Crisis por demandas ciudadanas impulsa a Piñera a priorizar cambio al binominal
Tras convencerse de que el problema actual no es sólo económico, sino político, el presidente decidió poner en la agenda la reforma al sistema electoral, sabiendo que su principal desafío será lograr el respaldo de sus partidos.
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Por Blanca Arthur
Fue a inicios de agosto, cuando comenzó formalmente a abordarse el tema. Luego del plantón de los presidentes de los partidos de la Concertación al presidente Sebastián Piñera en pleno auge del conflicto estudiantil, la DC liderada por su presidente, Ignacio Walker, decidió hacer un gesto al gobierno acudiendo a La Moneda a reunirse con los ministros políticos.
Era una oportunidad para que el clima de tensión diera paso a la posibilidad de iniciar un camino de diálogo. Pero los parlamentarios de dicho partido que optaron por asistir al encuentro, lo hicieron con la idea de que el tema central fuera la necesidad de impulsar reformas políticas, las que consideraban determinantes para enfrentar los problemas que se estaban expresando con las manifestaciones sociales.
Como lo reconoció en ese momento el ministro Secretario General de Gobierno, Andrés Chadwick, la reunión efectivamente se dedicó a analizar la importancia de realizar algunos cambios tendientes a perfeccionar la democracia para darle más participación a la gente, entre ellos, la modificación al sistema electoral.
Pese a que la cita no respondió a las expectativas del gobierno de que fuera el comienzo de una búsqueda de acuerdos con la Concertación en materias que le parecían más urgentes, sí marcó el inicio del diálogo en torno a una agenda política, a la que las autoridades han terminado otorgándole una especial prioridad.
Desde el comienzo, en La Moneda sabían que la sola idea de plantear un cambio al binominal podía generarle ruidos al interior de su coalición, pero decidieron no detenerse, sino persuadir a quienes se oponen, luego de haber llegado a la convicción de que hacer una propuesta que modifique el sistema electoral, podría reportarle importantes beneficios al propio gobierno.
Convicción presidencial
Hasta ahora el tema de las reformas políticas -aunque formaba parte de la agenda- no aparecía como prioritario. Era un trabajo al que estaba abocado básicamente el ministro Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet, quien impulsaba algunas iniciativas como la inscripción automática, el voto voluntario o las primarias, pero no la idea de modificar el sistema electoral.
Eso no quiere decir, sin embargo, que el Presidente se opusiera, porque de hecho siempre se ha inclinado al menos a estudiar un cambio, al punto que él mismo propuso el año 2006 una mesa de trabajo con la Concertación, luego de que ésta rechazara la propuesta que elaboró el ex ministro Edgardo Boeninger. Pero tal como entonces no encontró el eco que esperaba, ni en su partido ni menos en la UDI, por lo que su opción había sido no crearse problemas con su coalición, menos cuando las urgencias parecían otras.
Hasta que, como consecuencia de los análisis de los conflictos sociales, él mismo estimó que los problemas no se reducían a lo económico, sino que existía una crisis de representación política, que en parte importante podía deberse al sistema binominal.
Prueba de que era un tema que le inquietaba, es que sus primeros planteamientos públicos en la línea de estudiar un cambio los hizo en junio un mes después de que estallara el conflicto estudiantil, aunque fue en los momentos más complicados -que incluso lo llevaron a realizar el cambio de gabinete- cuando empezó a considerar más en serio la posibilidad de proponer una modificación al binominal.
Como esa idea, que se la transmitió a los ministros políticos, tras reunirse con la DC hace dos meses, éstos iniciaron una ronda de conversaciones tanto con el resto de los partidos de la Concertación, además de otras tiendas opositoras entre ellos el PRI, el PC, el MAS o el PRO, con el fin de abordar posibles cambios al sistema electoral.
Cuando paralelamente a esas conversaciones las manifestaciones de los estudiantes llegaban a su punto álgido, la opción de realizar una reforma tomaba fuerza en el gobierno. Tanto que el mismo Piñera, junto con plantear que existía apertura para ello, la relacionó directamente con los conflictos sociales, manifestando que había llegado el momento de reaccionar y no quedarse indiferente a los signos que estaba dando la ciudadanía.
Es que a esas alturas, en su círculo más cercano, como en los ministros políticos o en el sector disidente de RN se había instalado la idea de que para salir de la crisis, era imperioso priorizar las reformas políticas, sin eludir la más compleja, como es la del sistema binominal.
Entre los argumentos que circularon en La Moneda, está la posibilidad de que realizar un cambio en esta línea, puede transformarse incluso en uno de los principales legados del actual gobierno, si es que aparece como una contribución a recuperar la confianza en la política.
Contactos con la DC
El hecho de que el gobierno iniciara el diálogo sobre un cambio al binominal con la DC pudo haber sido producto de las circunstancias, pero las autoridades no desconocen que ha sido un factor determinante para inclinarse a no seguir dilatando el tema.
Una muestra de ello es que luego de que el encuentro en La Moneda diera el impulso inicial, han continuado los contactos informales con algunos parlamentarios, mientras paralelamente -por encargo directo del titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter- el ex ministro Edmundo Pérez Yoma, junto al alcalde Claudio Orrego, elaboran una propuesta al alero de ProyectAmérica que esperan consensuar con otros institutos ligados a la Concertación.
Cual sea el sistema que finalmente se proponga, un punto importante para el gobierno es la postura que han expresado los dirigentes de la DC. Pero no sólo porque comparten la mirada de que el tema no se puede postergar –que es la misma que sostienen los demás partidos - sino porque entienden que con el binominal, el pacto de la DC con el resto de la Concertación le impide actuar con un mínimo de autonomía.
Como se ha analizado, con otro sistema que no obligue a los partidos a competir con sus propios aliados, éstos tendrían la posibilidad de actuar con más libertad, lo que en el caso de la DC se podría haber traducido en una actitud de colaboración con el gobierno.
Este es otro de los argumentos que ha seducido a las autoridades, en el sentido de que se podría impedir que, como consecuencia del binominal, la DC quede atrapada por la izquierda, lo que no creen que sea bueno para el país.
Lío con sus partidarios
Pero bastaron los primeros indicios más concretos de la disposición del gobierno a cambiar el binominal, para que tanto en la UDI, como la directiva de RN hicieran sentir su malestar. En parte cuestionaron que los ministros aparecieran buscando acuerdos con la oposición prescindiendo de sus partidos, pero también alegaron en que no comparten la idea de cambiar el binominal.
Frente a dicha reacción, que podía no sólo generarle un problema al gobierno con sus partidos, sino incluso al interior de éstos -como ocurrió con la polémica en que se enfrascó el presidente de RN, Carlos Larraín con los sectores más liberales- La Moneda debió precisar que cualquier propuesta, necesariamente se acordaría primero con la coalición oficialista.
En el gobierno saben que deberán lidiar contra quienes se resisten, no sólo porque el sistema beneficia electoralmente a la derecha, sino porque contrariamente a percibirlo como la causa de la crisis política, creen que un cambio la puede profundizar, como planteó Carlos Larraín con su tesis del “bing bang”.
Como no son todos lo que están en esa línea -lo que confirma tanto la posición de la disidencia de RN, como la apertura de la UDI a tratar el tema- la expectativa de La Moneda es que sus partidos entiendan la importancia de darle prioridad a esta reforma que espera tener lista a más tardar a comienzos de 2012.
La apuesta final es que sea este gobierno, el que haciendo un giro en la posición tradicional de la derecha, logre modificar el sistema binominal, porque en escenario como éste, la Concertación no podría sino alinear a sus parlamentarios.
Y eso se considera que sería un éxito.