Es media tarde y a Oscar Landerretche se le ve contento de vuelta como académico en la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile. Su oficina da cuenta del cariño que le tomó a la minería tras su paso por Codelco, con unos afiches de 1972 enmarcados que anuncian la nacionalización del cobre. Frente a su escritorio cuelga un hermoso y colorido textil colombiano, que le recuerda sus años durante el exilio en ese país y a sus espaldas un cuadro que pintó una amiga y aparece él con sus tres libros económicos de cabecera de Keynes, Marx y Ricardo.

Confiesa que se está tomando un tiempo para pensar y descansar tras su intenso paso por Codelco y que la política debe dejar los “debates cosméticos”. Como el del viaje a Harvard del ministro Larraín: “Se puede haber equivocado, pero ese es un tema secundario. No estoy interesado en los debates públicos del tipo ‘nosotros somos puros y limpios y los otros no’, porque cuando uno rasca un poco se da cuenta de que el que lo dijo tiene tejado de vidrio. Mientras antes la izquierda gire de una especie de guerrilla táctica tuitera a una discusión estratégica sobre el modelo de desarrollo, para construir un modelo que nos permita crecer más, con más equidad, mejor”.
- ¿Puede ir el crecimiento de la mano con la igualdad?
-Llevamos mucho tiempo en un debate clásico, en que la política se estructura en torno al conflicto entre dos objetivos: la equidad y el crecimiento. Chile aún tiene un camino por seguir en crecimiento económico y tiene un problema crónico de desigualdad. Pero para sobrevivir como proyecto de país democrático y el tipo de sociedad que queremos, necesitamos resolver ese problema y hay múltiples espacios en los que se puede hacer conversar la equidad con el crecimiento.
- ¿Cuáles son esos espacios?
- Puedo hablar de la experiencia que tuvimos en Codelco, que es un poco engañosa por ser una empresa estatal. Perseguimos una política de acuerdos estratégicos con los trabajadores, que hiciera más eficiente la empresa y que ellos se sintieran partícipes del proceso.
- ¿Y cómo resultó?
- Cuando recibimos la empresa con Nelson Pizarro, estaba como 10% por sobre la gran minería privada, en términos de costos, y la entregamos 15 centavos por debajo. Eso se hizo con un acuerdo estratégico con los trabajadores, que permitió que durante este periodo las negociaciones laborales fueran más sobrias que en la minería privada. Entonces, por qué no hacer más acuerdos de productividad, que impliquen que la gran empresa crezca y que se genere una participación mayor de los beneficios, de todas las partes interesadas.
- ¿Ve en los empresarios interés por avanzar en esa línea?
- Siento que sí, que hay una nueva generación empresarial con una perspectiva distinta. Esto tampoco es una fantasía que desarrollamos en Codelco. Hay países que todos admiramos donde la práctica de acuerdos estratégicos es muy antigua y exitosa. Son países que crecen mucho, productivos, competitivos, pero a la vez más igualitarios. Chile ya pasó la etapa de país en desarrollo y tenemos que empezar a pensar como país desarrollado.
- ¿En qué percibe que las nuevas generaciones empresariales tienen una perspectiva distinta?
-Los veo con mucha apertura a escuchar a los actores sociales, con menos trancas en relación a los dirigentes sindicales.
- ¿Pero en el mundo privado?
- Para ellos es más difícil que para mí. Le encuentro mucho más mérito cuando son dirigentes empresariales que vienen de una cultura política distinta, que en sus hogares no los educaron para valorar lo que hacen los sindicatos, ni para ver potencial en los acuerdos estratégicos con los trabajadores.
- Crecer con igualdad suena a lo que planteaba el expresidente Lagos y quedó como un slogan, no se avanzó en los años siguientes.
- Estoy en desacuerdo. Se nos olvida que a principios de los años ‘90 Chile tenía altísimos niveles de pobreza, de desigualdad y no tenía sistema de bienestar. Lo que se hizo durante la Concertación, particularmente en el gobierno de Lagos, pero no es el único, fue establecer un sistema mínimo de protección social y buena parte del hecho de que cuando todo el mundo aumentaba los niveles de desigualdad, en Chile por lo menos no empeoraban y, después, incluso mejoraban un poco, tiene que ver con esas políticas. Hoy, una parte del problema fiscal tiene que ver con ese sistema de protección social y es un desafío para cualquier ministro de Hacienda. Pero necesitamos pensar en cómo la estructura productiva del país genera una economía y distribución de rentas más igualitaria.
- ¿En el actual clima político es posible el diálogo que eso requiere?
- Es complicado porque los incentivos para los actores públicos son hacia la estridencia.
- ¿Y cómo ha visto al gobierno, a Felipe Larraín, el área económica?
- Lo que se desplegó en la cuenta pública fue una jugada inteligente de parte del presidente Piñera. Me pareció ver a un gobierno que se apropiaba de la agenda de reformismo socialdemócrata. Si miramos política por política, en pensiones, financiamiento de la educación, podría haber algo que hubiera propuesto un gobierno de la Concertación. El camuflaje que le dio a eso, para que no se le desordenara el flanco derecho, fue ser muy duro con el gobierno anterior. Y algunas cosas, como sacarle la mugre a los grafiteros, para que algún viejo momio, por ahí, se sienta feliz. Esa estrategia que me pareció inteligente, porque es coparle el centro a la centroizquierda y tratar de mantener tranquilo su flanco derecho, tiene un problema: que cuesta plata. Eso lo hizo renunciar a una de sus principales promesas de campaña: bajar la carga tributaria, bajar el tamaño del Estado.
-A su juicio, ¿cuáles son los desafíos que se le vienen a Codelco?
- Ojalá que el sector minero, incluyendo Codelco, pueda sostener un poco este espíritu más sobrio y de mayor disciplina con una perspectiva más sustentable en términos financieros y productivos.

"Ya no sirven los shiítas de los Chicago Boys"
-¿Cómo ve la articulación en la ex NM?
-Está muy temprano ese proceso. Creo que la izquierda sufrió una derrota electoral importante, pero no estoy seguro si es eso lo más importante o que estamos viviendo la versión chilena de los fenómenos que le han pasado a la centroizquierda en todo el mundo. También creo que la derecha está en una discusión de acomodarse a este nuevo rol que es estar con más frecuencia en el gobierno; por lo que ya no puede ser tan maximalista, ya no sirven los shiítas de los chicago boys; tiene que ser un poquito más pragmática. Pero les está costando, apenas el presidente Piñera explicó esta estrategia más centrista, ya se le abrió el flanco derecho durísimo.
-¿Cómo se puede llegar a acuerdos, qué le parece la forma como la oposición ha afrontado estos llamados, particularmente el PS?
-Los acuerdos y los diálogos se construyen bajo la base de la confianza. Entonces, si dices que quieres llegar a un acuerdo y después haces una gambeta que deja fuera de lugar a gente...
-Entonces, ¿comparte la crítica que se le ha hecho a Piñera en ese sentido?
-Creo que hay sectores dentro del gobierno que genuinamente quieren construir una nueva política de los acuerdos, pero hay otros -hemos visto los ministros estridentes también- que sienten que para figurar tienen que ser súper agresivos. Ahí está el problema y la pregunta es ¿cuál es el genuino?
-¿Qué rol debería jugar Bachelet en este proceso?
-Yo no podría dar recomendaciones a la presidenta Bachelet. Ella fue Presidenta dos veces y creo que tienen que dejarla tranquila hacer lo que ella quiera. Ella me ha dado muchas oportunidades para hacer un aporte en el tema público y siento que sería una patudez mía hacerle recomendaciones por la prensa.