FT Español

En Grecia, todos los escenarios apuntan a la incertidumbre

Los inversionistas de bonos fijan los precios como si el gobierno griego ya estuviera en default y aumentan las voces de quienes dicen que esto es inevitable. Aquí hay cuatro posibles salidas, ninguna de ellas tranquilizadora.

Por: Por Chris Giles | Publicado: Viernes 24 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Un avance titubeante

Papandreou gana la votación en la que están en juego las medidas de austeridad adicionales, y se acuerda un segundo paquete crediticio a fines de 2011. La reestructuración de la deuda del sector privado es genuinamente voluntaria, de modo que no hay default. Pero los bancos y los fondos de inversión que poseen títulos de deuda griega encuentran la forma de deshacerse de sus tenencias, lo que deja a la mayor parte de esos títulos del gobiernos en manos oficiales, ya sea de otros países europeos o del FMI.

Para 2013, tras nuevos deslices en la reducción del déficit, Grecia tiene superávit primario pero es evidente que su posición en cuanto a la deuda es insostenible. Se acuerda una reestructuración.

Al FMI, como acreedor privilegiado, se le paga la deuda total, pero otros gobiernos europeos se ven obligados a asumir pérdidas y a explicarle a la opinión pública cómo los préstamos griegos se volvieron incobrables y cómo es que esto no representa una unión fiscal. Esto desencadena ataques contra los políticos. Los votantes están indignados y se sienten engañados, lo que provoca la caída de gobiernos centristas en todo el norte de Europa, que serán reemplazados por un euroescepticismo rampante.

Un default desordenado

El Parlamento griego rechaza, la semana próxima, el nuevo paquete de austeridad que propone el gobierno de Grecia, lo que lleva al Fondo Monetario Internacional y a la Unión Europea a negarse a entregar el próximo tramo de 12.000 millones de euros del paquete original de rescate. El gobierno simplemente se queda sin dinero; no puede pagar sus cuentas, ni los sueldos del sector público ni el servicio de la deuda. Pide préstamos blandos a Europa y el FMI, pero en otras capitales se acabó la paciencia.

Como el país cayó en default, el Banco Central Europeo cumple su amenaza de no aceptar títulos de deuda soberana griega como garantía en las operaciones para financiar a los bancos griegos, lo que desencadena corridas bancarias. Las entidades sin fondos cierran. La gente no puede retirar dinero, lo que paraliza el comercio; las compañías no pueden pagar sus facturas y sube el desempleo. La economía griega se desploma.

Se teme un efecto contagio en el mundo pero, habiendo aprendido la lección del Lehman, los bancos centrales, incluido el BCE, proveen liquidez ilimitada a otros bancos que sufren corridas, lo que limita el daño. Pero la confianza queda golpeada y sufre el crecimiento global.

 

Un default ordenado

 

Los políticos griegos persuaden a Europa de la necesidad de hacer una reestructuración de la deuda con significativas pérdidas para el sector privado.

Angela Merkel, canciller de Alemania, y Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, se niegan inicialmente, pero ceden en el último minuto y obligan al BCE a seguir financiando al sector bancario griego. La carga de la deuda de Grecia se convierte de imposible en simplemente difícil. Con un déficit presupuestario primario se intensifica la austeridad y el Parlamento griego lo acepta.

Dado que el valor de los bonos griegos ha caído de manera significativa, es necesario otro paquete de préstamos para recapitalizar el sistema bancario del país. Los problemas de competitividad de Grecia no se resuelven, pero, con una carga menor de deuda sigue esforzándose durante años con crecimiento bajo, finanzas públicas restringidas y periódicas disputas internas relacionadas con las reformas.

La economía del país se parece cada vez más a la de Italia, pero este resultado relativamente benigno alienta a otros miembros de la eurozona, especialmente a Irlanda, a buscar que también les perdonen parte de la deuda.

 

Abandono del euro

 

A medida que se vuelve más cercana la posibilidad de un default desordenado, se propone un “plan B” que prevé un default y la salida de Grecia de la eurozona. La noticia se filtra, creando una fuga inmediata de capitales de todos los activos griegos. En respuesta, el gobierno decreta una semana de feriado bancario durante la cual convierte todas las tenencias de euros en los bancos en dracmas nuevas y anuncia que ya no pagará los intereses ni el capital de su deuda.

Cuando los bancos vuelven a abrir sus puertas, la dracma cae en picada contra el euro, llevando a la quiebra a muchas compañías griegas con deuda externa. El gobierno emite dracmas para financiarse, creando hiperinflación.

En otros países de la eurozona, los capitales huyen de los países europeos considerados periféricos por temor a los nuevos riesgos cambiarios que se consideraban abolidos a partir de la creación del euro.

España, Irlanda, Italia y Portugal se ven obligados a salir del euro debido al caos reinante, lo que desencadena una crisis de confianza aún mayor que la que se vivió tras el colapso del Lehman Brothers.

A medida que Europa entra en una depresión económica, sus dirigentes contemplan las ruinas de su experimento político y económico de principios del siglo XXI.



Lo más leído