FT Español

La economía mundial está siendo golpeada por olas exóticas

Desde el comienzo de la década, en una fiebre de oro...

Por: | Publicado: Lunes 3 de febrero de 2014 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Desde el comienzo de la década, en una fiebre de oro, los inversionistas han huido en masa a los mercados emergentes de rápido crecimiento. Países como Brasil e Indonesia fueron una forma de evitar los peligros de la zona euro, y mantuvieron retornos atractivos. Como todas las fiestas, ésta era muy buena para durar. Lo que comenzó como una ola de retiros repentinos a mediados de 2013 se ha transformado en un firme éxodo. En la semana al miércoles, los flujos de salida desde las bolsas emergentes saltaron a US$ 6.300 millones, el mayor retiro semanal en casi tres años.

Desde Bombay a Pretoria, los bancos centrales han tratado de detener esta fiebre por salir elevando las tasas. El momento más dramático se produjo en Turquía, donde las autoridades más que duplicaron la tasa semanal desde 4,5% a 10%. Los mercados no se sorprendieron. Luego de unas pocas horas de euforia, la mayoría de las monedas emergentes retomaron sus caídas.

Y la perspectiva tampoco parece más promisoria. Asia y América Latina están siendo arrastradas por dos poderosas fuerzas, ninguna de las cuales se debilitaría. Una es el reequilibrio de la economía china lejos de la inversión, que continuará golpeando los envíos de los productores de materias primas. La otra es el ajuste de la liquidez global, una consecuencia de la reducción del alivio monetario de la Reserva Federal de Estados Unidos. Mientras más esperen los inversionistas que los rendimientos de EEUU suban, menos atractivos serán los activos emergentes exóticos.

La pregunta ahora es si es que la agitación en estos mercados se expandirá a las economías maduras. Hay unas pocas señales preocupantes. Las acciones globales estuvieron cerca de registrar su peor enero desde 2009. Los activos seguros como los Tesoros de EEUU o los Bunds alemanes están repentinamente de nuevo en boga. El apetito por el riesgo parece estar disminuyendo. 
Si bien es preocupante, esto no debería llegar a un contagio a gran escala desde las economías emergentes a los países ricos. Una nota de Goldman Sachs argumenta convincentemente que los vínculos entre los dos bloques aún son muy débiles.

En teoría, el riesgo de un contagio financiero es más severo. Pero mientras la exposición de los bancos de países ricos a los emergentes es relativamente alta, no está altamente concentrada. También es posible que las economías occidentales más débiles –por ejemplo, la periferia del euro– pudieran terminar beneficiándose de la estampida fuera del nuevo mundo al ofrecer una oportunidad de inversión más segura.

Más prudencia


Sin embargo, una de las principales lecciones de la crisis financiera es que una vez que el pánico en los mercados comienza es difícil predecir dónde terminará. La fragilidad de la recuperación en los países desarrollados refuerza el argumento de la prudencia. Es cierto que EEUU va en buen camino después de expandirse a una tasa anualizada de 3,2% en los últimos tres meses de 2013. Reino Unido y Japón también parecen de vuelta en la marcha. Pero la zona euro aún está estancada en velocidad baja, mientras el desempleo sigue alto en medio de crecientes temores de deflación.

Estas vulnerabilidades arriesgan con ser expuestas a medida que la Reserva Federal continúa con el retiro del estímulo. El proceso hacia la normalización de las tasas de interés sólo ha comenzado, pero sus consecuencias repercutirán en todo el mundo. Por esto Raghuram Rajan, gobernador del Banco de Reserva de India, estuvo en lo correcto al llamar a una mayor cooperación entre las autoridades monetarias globales.

No está claro qué es exactamente lo que EEUU debería hacer para calmar las preocupaciones de las economías emergentes. Pero Janet Yellen –quien reemplazó a Ben Bernanke como jefa de la Fed el fin de semana– debería iniciar un diálogo con sus colegas de los mundos emergente y desarrollado para mitigar los efectos negativos del recorte. Para eso, puede recurrir a la espectacular experiencia internacional de Stanley Fischer, su vicepresidente.

Por supuesto, esto no excusa a los gobiernos de las naciones emergentes de sus propias responsabilidades. La mejor manera de asegurar que los inversionistas foráneos se mantengan interesados –e invirtiendo– en estos países es implementar las reformas necesarias para continuar con el dinamismo económico.

Lo más leído