Por Wang Xiangwei
Poco después de que del primer ministro, Wen Jiabao, llegara al poder hace casi diez años, su gabinete comenzó a enviar señales inconfundibles de que China impulsaría el desarrollo del sector privado como un motor clave del crecimiento económico.
En 2005, el Consejo de Estado reveló con mucha fanfarria 36 medidas orientadas a impulsar la inversión privada en aquellas industrias estratégicas y enormemente lucrativas y sectores monopolizados por firmas estatales (banca, energía, infraestructura y aviación, por nombrar algunas).
Desde entonces, cada año las autoridades han repetido empacho su compromiso con la apertura, pero en realidad está ocurriendo lo contrario.
Las firmas estatales, ayudadas por políticas preferenciales y crédito fácil de bancos estatales, están haciéndose más grandes, consolidando sus controles monopólicos. Esto dio pie a un término sucinto que captura vívidamente el rol del gobierno en la economía: “el estado avanza mientras el sector privado retrocede”. Oficiales avergonzados encontraron que la expresión era tan fuerte que fue prohibida de los medios estatales.
La ironía no ha pasado desapercibida para muchos, ya que justo cuando Wen se prepara para retirarse en marzo, está alzando nuevamente la bandera de la inversión privada. El mes pasado, en una iniciativa poco común atacó a “un par de grandes bancos” por ganar dinero fácilmente y dijo que entre los líderes del país se había llegado a un consenso sobre romper los monopolios.
En las últimas dos semanas, las autoridades informaron una serie de medidas destinadas a impulsar la inversión privada en industrias estratégicas incluyendo a bancos y ferrocarriles.
¿Deben los emprendedores privados entusiasmarse tras tantos comienzos en falso? Hay buenas razones para creer que las autoridades son más serias esta vez, porque el dinero no gubernamental se necesita con urgencia.
La economía se ha desacelerado notablemente por la débil demanda externa de importantes socios comerciales de occidente junto con el mediocre consumo interno.
Wen enfatizó recientemente que asegurar un crecimiento estable sería una prioridad por sobre la lucha contra la inflación.
Ya que se cree que el gobierno central es incapaz de lanzar otra ronda de gasto de estímulo como en 2009 para la crisis financiera, ahora depende más que nunca de la inversión privada.
En comparación con anuncios anteriores, las últimas medidas parecen contener más directrices detalladas.
El sábado, el regulador de la banca anunció planes para estimular la inversión privada en la banca, particularmente en áreas rurales. Un punto significativo es que el accionista originador de una entidad financiera rural ahora debe mantener una participación mínima de 15%, por debajo del 20% previo.
El mismo día, el regulador de valores prometió facilitar que las empresas privadas se abran a bolsa en el mercado secundario, y entrar a la propiedad de corredores de acciones y futuros, firmas administradoras de activos y consultores de inversión. Un día antes, la autoridad anunció planes para alentar la inversión privada en empresas estatales reestructuradas.
Todas las medidas suenan alentadores, pero el diablo está en los detalles. A menos que las autoridades entreguen reglamentos detallados, los emprendedores privados difícilmente se entusiasmarán.