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Jorge Navarrete: “Pensar que la presidencial es carrera corrida es contribuir a una parálisis de ideas y liderazgos”

A su juicio, el que el presidente Piñera no se refiriera a la derrota “denota su escaso compromiso con el sector que lo llevó a La Moneda y la negación de su evidente responsabilidad” en los negativos resultados.

Por: | Publicado: Miércoles 31 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Patricia Arancibia Clavel



Jorge “Pirincho” Navarrete Poblete (42) es abogado de la Universidad Diego Portales con postgrado en Derechos Fundamentales y Filosofía Política. Panelista y columnista, militante demócrata cristiano y ampliamente respetado por su calidad humana, seriedad argumental y profundidad de análisis. Acaba de publicar junto a Ernesto Ottone el libro “Debatiendo sin ira. Entre la crítica y la esperanza” donde examinan el pasado, presente y futuro de la centroizquierda chilena. Para hablar del presente y de las municipales del domingo, nos recibe en la oficina de abogados Del Río Izquierdo, donde es socio.

- ¿Quiénes son los verdaderos perdedores de esta elección?

- Claramente tres. La centroderecha, no en números globales sino en relación a cómo se iba a medir esta elección: el resultado de siete u ocho comunas emblemáticas. El otro gran perdedor es la participación democrática. Hay que poner mucha atención a lo que está ocurriendo, que es un síntoma más del deterioro de la clase política y la distancia que genera con los ciudadanos. América Latina es un buen ejemplo de cómo las peores tragedias, lo más tristes experimentos, fueron siempre antecedidos de un momento en que los ciudadanos se retiraron del espacio público, dejando en manos de pocos lo que nos concierne a todos. Y un tercer gran derrotado son las encuestas. Como ciudadanos debemos exigirles explicaciones a muchas personas, empresas y medios de comunicación. No me compro las tesis conspirativas, pero aquí hubo falta de rigor y poca transparencia en una cuestión que compromete la fe pública, en la medida que influye y distorsiona la voluntad soberana. Alguien tiene que pagar esta cuenta, aunque sea para evitar que se repita en el futuro.

- ¿Y los ganadores?

- La oposición se anota un triunfo, sobre todo en términos comparativos, porque siempre se gana o pierde en relación a otro. En segundo lugar, y pese a que hubo menos mujeres electas alcaldes y concejales, el triunfo de Tohá, Errázuriz y Fernández, son un estímulo a la mayor igualdad de género, especialmente en la política y el espacio público. El tercer gran ganador fue el cambio. Pese a que muchos candidatos iban a la relección, y siendo ésta una gran ventaja, los aspirantes lograron romper la tradicional inercia de los incumbentes.

- ¿Debe el gobierno asumir su responsabilidad frente a los malos resultados de su sector?

- El Presidente de la República no sólo es Jefe de Estado y de Gobierno, sino también de la Coalición. La contundente derrota del sector político que sustenta a su gobierno es un hecho que no puede eludir. El que esa noche Piñera se haya dirigido al país en cadena nacional y no haya dicho nada respecto de esta cuestión, denota el escaso compromiso que ha tenido para con el sector que lo llevó a La Moneda y la negación de su evidente responsabilidad en esta derrota.

- Al parecer, Golborne quedó muy herido por su apoyo a Zalaquett…

- Por una cuestión más vinculada al azar que al diseño, Allamand es percibido como un dirigente menos comprometido con esta derrota. En cambio, Golborne puso su patrimonio político a disposición de varios candidatos, arriesgando incluso un severo reproche de la Contraloría por el incidente de Recoleta, resultando tercera su opción en dicha comuna, y perdiendo Zalaquett después de un bochornoso episodio donde se repartieron un balcón que todavía no ganaban en las urnas.

- ¿Cómo explicar que un buen gobierno en términos de cifras económicas y avances sociales tenga un resultado electoral tan precario?

- Pese a dichos resultados, objetivamente satisfactorios, este gobierno nunca comprendió la magnitud de los cambios que se han producido en Chile en los últimos años, despreciando la lógica política y la importancia del componente emocional de la dinámica pública. La gran paradoja, es que hoy no hay nada más objetivo que lo subjetivo. De igual manera, e intentado replicar la antigua lógica empresarial del sector privado, pusieron toda la atención en los resultados, descuidando los procesos, las formas y las maneras. La poca participación, a ratos la indolencia y la soberbia, han pasado una cara cuenta. La enseñanza es clara y precisa: el método es el mensaje. Y eso vale tanto para el Estado, como para las empresas y el sector privado.

- ¿La abstención es una crítica a la política, sus instituciones y representantes?

- Pongamos esto en un contexto. La persona que más votos ha sacado para la derecha en la historia de Chile fue Lavín en el ´99, con un discurso que hablaba de “los problemas reales de la gente”. Seis años después, nuestra primera Presidenta mujer hacía ingreso a La Moneda con la consigna del “gobierno ciudadano”. Cuatro años más tarde, un joven de 35 años, Enríquez-Ominami, ponía en jaque a la coalición de gobierno e incluso a la oposición, transformándose en una suerte de niño símbolo del deterioro de la clase política. ¿Qué denominador común hay en esos tres casos sino es el profundo deterioro de las estructuras de intermediación formal entre el poder y los ciudadanos: es decir, la política y sus partidos? La gradualidad de este problema ha conspirado para que no dimensionemos su gravedad y corrijamos a tiempo.

- ¿Y, qué habría que hacer?

- Hay varios problemas. El primero se refiere a la oferta electoral. Necesitamos una dinámica política más competitiva, con un sistema electoral proporcional, financiamiento de la actividad pública, reforma de los partidos políticos y mayores mecanismos de participación ciudadana, como las primarias o incluso el plebiscito. Por el lado de la demanda, se cometió un grave error con la voluntariedad del voto. A diferencia de algunos oportunistas de última hora, somos varios los que desde hace muchos años venimos alertando sobre los peligros de considerar el sufragio sólo como un derecho y no un deber.

- ¿Cuáles son esos peligros?

- Primero la elitización del sufragio, en la medida que sólo los sectores más pudientes sienten que tienen algo que defender. Segundo, la mayor polarización del debate público, ya que obviamente la oferta política se dirige hacia aquellos que resulta más fácil movilizar. Lo primero, afecta a la legitimidad y lo segundo, a la gobernabilidad del sistema. Pero además, en tercer lugar, se profundizan y multiplican prácticas que distorsionan la soberanía popular, como son el acarreo o el cohecho, y para que decir de la influencia del dinero en la dinámica electoral. Por último, caen las tasas de participación electoral, lo que redunda en menos densidad democrática y deslealtad para con el sistema. Fue muy irónico escuchar al Presidente como, la mañana del domingo, vaticinó una participación histórica y, por la tarde, se lamentaba de la alta abstención y nos recordaba que el sufragio es un deber. Eso creemos algunos, pero no quienes promovieron el voto voluntario.

- Pero, ¿hay ambiente y voluntad para repensar el voto voluntario?

- Es tarde. Esta fue una reforma largamente discutida. Se promovió con Lagos, Bachelet la continuó, Piñera hizo de ésta una bandera de campaña y Enríquez-Ominami condicionó su aprobación para apoyar a Frei en segunda vuelta. La verdadera razón por la cual la clase política transversalmente apoyó esto fue porque no tuvo el coraje de decirle a los ciudadanos una cuestión incómoda, impopular, pero indispensable para la vida en comunidad: así como se tienen derechos, también hay deberes y responsabilidades. ¿Y ahora qué?, ¿volver atrás?, ¡paremos la chacota! Este episodio revela algo todavía más preocupante y que se refiere a la improvisación y falta de rigor para decidir importantes cuestiones de política pública.

- ¿Qué pasa si el 61% de abstención se proyecta hacia las presidenciales y parlamentarias? ¿Qué legitimidad puede tener cualquier gobierno en esas condiciones?

- El principal problema de la falta de participación no tiene tanto que ver con la legitimidad de origen, sino con la de ejercicio. Es decir, el principal problema no es ganar sino gobernar. Lo que se ha evidenciado en estos dos años, es como una parte importante del debate público se está dando en la calle o en medios de comunicación, y no en los espacios políticos tradicionales. Los políticos dejaron de hacer política y ésta se está haciendo en otros lugares. El problema es que la buena política está en el punto intermedio entre el voluntarismo y el populismo. Es indispensable escuchar a los ciudadanos y recoger sus demandas, pero también hay que priorizar, canalizar y conducir. En definitiva, hay que gobernar. La enfermedad que tenemos por las encuestas es sólo un síntoma de algo más grave: creer que ganaremos el favor de los votantes sólo por abrazar cuanta causa ciudadana exista, sin preguntarse por su legitimidad, viabilidad o justicia.

"No veo cómo la estrategia de la izquierdización nos pueda llevar al triunfo"

- ¿Cómo ves a Bachelet en este nuevo escenario?

- Hay muchos que han querido dar por clausurado este debate. Después del domingo, quizás sean todavía más. Sacar conclusiones definitivas puede ser algo peligroso. Las últimas tres elecciones presidenciales se han ganado por menos de 250 mil votos. Quien piense que ésta es una carrera corrida no sólo mira mal el escenario, sino que contribuye a una parálisis en la generación de nuevas ideas y liderazgos.
- ¿Tienes temor a que se duerman en los laureles?
- Negar el liderazgo y la popularidad de Bachelet sería tapar el sol con un dedo, pero me preocupa que este resultado electoral profundice una tendencia que se advierte hace tiempo en la Concertación, como si lo más importante fuera ganar y no responder a la verdadera y definitiva pregunta: ¿para qué?
- Algunos creen que se puede reencantar a la ciudadanía con un viraje a la izquierda...
- La Concertación perdió porque abandonó su principal capital político, a saber, las mayorías ciudadanas. Para volver a conectar con el Chile real, hay que recuperar temas que gratuitamente se le regaló a la derecha: la familia, seguridad ciudadana, el empleo, o el emprendimiento, por nombrar los más importantes. Son los sectores medios y moderados quienes deciden una elección, por lo cual, salvo se redefina la lógica matemática, no veo como la estrategia de la izquierdización nos pueda llevar al triunfo. Más bien, todo lo contrario.
- ¿La DC como partido puede sentirse satisfecho con los resultados?
- Prematuros fueron los anuncios respecto a la muerte de la DC, que es el tercer partido más votado de Chile. El pacto PS-DC supera ampliamente al que representaba al PPD-PR-PC, derribando varios mitos sobre el rumbo que tomaría la Concertación. Un proyecto de prosperidad y gobernabilidad para los próximos años pasa por refundar la alianza entre el centro y la izquierda, tomando lo mejor de la tradición socialcristiana y socialdemócrata. A partir de ese núcleo es que obviamente deben abrirse las puertas y ventanas para configurar una mayoría social y política.
- ¿Una mayor izquierdización de la Concertación animaría a la DC a acercarse a RN?
- Difícil. El pasado de la DC muestra claramente cual ha sido su inclinación en cuestiones económico-sociales: reforma agraria, sindicalización campesina, promoción popular, chilenización del cobre, etc. Más allá del rol que jugó en la UP, seguirá siempre más cerca de la izquierda que de la derecha. Hay también una experiencia con un pasado reciente de nuestra historia, me refiero al régimen militar, que mantendrá la distancia en varias generaciones. Lo que hoy debe hacer la DC es encontrar su espacio y justificación política en la modernidad, contribuyendo simultáneamente, a cambios que tiendan a una sociedad más libre, justa y solidaria, pero al mismo tiempo éstos se puedan materializar en forma realista y con responsabilidad.

Las lecciones de Providencia
- ¿Hasta qué punto el "bullying" hecho a Labbé, fueron puntos a favor de Josefa Errázuriz?
- La elección en Providencia fue una contienda muy politizada, con una fuerte carga simbólica y con una épica similar al plebiscito de 1988. Labbé no fue un mal alcalde, por el contrario. Su gran pecado, junto a menospreciar a su contendora, fue hacer gala de un estilo donde parecía privatizarse el espacio público. De esa forma, todo lo vertical, tosco y autoritario del ex Coronel, se contrapuso con la transversalidad, apertura y pluralismo que exhibió Errázuriz.
- Errázuriz ganó en primarias a la Concertación. ¿Qué te dice eso?
- Hasta antes de dicho evento, ella era una figura desconocida en el país, incluso por importantes sectores de su comuna. Gana la primaria, se produce un debate de ideas, forja su propio liderazgo, es finalmente apoyada por los otros partidos políticos, y finalmente derrota a quién parecía la "Cordillera de Los Andes" de Providencia. Las lecciones están a la vista: primero, la primarias son importantes y necesarias; segundo, y como dice el popular refrán, de atrás pica el indio; tercero; nadie es imbatible en política. Para quienes apoyamos las opciones políticas de Claudio Orrego, es una buena y esperanzadora noticia constatar que los liderazgos también pueden consolidarse en la mitad de la refriega electoral.

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