El Banco Central Europeo recibió una tibia respuesta ayer de los bancos a sus esfuerzos por revitalizar a la débil economía de la zona euro, lo que aumentó la presión sobre los consejeros del BCE para que comiencen a imprimir dinero el próximo año a fin de comprar bonos soberanos.
Los bancos tomaron casi 130 mil millones de euros (US$ 160 mil millones) en créditos a cuatro años del BCE en su más reciente ronda de préstamos, cifra que se ajusta a lo previsto por los operadores, pero que lleva el total a 212.400 millones de euros, mucho menos que el límite superior de 400.000 millones de euros establecidos para fin de año.
Los préstamos fueron considerados como una de las plataformas clave del BCE para librar una batalla cada vez más difícil para impedir que la economía de la zona euro caiga en recesión y para prevenir la deflación.
Ayer, la inflación subyacente de Francia se volvió negativa, en su primera caída desde que comenzaron los registros en 1990, lo que remarca la gravedad de la situación en la segunda mayor economía de la zona euro.
Los bajos intereses de los bancos se traducen en que el BCE probablemente tendrá que imprimir dinero para comprar bonos gubernamentales para mantener la promesa de expandir su balance de activos a 1 billón de euros.