La primera ministra interina de
Australia, Julia Gillard, consiguió
hoy retener el poder para formar
un Gobierno de minoría con el apoyo dado a su Partido Laborista por
un diputado de los Verdes y otros tres independientes.
Gillard y
su formación de centroizquierda gobernarán el país con
76 escaños, con dos más de los que tendrá la coalición conservadora
que de nuevo ejercerá la oposición en el Parlamento federal, donde
las fuerzas estarán casi igualadas y una sola deserción en las filas
laboristas puede acarrear la caída del Ejecutivo.
Los diputados
independientes Rob Oakeshott y Tony Windsor, fueron
quienes dieron el respaldo definitivo al Partido Laborista, falto de
esos dos escaños que precisaba para alcanzar la cifra de 76 del
total de 150 que componen el Parlamento y evitar una derrota, el
empate con los conservadores, o la celebración de nuevas elecciones.
Poco
antes de que Oakeshoot y Windsor anunciasen su decisión en
rueda de prensa, Bob Katter, el otro diputado electo que negoció
hasta hoy con los dos mayores partidos políticos a la vez, anunció
su respaldo a la coalición conservadora formada por los partidos
Liberal y Nacional encabezada por Tony Abbott.
Las decisiones de
los tres diputados pusieron fin a las intensas
negociaciones que comenzaron después de que ni el Partido Laborista
ni la coalición conservadora consiguieran los 76 escaños necesarios
para gobernar en solitario, en las elecciones generales celebradas
el pasado 21 de agosto.
En conferencia de prensa, Oakeshott y
Windsor, explicaron con
detalle el proceso de negociaciones seguido durante los últimos 18
días y las razones por las que decidieron apoyar al partido de
Gillard, quien corría el riesgo de perder el cargo que asumió hace
unos dos meses y medio.
Gillard, de 48 años y la primera mujer
que gobierna Australia,
arrebató el pasado 24 de junio la jefatura del Ejecutivo y de las
filas laboristas a Kevin Rudd, a raíz de la revuelta interna surgida
en el partido por el descontento que motivó la fuerte caída de la
popularidad del entonces primer ministro.
Windsor y Oakeshott
dijeron que sus principales objetivos eran
aprovechar la ventaja ofrecida para la Australia rural y asegurar al
máximo que el país tenga un Gobierno estable, aunque no descartaron
apoyar una moción de censura o retirar su apoyo al Partido Laborista
"en caso de circunstancias excepcionales".
La primera ministra en
funciones confirmó en rueda de prensa, que
había asegurado a los dos diputados independientes, que el Gobierno
laborista invertirá 10.000 millones de dólares australianos (US$ 9.000
millones estadounidenses) en el medio rural, y ofrecido a
Oakeshott un cargo en el Ejecutivo.
"El Partido Laborista está
preparado para gobernar y ofrecer un
ejecutivo estable, seguro y eficaz durante los próximos tres años.
Se nos pedirán más responsabilidades que a cualquier otro gobierno",
dijo Gillard.
En opinión de Gillard el ajustado resultado
electoral demuestra
que los australianos quieren que el
Gobierno laborista y la
oposición conservadora "encuentren puntos en común y trabajen de
manera constructiva".
Por su parte, Abbott reconoció que el
desenlace le había causado
una decepción, y apuntó ante la prensa que la oposición cumplirá su
cometido de escrutar la gestión del Gabinete, al que avisó de las
consecuencias en el caso de que se equivoque en sus decisiones.