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La arriesgada apuesta de Carney por la expansión financiera

La semana pasada, el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), Mark Carney, provocó alegría a la City de Londres.

Por: | Publicado: Miércoles 30 de octubre de 2013 a las 05:00 hrs.
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La semana pasada, el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), Mark Carney, provocó alegría a la City de Londres. Su sólida defensa de las finanzas y la declaración de que “estamos abiertos a negocios” marca un cambio abrupto con el régimen de su predecesor, Lord King. El sector financiero definitivamente lo amará. Sus puntos de vista so refrescantemente claros. Pero también son una apuesta.

En el discurso de celebración de los 125 años del FT, el punto central de Carney fue que “organizado apropiadamente, un vibrante sector financiero trae beneficios sustanciales”. Carney apuntó a la escala del mercado londinense, que hoy tiene casi cuatro veces más bancos extranjeros que en 1913. Los activos de los bancos del Reino Unido han crecido desde un 40% del PIB a más de 400%.

Pero, añadió, supongamos: “la participación de los bancos del Reino Unido en la actividad financiera global se mantiene igual y la profundización financiera en economías extranjeras se incrementa en línea con las normas históricas. Para 2050, los activos de los bancos británicos podrían superar en nueve veces el PIB, y eso sin mencionar el crecimiento potencialmente rápido de la banca extranjera y banca en las sombras en Londres”.

Continuó: “Algunos reaccionarían a esta perspectiva con horror”. Estaba en lo correcto, ya que esto convertiría al Reino Unido en Islandia en 2007. Respondió que “un vibrante sector financiero trae beneficios sustanciales”. Eso es verdad, no sólo para el Reino Unido, sino que para el mundo. “El sector financiero del Reino Unido puede ser un activo nacional y global, si es resiliente”.

Carney delineó las medidas tomadas, y las que pronto se tomarán para hacer a la banca más resiliente. Estas incluyen reglas sobre la liquidez y capital de los bancos y, sobre todo, procedimientos para liquidar bancos transfronterizos cuando colapsen sin la necesidad de rescates financiados por los contribuyentes. Carney apuntó que “el Reino Unido no puede respaldar un sistema bancario que ya tiene muchas veces el tamaño de la economía”. Además, discutió nuevas reglas para los mercados, destacando la manera en que los cambios en el valor de los colaterales generan inestabilidad. Pero insistió que estas debilidades, que causaron que los mercados se congelaran en 2008, están siendo rectificadas.

Carney resaltó el rol de apoyo del BoE, y argumentó que su “trabajo es garantizar que (el sector financiero) está seguro”. Enfatizó el próximo enfoque del banco central para suministrar dinero y colaterales de alta calidad a los bancos: “el rango de activos que aceptaremos a cambio será más amplio, extendiéndose a préstamos brutos y, de hecho, a cualquier activo del que seamos capaces de evaluar los riesgos. Y utilizando nuestras instalaciones será más barato: en algunos casos las tarifas serán reducidas a menos de la mitad”.

Este es entonces un nuevo BoE. ¿Pero es también sensato? Primero, ¿son las nuevas reglas de liquidez sensatas? Un banco central puede, en principio, crear dinero doméstico sin límites. Pero si usa ese poder libremente, incentivará a los bancos y mercados a generar más transformación de madurez, haciéndose ellos mismos y a la economía más vulnerable al pánico. El comentarista victoriano, Walter Bagehot, pensó que los préstamos del banco central con una tasa de sanción frenarían el peligro. Entre más bajas sean las sanciones, más importantes son las nuevas regulaciones sobre el manejo de liquidez. ¿Funcionará esto? Aún no lo sabemos.

Segundo, ¿las nuevas reglas para la banca y los mercados los harán lo suficientemente resilientes? Hay escepticismo sobre esto. La idea que el Reino Unido podría convertirse en Islandia hace que el cercado en torno a la banca de retail propuesto por la Comisión Independiente sobre Banca sea incluso más importante. Más allá de esto, la continua dependencia sobre la ponderación de riesgo del capital es perturbadora. Un ratio de apalancamiento de más de 30 a 1 es excesivo. Se requiere mucho más capital.

La respuesta de Carney a esto es principalmente que la capacidad para liquidar bancos, convirtiendo la deuda en capital, solucionaría el problema. La resolución podría liberar a los contribuyentes. Pero no libraría a la economía. Una vez que la deuda es convertida en capital, en una crisis, la capacidad de los bancos de expandir el crédito se frenaría. Eso es lo que importa.

¿Es el futuro que Carney delinea bueno para el Reino Unido? Aquí, Carney está en lo cierto: el sector financiero se ha vuelto una fuente crucial de ingresos y empleos. Pero esta industria también genera inestabilidad y una mayor desigualdad de ingresos. Al menos, el Reino Unido necesita entender las implicancias de convertirse en un Hong Kong más grande.

Pero la mayor pregunta es si es que la creciente profundización financiera y la integración transfronteriza son cosas buenas. La evidencia contradice estas creencias. En un reciente paper, dos economistas del Banco Internacional de Pagos argumentaban que hay una “relación negativa entre la tasa de crecimiento financiero y la tasa de crecimiento de la productividad total de factores”. Parte de la razón para esto es que las finanzas benefician desproporcionadamente a “proyectos de alto colateral y baja productividad”.

A agosto de 2013, los préstamos vigentes de los bancos a los residentes del Reino Unido eran de 2,4 billones (millones de millones) de libras esterlinas (160% del PIB). De estos, 34% fue a instituciones financieras, 42,7% a los hogares, asegurados en viviendas, y otro 10,1% fue a los bienes raíces y la construcción. La manufactura recibió 1,4% del total. La banca británica es una máquina altamente interconectada cuya principal actividad es apalancar los actuales activos inmobiliarios.

¿Por qué su expansión debería promover el crecimiento, más allá del suyo? Podría en cambio exacerbar principalmente la fragilidad inducida a través de la deuda de la economía británica.

La profundización financiera sí promueve la prosperidad, pero sólo hasta cierto punto. Muchos países de altos ingresos están más allá de ese punto. La enorme expansión financiera registrada desde 1980 no ha traído ganancias económicas proporcionales. Muchos países en desarrollo tienen espacio para crecer en finanzas, para su beneficio; India es un ejemplo. Sin embargo, algunos podrían ya haber tenido suficiente.

Tampoco está claro que los argumentos para la integración financiera transfronteriza se traspasen a aquellos para el comercio en bienes. La integración financiera conlleva riesgos de crisis, como han aprendido los países emergentes. Los costos de asegurarse contra las crisis son elevados. Un deseo de proteger la estabilidad financiera doméstica, insistiendo en que los bancos extranjeros creen subsidiarias, y no sucursales, es sabio.

El gobernador ha definido una nueva visión. Admiro su audacia. De su sabiduría, tengo dudas. La idea que una enorme expansión de incluso un sistema financiero reformado traería un gran beneficio global es dudosa. Menos entusiasmo, Sr. Carney.

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