Por María Gabriela Arteaga
El grupo japonés SoftBank acordó ayer la compra de la empresa británica ARM, una de las firmas tecnológicas más importantes de Reino Unido, por alrededor de US$ 32.000 millones.
El acuerdo pasa por mantener a los gestores de la sociedad e incrementar su fuerza laboral, y se convierte en el mayor negocio de una compañía japonesa en el sector tecnológico de Europa y la mayor adquisición de una firma asiática en Reino Unido.
Además, es la más grande de la historia de SoftBank que, en 2013, pagó US$ 22.000 millones por una participación controladora en el operador de telefonía móvil Sprint, operación que le dejó una pesada deuda.
ARM, fundada en 1990 en Cambdrige y con 4 mil empleados hasta la fecha, es una compañía que se encarga de diseñar y fabricar los microchips o procesadores para el desarrollo móvil y gráfico de los teléfonos celulares, presentes en los terminales de Samsung, Huawei y Apple.
Sus diseños están en más del 95% de los smartphones del mundo –incluyendo cada producto iPhone y Samsung Galaxy– representando un total estimado de 45% de las ventas de ARM.
Televisores, equipos médicos, autos y electrodomésticos conectados a Internet también utilizan estos dispositivos.
Durante 2015, los clientes de ARM enviaron cerca de 15 mil millones de productos con los microprocesadores en su interior. Aproximadamente el 52% de los consumidores están en Asia, 38% en Estados Unidos, 9% en Europa y 1% en su natal Reino Unido. En 2015, la compañía ganó más de US$ 450 millones en ventas.
La comercialización a SoftBank podría colocar a la empresa con un campo de acción mucho más amplio para construir productos dirigidos a las tecnologías emergentes, incluyendo futuros automóviles.
Negocio lucrativo
La alta propagación de los chips de ARM, y su patentado portafolio relacionado, llevó a SoftBank a ofrecer la histórica suma por un acuerdo que se vio impulsado, además, por la pérdida del valor de la libra esterlina en los mercados internacionales, luego del referendo por la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE).
A diferencia de Intel –líder en el mercado–, ARM no está fabricando los semiconductores actualmente sino que entrega la licencia de sus diseños a empresas como Samsung Electronics, que posee las plantas de fabricación necesarias para elaborar las piezas.
La estrategia de negocio es inmensamente lucrativa, liberando a la firma del costoso trabajo de construir las plantas, que pueden alcanzar los
US$ 1.000 millones o más.
De gigante japonés a potencia global
Más allá de la tecnología, hay otra razón estratégica que explica la compra de ARM: SoftBank busca internacionalizarse aún más y huir del estancamiento del mercado japonés.
Ya había dado un gran paso hacia ese objetivo en 2013, cuando se hizo con el control mayoritario del operador estadounidense Sprint.
Ahora se perfila hacia la idea de convertirse en una firma global y diversificada, colándose en una actividad –la de los procesadores– en la que no operaba hasta ahora.
El giro ha requerido decisiones clave e inusuales para un grupo que rara vez ha salido de sus inversiones, como la venta de buena parte de su participación en la compañía china de comercio electrónico, Alibaba. El objetivo de esta medida es recaudar al menos US$ 14 mil millones y abandonar espacios en mercados menos rentables, para ganar peso en otros más que puedan perfirlarse más prometedores de cara al futuro.