Fue una reacción tan categórica, como sintomática. Frente a la sola insinuación de que sería un error que los comunistas ingresaran al gobierno si es que no condenan a regímenes como el cubano, Michelle Bachelet precisó que será ella quién defina su próximo gabinete.
Con la respuesta a los dichos del histórico dirigente democratacristiano, Gutenberg Martínez, la presidenta electa no sólo reafirmó la autonomía con que adoptará sus decisiones, sino que confirmó de paso, que la posible incorporación del Partido Comunista, no dependerá de la posición que tenga la DC.
Ése fue el mensaje que quedó claro, al punto que así lo entendieron incluso al interior de dicho partido, lo que impidió que se alcanzara siquiera a desatar una polémica por las alusiones de Martínez, aun cuando se trata de un tema que al menos genera aprensiones.
Es que a estas alturas cualquier discusión parece inconducente, porque todo indica que se trata de un asunto zanjado, desde el momento en que tanto Bachelet como el PC tendrían tomada la decisión de que el partido que lidera el diputado Guillermo Teillier, forme parte del próximo gobierno.
Eso no significa que sea un hecho intrascendente, considerando que, entre otras cosas, implica la transformación de un pacto electoral como es la Nueva Mayoría, en un acuerdo político para darle sustento a la futura administración, en el que deberán conciliarse los intereses o las posturas del amplio abanico que abarca desde la DC al PC.
Como existen diferencias reconocidas entre quienes forman parte de la coalición de centroizquierda, no es una decisión que no tenga complejidades ni para la futura mandataria, ni tampoco para el PC, pero en ambos casos parecen decididos a hacer la apuesta.
El acuerdo del PC
Como primer paso para esa determinación, en lo más inmediato se espera el acuerdo del Comité Central del PC, postergado en tres oportunidades, aunque la dilación no se debería a que existan dudas, sino más bien a que prefirieron adoptar -o más bien anunciar- su determinación después del triunfo de Bachelet.
Las informaciones que emanan de dicho partido indican que, finalmente, se habría impuesto la tesis liderada su presidente, Guillermo Teillier, desde que asumió la conducción partidaria, en cuanto a que para los intereses de su colectividad es preferible ser parte del sistema que seguir marginados de éste.
Para lograrlo, es cierto que el máximo dirigente comunista ha enfrentado resistencia interna, especialmente entre quienes alegan que la participación en el gobierno les podría restar influencia en el mundo social, idea contra la que ha luchado acudiendo al argumento de que desde que el partido tomó la opción de participar en la institucionalidad, sólo han obtenido ganancias para sus propósitos.
Como arma de persuasión, tanto Teillier como quienes comparten su línea, han esgrimido que por una parte, con el pacto electoral consiguieron doblar su representación en la Cámara al subir de tres a seis sus diputados, pero además, que con el respaldo a la candidatura de Bachelet que adoptaron antes de las primarias, pudieron tener una fuerte influencia en la elaboración del programa, el que incorporó entre sus ejes algunos temas que eran sus principales banderas de lucha, como la educación gratuita o el cambio de la Constitución, incluida la posibilidad de una Asamblea Constituyente.
Quienes están en la línea de ingresar al gobierno reconocen que las propuestas transformadoras planteadas por la presidenta electa durante la campaña -las que refrendó tras su triunfo- han sido determinantes para inclinar a todo partido a que se sume a esa posición, que es lo que explica la reiteración de sus dirigentes en que su primer compromiso es con el cumplimiento del programa.
De hecho, ése fue el argumento que esgrimió la CUT cuando adhirió a la candidatura bacheletista, lo que se consideró un indicio de que el mundo sindical finalmente se habría inclinado por la tesis que comparte su presidenta, Bárbara Figueroa, de que para tratar de influir en que se impulsen cambios laborales que no están contemplados, es preferible estar dentro del gobierno.
En la decisión, que adoptaron sólo después de la primera vuelta, habría pesado entre otras cosas, la derrota electoral de Cristián Cuevas, uno de los dirigentes de la línea contraria, que en caso de haber llegado a la Cámara podría haber sido un elemento disociador respecto no sólo a la postura de la CUT, sino del resto de los diputados que están por no desperdiciar ninguno de los espacios institucionales.
Es por eso que tanto la disposición de la multisindical, como la de aquellas figuras del PC ligadas al movimiento estudiantil, como Camila Vallejo, o la presidenta de la JJCC, Karol Cariola -ambas diputadas electas- se consideran determinantes en cuanto a que, al menos, tratarán de jugarse para que las manifestaciones sociales sólo actúen como un elemento de presión, pero que no se transformen en un obstáculo que pueda jugar en contra de los cambios que creen que en el nuevo gobierno de Bachelet se pueden logar mejor desde dentro del sistema.
La apuesta de Bachelet
Es ésa precisamente la tesis a la que apostaría la futura mandataria, en manos de quién quedará determinar cómo será la incorporación del PC, luego de que el partido que lidera Teillier confirme formalmente que está dispuesto a ser parte del futuro gobierno.
Nadie pone en duda que para la presidenta electa la participación de los comunistas no está en cuestión, desde el momento en que tanto ella como su comando, fueron los principales impulsores a que éste formara parte del pacto que sustentó su candidatura. Entre sus cercanos incluso afirman a que lo que menos la complicaría son las diferencias de dicho partido con la DC, porque tal como lo ha expresado, para ella lo importante es el compromiso que todos han asumido de adhesión con sus propuestas de reformas.
En esa línea, la esperanza de Bachelet sería que, con el PC formando parte de su gobierno, podría cumplir con más tranquilidad su programa, en la medida en que si los comunistas actúan con la responsabilidad o con la disciplina que les reconoce, podrían transformarse en un factor de contención frente a quiénes pidan más profundidad o celeridad en los cambios que ha prometido.
Es que para la futura mandataria la necesidad de impedir que la calle se desbande por la posible frustración de que éstos no se produzcan de inmediato, es u tema en el que cree que puede colaborar el compromiso del PC con el gobierno, sobre todo si sus figuras se abocan a tratar de bajar las expectativas, como de hecho lo han comenzado a hacer con declaraciones como las de Camila Vallejo, manifestando que se debe tener claro que en cuatro años, será imposible realizar todos los cambios estructurales que anhelan.
Pero existe coincidencia en que ello podría no ser suficiente, en gran parte porque la presencia del PC en el mundo social ha disminuido, especialmente entre la dirigencia estudiantil, por lo que adquiere especial trascendencia la decisión que tome Bachelet acerca de qué cargos estaría dispuesta a entregarles o a qué personeros del PC buscaría para que se incorporen a su gabinete.
Es una incógnita frente a la que no existen indicios, aunque no se descarta que si lo que aspira es que la presencia de dicho partido actúe como contención a las demandas, pueda acudir a representantes de los sectores sindicales, como la propia Bárbara Figueroa, aunque no pocos estiman que, aparte de que podría ser un exceso tratar de instalarla en el ministerio del Trabajo, tampoco la líder de la CUT estaría disponible, entre otras cosas, porque podría ejercer mejor su influencia desde donde está.
Cual sea la decisión que adopte Bachelet, quienes la conocen apuntan a que uno de sus desafíos será encontrar el equilibrio necesario para que tanto el PC se sienta lo suficientemente representado de manera de que asuma un fuerte compromiso, como para que su influencia no sea un factor que resienta la DC al punto de que se genere un distanciamiento.
Pero esa necesaria integración no parecería que la complique especialmente, porque aparte de la confianza que tiene en la actitud que adoptarían los comunistas, tampoco le preocupa el ruido que puedan hacer aquellos DC más críticos, porque está claro que es una posición minoritaria en ese partido, como quedó demostrado con el poco eco a los dichos de Martínez, a lo que se agrega que ese partido no estaría dispuesto a renunciar a sus cuotas de poder.
Por eso, más que por los problemas que puedan surgir por diferencias doctrinarias, lo que estaría en juego con la incorporación del PC al gobierno, es que tanto la apuesta de Teillier con su incorporación al sistema, como la de Bachelet en cuanto a que ello le permita gobernar sin contratiempos, tenga éxito. Es lo que sólo dirá el tiempo.