley, nunca se había usado para eso. Un juez requerirá que se declare una emergencia genuina para que sea válido.
Puedes declarar una emergencia en la frontera con México por el fentanilo o la migración, pero un juez podría preguntarse cómo se relaciona un arancel al acero con una crisis migratoria. Por ejemplo, en la frontera con Canadá no hay una emergencia de ese tipo, la mayoría del fentanilo viene de México y en realidad ellos atraen migrantes porque ofrecen beneficios. Así que no creo que sea una emergencia genuina.
Ya hay siete demandas judiciales contra esta administración por el uso de la IEEPA. Algunas son de grupos conservadores, como el de Philip Hamburger. El caso podría llegar a la Corte Suprema y tomar más de dos años. Creo que un juez, eventualmente, dirá que fue un mal uso de la ley. Pero mientras tanto, Trump la seguirá usando para imponer aranceles. Eso contrasta con su primer mandato, cuando usaba los procedimientos normales.
“Los republicanos quieren mantener el control del Congreso y necesitan datos económicos positivos. Los aranceles podrían provocar recesión, así que puede haber moderación antes de las elecciones”.
China presente en toda negociación
- Como política arancelaria, ¿está cobrando sentido para usted? Tras el Día de la Liberación todo parecía muy caótico.
- Sí. Yo pensaba que Lighthizer iba a liderar la política comercial de nuevo, pero no ha vuelto, al menos por ahora. Ahora Peter Navarro tiene una voz mucho más fuerte.
En cuanto a los aranceles del Día de la Liberación, se basan en una premisa falsa. No son recíprocos. Dijeron que calcularon aranceles y barreras no arancelarias, pero no lo hicieron. Solo tomaron el déficit comercial bilateral y lo dividieron por nuestras exportaciones a ese país. Esa metodología es errónea.
No me preocupa tanto el déficit comercial como a otros, porque es el reflejo de la demanda por nuestros activos. Tenemos superávit de cuenta de capital, lo que implica un déficit en cuenta corriente. Es decir, nuestro déficit es un superávit de inversión. Y deberíamos celebrarlo, no denigrarlo.
También me preocupa que estos aranceles dañan el liderazgo global de EEUU y socavan el progreso en cadenas de suministro fuera de China. Esta guerra comercial podría empujar a nuestros aliados hacia China. En negociaciones con México, por ejemplo, se dice que la Presidenta (Claudia) Sheinbaum estaría dispuesta a imponer los mismos aranceles a China que EEUU.
También, en el acuerdo marco con Reino Unido firmado la semana pasada, se menciona a China y la necesidad de evitar que cadenas de suministro pasen por ellos o sus satélites. Trump no tenía buena relación con (Justin) Trudeau. Cuando se le pidió a Canadá imponer los mismos aranceles que EEUU a China, respondió: “Si van a tarifar nuestros productos, tendremos que vender a China”. Así que estos aranceles fueron también una guerra contra nuestros aliados, no solo contra adversarios.
Si queremos que Países Bajos no transfiera tecnología crítica de chips a China, o que Australia compre submarinos nucleares a EEUU, no deberíamos poner aranceles a sus productos. Ese era el enfoque de Lighthizer en su libro No Trade Is Free. Hay que tener cuidado. Estos son los aranceles más altos en más de 100 años. Los aranceles McKinley llevaron a una depresión, los de Harding a una recesión, y los Smoot-Hawley prolongaron la Gran Depresión. No repitamos ese error. Las empresas necesitan certeza para invertir, y esta situación está creando incertidumbre.
- ¿Qué lecciones deja el marco de acuerdo con el Reino Unido?
- El primer ministro Starmer ha adoptado el enfoque correcto con Trump. No respondió con amenazas de represalias como la Unión Europea. Fue a la Casa Blanca, evitó temas controversiales. JD Vance insertó el tema de la libertad de expresión en el Reino Unido, pero Starmer mantuvo todo en tono positivo. Le entregó al Presidente Trump la invitación para una visita de Estado al Castillo de Balmoral en Escocia para reunirse con Su Majestad el Rey Carlos II. Todo muy diplomático.
El embajador británico dijo que esto es solo el comienzo. El documento marco no es un acuerdo vinculante, pero abre la puerta para discusiones sectoriales futuras. Lo están presentando como una gran victoria, pero no lo es. Solo se enfocó en sectores pequeños. Y no responder con represalias, como hizo la UE, es lo correcto. Si no, puede escalar a una guerra comercial.
Están hablando de crear un impuesto de ajuste fronterizo, como el IVA europeo o el GST en Canadá. Trump ve esos impuestos como aranceles, aunque técnicamente no lo son. Pero si se aprueba un impuesto así (del 5% al 7%), él podría presentarlo como una victoria, reemplazando el arancel del 10%.
- En línea con las tratativas sobre la relación del Reino Unido con China, ¿qué podría pedir EEUU a Chile?
- EEUU quiere que los países reduzcan su dependencia de China. Algunos deberán elegir entre alinearse con EEUU o con China. Vengo de una tradición de libre comercio, pero no con adversarios autoritarios como China. Usan trabajo forzado de uigures, roban propiedad intelectual, se esconden tras el sistema de la OMC como país “en desarrollo”. Fue un error dejarlos entrar.
En lugar de liberalizarse, se han vuelto más autoritarios. Las empresas que operan en China deben tener células del Partido Comunista si hay más de tres miembros del partido. Eso es una amenaza para la seguridad nacional. Espero que los negociadores chilenos lo tengan en cuenta.
- Sin embargo, EEUU ha matizado sus declaraciones sobre China, indicando que no quieren un “embargo” entre ambas naciones. ¿Se puede descartar un desacoplamiento en este punto?
- Eso está por verse. Se ha pausado el arancel de 145% y los mercados lo celebraron. Pero los republicanos quieren mantener el control del Congreso y necesitan datos económicos positivos. Los aranceles podrían provocar recesión. Así que puede haber moderación antes de las elecciones (de 2026).
- ¿Qué temas dominarán la próxima ronda de negociaciones entre ambos países?
- Propiedad intelectual, manipulación de divisas, trabajo forzado, entre otras prácticas desleales. No hubo concesiones aún, solo un marco para futuras negociaciones y una pausa temporal en aranceles. Veremos si hay avances reales.
- En toda negociación hay concesiones. ¿En qué podría ceder EEUU ante China?
- Eso depende. Si los estadounidenses ven escasez y alzas de precios, será un factor. Habrá elecciones en 2026. Trump no querrá perder el Congreso. Tal vez propiedad intelectual y trabajo forzado estén en el centro de la agenda. Pero China ni siquiera admite que hace estas cosas, así que es difícil negociar. Xi es un ideólogo marxista, poco proclive a negociar. Veremos si esta vez están más abiertos.
- ¿Cree que los aranceles se mantendrán en los niveles actuales por un largo tiempo?
- Hay distintos niveles según el país. No estuve de acuerdo con que Suiza tuviera los mismos que Brasil, siendo una economía libre. Basaron todo en el déficit. Ahora, con el acuerdo con el Reino Unido, parece que reducirán algunos, pero mantendrán el 10% como base. Ojalá eso desaparezca. Se podría reemplazar con un impuesto de ajuste fronterizo, del 5% al 7%.