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Desactivando las armas de la guerra comercial

El uso de instrumentos de defensa comercial ha sido notablemente limitado desde el comienzo de la crisis financiera global.

Por: | Publicado: Viernes 10 de agosto de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Alan Beattie



Los Juegos Olímpicos están llegando a su clímax y las elecciones presidenciales de Estados Unidos están a tres meses de distancia.

Hay una feroz competencia por el título de la incapacidad más ridícula para apreciar que la economía global moderna involucra complejas cadenas de suministros multinacionales. Pero uno de los principales contendores debería ser la indignación que provocó en el Congreso de EEUU que los uniformes del equipo olímpico estadounidense fueran cosidos en China, ignorando el hecho de que las partes con mayor valor agregado del proceso –el diseño, marketing e investigación–, se realizan en EEUU.

Mientras tanto, una reciente ráfaga de actividad legal bajo la forma de barreras unilaterales a importaciones y litigios ante la Organización Mundial de Comercio, podrían persuadir a un observador casual de que una solapada guerra comercial se está desarrollando.

De hecho, la situación es más compleja y menos preocupante de lo que parece. Hay indudablemente algunos ejemplos prominentes de restricciones comerciales mal guiadas y evidencia de cómo dichas intervenciones afectan a la cadena de suministros hacia arriba o abajo. Pero para el escuadrón de abogados de la OMC, una alentadora cantidad de los litigios está en realidad orientada a evitar las restricciones arbitrarias del comercio en el futuro.

La noticia de que los fabricantes europeos de paneles solares están presionando por medidas anti-dumping de la Unión Europea (en contra de importaciones baratas) y posiblemente aranceles compensatorios (anti subsidios) en contra de la competencia china, siguiendo el ejemplo de sus homólogos estadounidenses, confirma que la energía renovable se ha convertido en uno de los principales teatros del combate comercial internacional. Esto también recalca, dado la longitud y complejidad de las cadenas modernas de suministros globales, “qué enredada red tejemos cuando buscamos una compensación comercial”.

Cuando a la industria estadounidense se le concedieron los aranceles anti-dumping y compensatorios a los paneles solares a comienzos de este año, las compañías chinas aparentemente agregaron simplemente un eslabón taiwanés a su cadena de suministros para eludirlos, enviando las láminas solares a Taiwán para procesarlas, reimportando las celdillas resultantes para ensamblarlas en módulos y luego re-exportarlas a EEUU. Por consiguiente, la petición europea tuvo que demarcarse de manera más amplia para englobar una parte mayor de la cadena de valor de los paneles solares, amenazando la eficiencia y el costo efectivo de manufactura de una tecnología cuya accesibilidad está en juicio.

Cualquier intervención de este tipo también arriesga la creación de fricciones en cualquier otra parte del proceso productivo, especialmente dada la cantidad de subsidios y créditos tributarios que están haciendo ruido alrededor de la industria global de los renovables. Los aranceles de EEUU a las celdillas solares rápidamente desató una disputa comercial sobre el polisilicio, el material utilizado para fabricarlos. Los oficiales chinos están ahora amenazando aranceles anti-dumping contra las importaciones de EEUU, citando los créditos tributarios federales y estaduales a la manufactura de polysilicon.

Este tira y afloja ayuda a poner en contexto la reciente descarga de litigios en la OMC entre las grandes potencias comerciales. Muchos apuntan a obtener reglas que prevengan que otros usen instrumentos de “defensa comercial”, como los aranceles anti-dumping y compensatorios como una herramienta política de represalia arbitraria.

A comienzos de año la administración Obama, que ha hecho mucho por esta campaña por fortalecer las reglas de comercio, ganó un importante caso restringiendo el uso de defensas comerciales en contra de las importaciones de acero por parte de China. EEUU no es el único: Brasil, un talentoso y experimentado litigante OMC, ha lanzado su primer caso intra-BRICS, enfocado en los aranceles anti-dumping de Sudáfrica en la carne de aves. Pero la posición moral de Washington está comprometida y su tiempo y energía desviados, por el hecho de que su propio arsenal de defensa comercial contiene algunas armas que no superan la convención de Génova. El año pasado Washington perdió partes clave de un caso OMC planteado por Beijing por la práctica de EEUU de imponer tanto aranceles anti-dumping como compensatorios en las mismas importaciones. Tuvo que reescribir laboriosamente su propia ley comercial en respuesta al fallo de un tribunal federal estadounidense sobre el mismo asunto. Sólo este año Washington zanjó disputas con la Unión Europea y Japón que databan de casi una década sobre el “zeroing”, la práctica de ignorar datos menores al calcular los aranceles anti-dumping.

Así, el uso de instrumentos de defensa comercial ha sido notablemente limitado desde el comienzo de la crisis financiera global. Parte del crédito debe ir a la naturaleza de la globalización en sí misma. Compañías con operaciones esparcidas a lo largo de varios países son menos proclives a demandar protecciones que pueden dañar a sus propias filiales y subcontratistas.

Pero también se debe a las restricciones progresivamente aplicadas al uso de los países de instrumentos de defensa comercial a través de fallos de la OMC. La ronda DE Doha de comercio quizás está muerta, pero las armas de resolución de disputas de la OMC siguen jugando un rol importante.

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