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¿Qué pueden conseguir dos banqueros centrales unidos contra el mundo?


Mientras las autoridades monetarias en Washington y Frankfurt lanzaban medidas sin precedentes...

Por: | Publicado: Martes 16 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Robin Harding y James Wilson


Mientras las autoridades monetarias en Washington y Frankfurt lanzaban medidas sin precedentes para afrontar una renovada crisis de confianza, comenzaron a probar el alcance de sus poderes actuando sobre un vacío de la política.

Al igual que en el caso de la policía inglesa -golpeada por las protestas-, este fue otro fin de semana de ansiosa espera para el equipo de los principales bancos centrales de occidente. Como lo expresó enfáticamente Jean-Claude Trichet el martes en mitad de una semana de turbulencia en los mercados: “Nos consideramos anclas de la confianza y estabilidad en un mundo que lo requiere más que nunca”.

Al igual que los comandantes de las fuerzas de gorra azul, sin embargo, el presidente del Banco Central Europeo se encuentra a esta altura muy consciente no sólo de que está extendiendo los límites de sus poderes sino de que las otras ramas de gobierno que existen en su medio están incluso peor equipadas para hacer algo.

Así que cuando la crisis se produjo hace unos días atrás, a ambos lados del Atlántico sólo los bancos centrales podían actuar.

Trichet y Ben Bernanke, su contra parte en la Reserva Federal de EEUU, han contemplado con angustia cómo los datos de la debilitada economía estadounidense en la primera semana de agosto llevaron a un derrumbe de las acciones, mientras en Europa los inversionistas comenzaron a escapar de la deuda italiana y española. Luego, Standard & Poor’s agregó un nuevo golpe cuando recortó la calificación del gobierno de EEUU de triple A a AA+.

El riesgo de una recesión en EEUU está ahora en su nivel más alto desde 2007, tras un paralizante debate fiscal con los republicanos, ya no había nada más que pudiera hacer el Presidente Barack Obama. Mientras tanto, debido a su propia incapacidad para producir una respuesta coherente, los gobiernos de Europa han reavivado repetidamente los temores de los mercados a la posibilidad de que España a Italia sean incapaces de autofinanciarse.

En vez de eso, partió un fin de semana de intensa actividad en el BCE y en la Fed a medida que se preparaban para contener el pánico cuando abrieran los mercados el lunes siguiente.

El BCE actuó primero. Cerca de la medianoche del domingo, luego de que Silvio Berlusconi, el vapuleado primer ministro italiano, se rindiera a las demandas de reformas más urgentes y Francia y Alemania hicieran declaraciones autorizando tácitamente, el banco central con sede en Frankfurt indicó que intervendría comprando deuda de Italia y España.

Al día siguiente, los rendimientos de los bonos de ambos países cayeron desde un insostenible 6% y más a un nivel más manejable en torno a 5%. “El hecho de que el BCE compre bonos de España e Italia deja claro que hará lo que sea necesario para evitar una crisis sistémica”, dijo Dirk Schumacher, economista para Europa de Goldman Sachs.

Cuando los mercados de EEUU abrieron, sin embargo, se desplomaron, con el índice S&P cayendo 6,7% el lunes y las acciones de algunos de los grandes bancos retrocediendo más de 20%. Así que el martes todos los ojos estaban puestos en la Fed. Y no decepcionó. En una jugada inesperada y sin precedentes, prometió mantener las tasas de interés cercanas a cero hasta mediados de 2013, rompiendo con una antigua política de no comprometerse sobre el futuro de su política.

“La medida fue sorpresiva, diría que asombrosa”, dice Alan Blinder, profesor de economía en Princeton y un ex vicepresidente de la Fed. “A los bancos centrales en general y la Fed en particular no les gusta comprometerse por adelantado.”
La ventaja de renunciar a la flexibilidad de la Fed es que, si los mercados saben que las tasas de corto plazo no van a subir por dos años, eso va a hacer caer las tasas de interés de largo plazo también, haciendo que sea más barato pedir prestado y dando impulso a la economía.

La turbulencia continuó durante el resto de la semana, y el viernes algunos países europeos desenterraron otra ineficiente política de crisis previas y prohibieron a los inversionistas vender en corto acciones de firmas financieras para beneficiarse de sus caídas.

Pero los bancos centrales habían salido al rescate nuevamente. Los mercados subieron. Y algo de calma retornó.

Las acciones de esta última semana, sin embargo, dejan muchas dudas sobre si los bancos centrales han hecho suficiente, qué más podrían hacer, y si pueden sobrevivir a las poderosas presiones internas y externas que estas grandes decisiones desatan.

Mirado de otra manera, las banqueros centrales son los cirujanos de la economía mundial. Su problema es que los oncólogos y los radiólogos -que son los gobiernos que podrían usar el presupuesto para apoyar la recuperación y prestar a España y Grecia- se fueron a huelga.

La cirujanos tienen dos opciones: podrían seguir operando, intentando formas más radicales de políticas monetarias, aunque existen límites para lo que puedan conseguir. La alternativa es ir derivando hacia la política fiscal.

“Hagan lo que hagan no van a conseguir una fuerte recuperación”, dice Frederic Mishkin, profesor de economía de la Escuela de Negocios de Columbia en Nueva York y ex gobernador de la Fed, “pero el proceso político ha creado una tremenda incertidumbre”.

El acuerdo sobre el techo de la deuda de EEUU, que exigió aumentar los recortes de presupuesto y creó un clima político en el que nuevos gastos de estímulo resultan inconcebibles, traen de regreso el fantasma de 1937, cuando una apresurada carrera para recortar el déficit creado en la recuperación de la Gran Depresión hundió a la economía de regreso en la recesión. Aún peor, no resuelve en la práctica los problemas fiscales de EEUU.

La pregunta es qué pueden hacer los bancos centrales para compensar eso. Mishkin dice que la decisión de esta última semana de congelar las tasas por dos años era la mejor alternativa disponible. Pero sigue preocupado de algunas acciones más drásticas que la Fed podría tomar, como una tercera ronda de alivio cuantitativo (QE3) que probablemente significaría comprar bonos del Tesoro para hacer caer las tasas de interés. “Es muy peligroso para la Fed aparecer como apoyando políticas fiscales irresponsables”, dice Mishkin. “Si las cosas siguen deteriorándose van a tener que hacer algo más. Pero los costos del QE3 son demasiado altos”.

El profesor de Princeton, Blinder, es menos favorable al compromiso de dos años para la tasa, inclinándose por haber cortado el interés pagado a los bancos sobre sus reservas en un esfuerzo por obligarlos a prestar, pero también es crítico del QE3. “No veo que se obtenga mucha palanca sobre la economía comprando bonos del Tesoro”, dice.

Los activos que sí harían una diferencia, dice Blinder, son los valores más riesgosos como los bonos respaldados por hipotecas que la Fed compró en 2009. Eso devolvió la vida a un colapsado mercado hipotecario; en esencia, el banco central impulsó la economía asumiendo riesgo cuando nadie más estaba dispuesto a hacerlo.

Si la economía de EEUU sigue debilitándose, la Fed tendrá que hacer algo más, tal como los críticos como Paul Krugman vienen diciendo hace tiempo. El banco central siempre tiene el poder de crear más dinero, comprar activos y generar inflación, pero la Fed siempre estará restringida por el sentimiento de que eso le corresponde en mayor medida al Congreso.

En Europa, el BCE está tomando decisiones aún más profundas. Al comprar deuda de España e Italia está haciendo que toda la euro zona le preste dinero a los países miembro más aproblemados, una decisión altamente política.

Thomas Mayer, economista jefe de Deutsche Bank dice: “Este es el BCE haciendo exactamente lo que se supone que no debe hacer. Los padres del tratado de Maastricht (sobre la unión monetaria y económica) hicieron un gran esfuerzo para levantar un “cortafuego” entre el BCE y las finanzas de los gobiernos, y eso no ha funcionado. El BCE ha sido arrastrado a la arena política y ahora es un agente monetario y fiscal combinado”.

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