Jaime Bassa: “Llevaremos nuestro mandato hasta el final, con independencia de quien sea el Presidente”
El vicepresidente de la constituyente sostiene que tanto Contraloría como el Banco Central deben mantener su autonomía, pero con un mayor grado de control. Sobre el TC, apunta a que debe desaparecer.
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A poco más de un mes de dejar el cargo de vicepresidente de la Convención Constitucional, Jaime Bassa (independiente-Convergencia Social), califica como positiva su experiencia en la mesa directiva de la instancia, que jugó un rol en el proceso de instalación y articulación de la orgánica y que hoy lidera el trabajo de los contenidos de la propuesta de nueva carta fundamental.
Un proceso que enfatiza el abogado y doctor en derecho no cambia tras el resultado de las elecciones presidencial y parlamentarias y cuyo curso espera que siga con la mesa directiva que asumirá en enero. “Ya está el diseño completo. Ahora lo que resta es que ese diseño siga generando sus efectos en los próximos meses”, señala.
Bassa subraya que la Convención Constituyente surgió de un contexto político y social particular, “de un pueblo que se levanta y se organiza en búsqueda de mayor equidad y justicia social”.
Entonces, agrega a propósito de las elecciones, no viene al caso “renunciar a aquello o revisar aquel mandato que tan claramente se manifestó en el plebiscito de octubre”. Lo que sí le parece es que los resultados “son -de alguna manera- un llamado a la moderación (...) a mantener el camino de cambio, de justicia social, de equidad social, pero dentro de márgenes y marcos institucionales que permitan que las deliberaciones democráticas se puedan llevar adelante con estabilidad”.
- ¿El apoyo al Apruebo se diluyó entre tanto candidato?
- No, porque efectivamente la votación del apruebo de octubre de 2020 se diluye entre varios candidatos y candidatas. No podemos pensar que porque hubo una elección que terminó con el Senado empatado o, porque hubo una elección presidencial donde pasan a la primera vuelta dos candidatos con una votación muy similar, que el apoyo al plebiscito del 25 de octubre al 2020 se diluye.
Lo que sí se diluye, por ejemplo, es la pretensión que tenían ciertos sectores de la Convención de recibir respaldos muy categóricos por parte del Congreso en ciertas medidas que se estaban proponiendo, por ejemplo, los plebiscitos dirimentes.
- ¿Con el nuevo Congreso el plebiscito dirimente se hace más complejo?
- El plebiscito dirimente es un mecanismo que permite destrabar la discusión constituyente en ciertas materias a las que llegas a un callejón sin salida. El plebiscito permite abrir ese callejón y avanzar.
Pero a mí, personalmente, no me preocupa tanto el tema de lo difícil que va a ser llegar a acuerdos. Primero, porque hemos visto en el trabajo de comisiones un tono mucho más dialogante, más templado, de más acuerdo del que se ve muchas veces en el pleno.
Hay buenas razones para pensar que hay acuerdos transversales en la Constituyente lo suficientemente amplios para poder avanzar la discusión constituyente y poner en la nueva Constitución aquellas normas que respondan a las expectativas de la ciudadanía.
Hacia la distribución del poder
- ¿Qué tan relevante para el proceso constituyente es que salga presidente Gabriel Boric o José Antonio Kast?
- En principio, el proceso constituyente de la Convención Constitucional ha recibido un mandato por parte del pueblo, por parte de la ciudadanía, que vamos a llevar adelante hasta el final, con independencia de quien sea el Presidente y también con independencia de cómo se distribuyen las mayorías políticas en el parlamento.
Hemos llevado a este proceso adelante muchas veces, a pesar del actual gobierno.
Ahora, tampoco somos ingenuos y tampoco queremos desconocer el impacto que distintos programas políticos pueden tener en el desarrollo del proceso constituyente.
- ¿Cómo imagina la nueva Constitución?
- Esperaría una nueva Constitución que sea capaz de distribuir el ejercicio del poder de una manera más equilibrada, más equitativa, que sea capaz de identificar esos nudos de concentración y acumulación del poder y generar condiciones para que el poder político, pero también el económico y el social, se distribuya de manera más equitativa en los distintos sectores de la sociedad.
- ¿El actual modelo económico hay que perfeccionarlo o cambiarlo?
- Hay una concentración del poder y de acumulación de la riqueza que está generando una distribución de la riqueza muy desigual (...) Ese es un factor que me parece fundamental poner en la ecuación. También hay que considerar el impacto que esa forma de concentración del poder está generando en el medio ambiente. Estamos desarrollando actividad económica en clave extractivista, como si los recursos naturales fueran infinitos.
Y hay un tercer factor a considerar, que es la forma en la cual las economías locales reclaman cierto protagonismo en la activación de las relaciones sociales más micro.
Esos factores debieran permitirnos avanzar hacia un modelo que supere esta lógica del cartel, de la mega concentración de la propiedad y permita una forma de economía más solidaria, más participativa, más respetuosa del medio ambiente y, sobre todo, que genere condiciones de desarrollo económico, social y cultural que nos permitan avanzar juntos, sin dejar a nadie en el camino.
- Uno de los organismos que se ha cuestionado durante bastante tiempo ha sido el rol del Tribunal Constitucional. ¿Cree que debe desaparecer?
- La práctica política que ha mostrado el Tribunal Constitucional en las últimas dos décadas es un tipo de control un poco híbrido, muchas veces más bien político que jurídico. En ese sentido, soy de la idea de no tener un TC, pero sí tener control de constitucionalidad, con un diseño juridificado que despolitice el control de constitucionalidad y genere las condiciones para que efectivamente se puedan controlar leyes que sean contrarias a la Constitución.
En este escenario, hay dos caminos: tener a la Corte Suprema como Tribunal de Casación Constitucional; y, en segundo lugar, establecer un sistema de protección de derechos fundamentales efectivo y accesible a la ciudadanía.
- ¿Respecto de la función de Contraloría, considera algún cambio?
- La Contraloría es un muy buen ejemplo de un diseño institucional que, siendo unipersonal, permite que sus funciones de control se puedan ejercer de manera efectiva. En principio no caería en la tentación de establecer un Consejo Directivo de la Contraloría. Pero sí me parece que es importante que debajo del Contralor exista algo así como un consejo asesor o algo por el estilo que permita controlar y fiscalizar al contralor cuando sea necesario, y también compartir decisiones institucionales que puedan tener un carácter más bien político.
Control al desempeño
- ¿Y respecto del Banco Central?
- Creo que funciona bien. Uno podría eventualmente preguntarse si es que habría que revisar el estatuto de los consejeros del Banco Central para, por ejemplo, incorporar mecanismos de control al ejercicio del cargo, de control al desempeño institucional.
Es clave que los órganos que fiscalizan a otros que ejercen funciones de fiscalización y, especialmente en el caso de éste que toma decisiones de política, conserven su autonomía -tal como la Contraloría-, pero incorporando mecanismos de control y de fiscalización que permitan asegurarle a la ciudadanía que el desempeño del cargo será correcto, conforme a derecho y que no se politizará el ejercicio de esa función.
- ¿Es partidario de un parlamento unicameral o mantener un bicameral?
- No hay muy buenas razones para que el proceso legislativo siga siendo bicameral. Puede que haya buenas razones para una segunda cámara de representación territorial, pero que no cumple función legislativa. A mí me persuade mucho más tener un poder legislativo unicameral que tenga un sistema de representación mixta, es decir, representación proporcional política, junto con representación territorial, con distintas formas de distritos y, tal como ha funcionado la Constituyente, con escaño reservado para los pueblos originarios y paritaria.