Un estudio del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) estima que es "poco probable" que los desastres
naturales afecten al crecimiento económico de los países a largo
plazo, aunque sí los que son de proporciones desmesuradas.
La
investigación analizó los datos de desastres naturales e
indicadores económicos de más de 100 países entre 1970 y 2000, y
definió como desastre una tasa de mortandad que supere las siete
personas fallecidas por millón habitantes.
Ese índice es
aproximadamente la relación de muertes ocurridas en
2005 en Estados Unidos, como consecuencia del huracán Katrina en el
sur del país, y que superaron otros recientes como los terremotos de
Haití y Chile de este año, o el tsunami del océano Índico en 2004.
Los
investigadores compararon el desarrollo económico en ausencia
de desastres de esos países y crearon grupos de comparación basados
en datos de otros no afectados por este tipo de catástrofes.
El
estudio muestra que sólo los acontecimientos "sumamente
catastróficos", como aquellos con tasas de mortalidad superiores a
230 muertes por un millón de habitantes, parecen tener un impacto
duradero en el crecimiento económico.
De la muestra estudiada,
sólo cuatro hechos superaron esa máxima,
que fueron los terremotos ocurridos en Nicaragua en 1972 y en Irán
en 1978, y los huracanes de Honduras en 1974 y República Dominicana
en 1979.
Diez años después de estos desastres, el promedio del
Producto
Interno Bruto (PIB) per cápita de los cuatro países de esa muestra
fue un 10% menos de lo que era en el momento del desastre.
En
el grupo de países que se usó como comparativo, el PIB per
cápita fue un 18% más alto de lo que fue en el momento de
la catástrofe.
Sin embargo, cuando los investigadores evaluaron
los casos
individuales de los países afectados, encontraron que los resultados
sólo tienen una significación estadística en los casos de Irán y
Nicaragua, países que sufrieron radicales revoluciones políticas
tras los desastres naturales.
"Los resultados indican que las
economías se recuperan de la
conmoción, a menos que los desastres naturales aumenten la
probabilidad de una revolución política radical que altere la
organización institucional", dijo Eduardo Cavallo, economista del
BID que dirige el estudio.
Pese a estos resultados, los autores
destacan que no descartan la
necesidad de proveer asistencia internacional después de un gran
desastre natural y que es fundamental para aliviar el sufrimiento
humano y fomentar la confianza en la capacidad de recuperación del
país.