En marzo de 2015, Luis Leonardo Almagro se convirtió en secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), cargo que asumió, según asegura, con la promesa de reestructurar el ente fundado en 1948 y de "rescatar la legitimidad del organismo".
El diplomático de carrera, ex canciller uruguayo entre 2005 y 2010, es calificado por muchos como un negociador pragmático y elocuente que logró ganarse el apoyo de 33 de 34 países miembros del organismo, para ser la piedra angular en la transformación de una institución que ha sido cuestionada muchas veces por su desigualdad interna.
Es el segundo representante de su país en tomar el timón del hemisferio y el décimo primero de la historia de la entidad.
Llegó al cargo hace quince meses con la convicción de responder a la demanda de la región por servicios como "observación electoral, facilidad judicial, mediación entre estados y la resolución de conflictos", entre ellos el de Venezuela.
- ¿Cuál es el mayor riesgo actualmente en Venezuela?
- El caso de Venezuela es ahora el que más nos alarma por el nivel que ha alcanzado su crisis institucional, política, económica y social. Estamos frente a un alto riesgo de que la situación se descontrole aún más.
Existe un total desconocimiento del poder Legislativo por parte del gobierno. Pese a algún gesto, aumenta el número de presos políticos. El país está sumergido en una crisis social y humanitaria muy grave.
La mediación iniciada por el Vaticano es una señal de esperanza, aunque sigue siendo central que los países de la región pasen a la acción en el ámbito hemisférico. En la OEA se ha abierto el proceso de aplicación de la Carta Democrática Interamericana y está en manos de los países miembros.
- ¿Cómo ve al continente frente a cambios de modelo de gobierno por ejemplo en Perú, Argentina y Brasil?
- Ha habido cambios de gobierno en los tres países, y celebramos que hayan producido en paz. Esos gobiernos tienen que adaptarse a una situación global adversa, pero en la región hay un consenso claro acerca de que es crítico retomar un robusto crecimiento que debe ser incluyente, porque hay que abrir las oportunidades de progreso a todos los ciudadanos.
- ¿Qué opina del proceso de paz en Colombia luego del plebiscito?
- Me reuní con el presidente Juan Manuel Santos el 14 de octubre en Colombia. Coincidimos en que los acuerdos deben ser ajustados a la brevedad, de la manera más urgente posible. Es crucial aprovechar la oportunidad que tiene la paz en Colombia hoy. Hemos visto que es fundamental esta apertura al diálogo y que el diálogo sea inclusivo, con participantes del sistema político y de los sectores sociales. Todos los dirigentes políticos tienen que tener el compromiso de resolver este impasse de la implementación de los acuerdos.
- ¿Cree que es posible la solución del conflicto a través de la negociación?
- La paz en Colombia no es una acción, sino que es un imperativo. Y obviamente se alcanzará mediante la negociación y el diálogo de todos los actores políticos.
- Otro tema reciente y delicado es lo ocurrido en Brasil. ¿Cómo evalúa el panorama, tras el proceso de destitución de Dilma Rousseff?
- En su momento, trasladamos nuestra preocupación por la incertidumbre jurídica del proceso a las autoridades nacionales de Brasil, en este caso al presidente del Tribunal Supremo Federal de Justicia, e hicimos un pedido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Corte no actuó en virtud de considerar que no tenía jurisdicción en el caso. Ahora hay una demanda en la CIDH interpuesta por partidarios de la ex presidenta y no me corresponde a mí comentar sobre un proceso en marcha.
- ¿Cómo ve a Perú con Pedro Pablo Kuczynski?
- Aún no he tenido la oportunidad de hablar en persona con el presidente Kuczynski, pero vemos con mucho interés su agenda de trabajo para mejorar la calidad de vida de los peruanos y hemos tenido claras coincidencias en materia de la defensa de los Derechos Humanos y la democracia regional.
- Hablando de democracia, ¿cómo evalúa el sistema chileno?
- La democracia chilena es fuerte y es un ejemplo para la región. Chile aporta mucho a la comunidad de países de las Américas, en cuanto a solidez institucional. Por supuesto, siempre hay cosas que mejorar y el país se ha movido en dirección de enfrentar los desafíos relativos a mayor transparencia y rendición de cuentas. Pero, si se analiza la situación de la democracia en el continente, Chile sale muy bien parado.
A diferencia de algunos de sus antecesores, entre ellos el chileno José Miguel Insulza, el ex canciller uruguayo descarta volver a optar por su cargo actual en 2020, y pretende "dejar una OEA más cercana a los ciudadanos".
- ¿Buscará la reelección?
- No, lo he dicho desde que asumí: creo que no es bueno eternizarse en el poder.
- ¿Cuál es su objetivo con la OEA y como le gustaría dejarla al final de su mandato?
- Mi objetivo es que la organización esté a la altura de los desafíos del siglo XXI. Espero que cuando me vaya, esté más cercana a los problemas de nuestros ciudadanos y sea un baluarte en la defensa de la democracia y los DDHH, con el reconocimiento de todos, independientemente de su ideología.
La crisis venezolana
Para Almagro, en Venezuela se acerca el momento de pasar de las negociaciones a la acción, y advierte que el diálogo no ha dado resultados hasta ahora.
- ¿En qué punto está la aplicación de la Carta Democrática en Venezuela?
- Los países miembro están en proceso de evaluación colectiva de la situación. El próximo paso tiene que ver con las medidas a tomar. Según recomienda el artículo 20 de la Carta, las primeras medidas son de mediación y eso lo tienen que decidir los Estados miembro. Hay un grupo de quince países –entre ellos Chile, y los más importantes del continente desde el punto de vista económico y por el peso que tienen en la región– que han emitido varias declaraciones públicas sobre el panorama venezolano, donde reclamaron al gobierno que convoque al referendo revocatorio para este año, como única salida a la crisis política.
- ¿Qué viene ahora?
- Se va acercando la hora de las acciones concretas, porque la situación, lejos de mejorar, está empeorando. Desde la OEA seguiremos impulsando los principios que consagra la Carta Democrática. Es nuestro deber hacerlo, y hacerlo ya.
- ¿Cree usted en la intermediación de los ex presidentes en el diálogo?
- El diálogo no ha dado resultados. Es un dato objetivo. Los obstáculos que el gobierno ha puesto al revocatorio es algo que a mí me preocupó desde el principio. Y ninguno de los mediadores planteó el revocatorio como un derecho constitucional del pueblo de Venezuela. El ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero fue en junio pasado al Consejo Permanente de la OEA a hablar de su papel como mediador y no mencionó en una sola ocasión el revocatorio.
- ¿Podríamos estar por ver mayor presión internacional?
- Hoy, ningún foro regional o subregional puede desconocer la realidad de que en Venezuela no hay democracia ni Estado de derecho. Mercosur constituye el mejor ejemplo a seguir: sus miembros impidieron que Venezuela asumiera la presidencia pro témpore y están presionando para que cumpla sus compromisos con el bloque de aquí a diciembre. Por otro lado, el grupo de quince países de la OEA ya dejó clara su posición en varias ocasiones. La postura de la comunidad internacional ha ido evolucionando, y es cada vez más sólida y homogénea. La comunidad internacional está muy preocupada por lo que ocurre en el país.
Como miembros del sistema interamericano todos queremos lo mismo: una solución pacífica a la crisis del país. Nadie puede mirar hacia el costado; la OEA y el Mercosur dieron un paso al frente. Más deben sumarse.
- ¿Por qué ha puesto tanto empeño en alzar la voz sobre este tema?
- Porque es mi deber como secretario general. Los países se han adherido voluntariamente a una serie de compromisos comunes y desde la Secretaría General es nuestra función levantar la mano frente a situaciones de tal gravedad.
- ¿Cómo describe la democracia en ese país?
- Lamentablemente, la democracia ha dejado de funcionar en Venezuela. La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de suspender el referendo revocatorio es una prueba más del quebrantamiento del sistema democrático en el país.
- ¿Y cuál sería una salida a la crisis, tomando en cuenta que, si se diera un revocatorio ya en 2017, quedaría el mismo gobierno aunque sin Maduro?
- El referendo es la solución política a los problemas de Venezuela; por lo demás, me remito a mi respuesta anterior.
- ¿Qué decir de la gestión de los dirigentes opositores en esta crisis?
- La oposición se ha unido y ha logrado alcanzar mayoría en el Congreso; lamentablemente, el Ejecutivo ha anulado su accionar. En situaciones como éstas, se produce una ventana de oportunidad. La oposición debe estar unida y preparada para aprovechar esa ventana de oportunidad, sin revanchismos, buscando una salida pacífica e institucional.
- ¿Cómo ve la gestión de Maduro y de su gobierno?
- Venezuela se encuentra en una crisis institucional, política, económica, y social sin precedentes. No hay medicamentos ni alimentos básicos. El presidente debería escuchar al pueblo, porque el referendo revocatorio pertenece a la gente, y al CNE le corresponde asegurar las garantías para la libre expresión del pueblo, en lugar de cercenar y pretender anular sus derechos.