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¿Del homo faber al homo fabricatus?

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Por: Federico Reggio, abogado, Universidad de Padua. | Publicado: Viernes 29 de agosto de 2014 a las 05:00 hrs.
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En el ámbito de la ciencia ficción, suelen encontrarse entre los temas de la narración imágenes de una sociedad humana sumamente controlada en la cual la política y la técnica parecen haber estipulado una peligrosa alianza: un entramado entre una amplio poder de intervención tecnocientífica en la vida y un espacio extendido e invasor de control político, donde el hombre termina siendo reducido a objeto disponible por parte del sistema. Leyendo el reciente libro de Vittorio Possenti, “La rivoluzione biopolitica. La fatale alleanza tra materialismo e técnica” (Lindau, Turín, 2013, 220 págs.) se encuentran argumentos importantes y en algunos casos decisivos para considerar que algunos de los pronósticos literarios previamente citados están ocurriendo, al menos en parte, en el contexto contemporáneo.

En el ámbito de la ciencia ficción, tanto de comienzos del siglo XX como más reciente, suelen encontrarse entre los temas de la narración imágenes de una sociedad humana sumamente controlada en la cual la política y la técnica parecen haber estipulado una peligrosa alianza: un entramado entre una amplio poder de intervención tecnocientífica en la vida y un espacio extendido e invasor de control político, donde el hombre termina siendo reducido a objeto disponible por parte del sistema. Son escenarios inquietantes, muy alejados de los “destinos magníficos y progresistas” cultivados inicialmente por el iluminismo y posteriormente por el positivismo.

Obviamente, es posible preguntarse si esos escenarios son puramente fruto de la fantasía o si en cambio representan lúcidas intuiciones de autores que, a partir de fenómenos presentes in nuce en su contexto cultural, han percibido directrices históricas destinadas a manifestar en el tiempo resultados bastante más evidentes.

Leyendo el reciente libro de Vittorio Possenti, La rivoluzione biopolitica. La fatale alleanza tra materialismo e tecnica se encuentran argumentos importantes y en algunos casos decisivos para considerar que algunos de los pronósticos literarios previamente citados están ocurriendo, al menos en parte, en el contexto contemporáneo.

No por azar el autor, siendo ya catedrático de Filosofía Política en la Universidad de Venecia, comienza en su texto refiriéndose precisamente a las narraciones de Aldous Huxley para constatar en el contexto contemporáneo la manifestación de escenarios alarmantes imaginados lúcidamente en experiencias literarias y artísticas, pero en realidad ya intuidos también en el debate filosófico más agudo.

El surgimiento de nuevas técnicas en condiciones de ofrecer al hombre espacios y poderes de intervención en la vida hasta hace poco tiempo inimaginables se ha unido, según Possenti, con perspectivas ideológicas que apuntan hacia una utilización cada vez más eficaz e invasiva de esos poderes, ampliando –incluso mediante decisiones políticas y jurídicas- los espacios de intervención técnica en la naturaleza y -lo que es aún más preocupante- en el hombre mismo.

La vida, objeto de producción


Escribe Possenti: “La revolución biomédico-tecnológica, que implica un control cada vez mayor de los finalismos y los procesos vitales, induce poderosas mutaciones de los criterios de fondo que durante largas épocas han caracterizado la comprensión de lo humano y la cultura” (p. 9). En particular, se advierte un viraje decisivo hacia la idea de un ser humano reducido a mero dato biológico-material, acompañada por el progresivo deslizamiento hacia una ética caracterizada por una visión puramente utilitarista, cada vez más reacia a aceptar argumentos de principios.

El contexto contemporáneo no asiste por lo tanto solamente a una expansión de las posibilidades biotecnológicas, sino también a un impulso ideal hacia una sociedad regulada por la tecnociencia, donde la vida –también y sobre todo la vida humana- se presenta cada vez más como objeto susceptible de ser producido, manipulado y transformado técnicamente con finalidades determinadas extrínsecamente. En semejante contexto se verifica con relevancia cada vez mayor una “marginalización antropológica”, en la cual “el significado de lo humano se debilita” (p. 11) y pierde especificidad. Se rechaza la idea según la cual el hombre es portador de un sentido recibido, que debe descubrirse y “hacerse florecer” respetándose la unicidad y el carácter irrepetible de cada persona, rasgos propios tanto de su dignidad como de su aporte insustituible en la comunidad humana. Se abre camino, por el contrario, un materialismo difuso que, rechazando la idea clásica de una naturaleza con orientación teleológica y reflejo de un logos en el cual el hombre es participante, pero no señor, opta por una visión de la naturaleza misma como materia inerte en manos de la técnica: esta perspectiva, ya presente desde los albores de la modernidad, conduce a un desarrollo igualmente lógico e inquietante, consistente en “concebir al ser y a los hombres puramente como materia disponible para cualquier transformación” (P. 13), de lo cual se desprende que “todo el ámbito de la existencia está sujeto a la instancia técnica, de tal manera que también el derecho, con sus múltiples valencias, se entiende únicamente como técnica productora de leyes”, con los correspondientes resultados arbitrarios y nihilistas.

En el contexto contemporáneo, paralelamente con la ideología de la técnica, avanza la instancia que lleva a considerar “lo que es técnicamente factible” como “de suyo moralmente licito y tal vez incluso obligatorio” (p. 63): un modelo autorreferente que –como observaba lúcidamente Benedicto XVI en la encíclica Caritas in Veritate- conduce a una “desviación” de la técnica propiamente tal “de su originario cauce humanista” (n. 71), para llegar a resultados antihumanistas.

El autor dedica muchas páginas de gran contenido al progresivo abandono de la perspectiva humanista -sobre el cual Possenti recuerda su antiguo origen, señalando, por ejemplo, la tentativa de reacción emprendida por Vico ante el racionalismo ya predominante en su época-, identificando ante todo el complejo origen de este recorrido, el cual es hijo de “disgregaciones” del humanismo desde su propia interioridad (pensemos en las tendencias nihilistas que surgieron en algunas corrientes del existencialismo del siglo XX), de ataques externos (la instancia antihumanista proveniente tanto del materialismo como de ciertas formas de cientificismo evolucionista), así como “debilitamientos” más difusos, pero no menos fatales, de las categorías y las aspiraciones del pensamiento propio de la postmodernidad, en que una secularización ya materializada, una difundida y perjudicial antimetafísica y un relativismo permanente terminan “vaciando” instancias y discursos orientados hacia una perspectiva humanista.

La afirmación de impulsos radicales libertarios, calibrados en la creciente instancia de reconocimiento de mayores espacios de autodeterminación del individuo, resulta ser en realidad sólo un aparente impulso reactivo contra la consolidación de la ideología de la técnica: la tendencia contemporánea a identificar la subjetividad misma con la autonomía lleva de hecho a vincular la dignidad del sujeto con su capacidad de expresar voliciones o de oponerse a las opciones de los demás. No parece ser fortuito el hecho de que en el contexto bioético contemporáneo surjan cada vez más peticiones de ampliar espacios de disponibilidad en relación con aquellos individuos que no están (o han dejado de estar) en condiciones de ejercer actualmente su propia autonomía, poniéndose a menudo en tela de juicio su dignidad intrínseca e incluso a veces su propia subjetividad.

Por lo tanto, nada impide que el homo faber moderno, al convertirse en homo technologicus, termine siendo víctima de sí mismo y que de sujeto transformador y manipulador pase a ser objeto manipulado: de faber a fabricatus.

Se advierte entonces de manera aún más evidente por qué Possenti quiso mostrar en su texto la dimensión biopolítica del fenómeno: no sólo porque la tecnociencia contemporánea tiene implicaciones y dimensiones políticas, sino también porque la afirmación de semejante paradigma parece responder también a un diseño político subyacente, en el cual en definitiva el mayor número de posibilidades biotecnológicas es función del incremento de los esquemas de poder, del control social y de los intereses del mercado.

Volver a lo humano


Una sociedad que carece de antídotos contra las manipulaciones y por el contrario enseña a cultivar un sueño de manipulación de la naturaleza y del hombre es ciertamente una sociedad fácilmente condicionable por poderes eficaces. No por azar, como recuerda Possenti, el relativismo contemporáneo, en asociación con una idea puramente estadística de democracia (donde, empleando una terminología ratzingeriana, ya no corresponde a la verdad generar consenso, sino al consenso generar no verdad, sino ordenamientos comunes), entrega la sociedad a fáciles condicionamientos, privándola de auténticos motivos basados en principios y reduciendo toda elección, tanto ética como política, al ámbito de lo opcional.

Las argumentaciones de Possenti no se limitan, sin embargo, a una perspectiva política: él muestra de qué manera los resultados antihumanistas de la “alianza entre materialismo y técnica” exigen redescubrir el carácter central de la cuestión filosófico-antropológica subyacente en las temáticas biopolíticas y conducir en este plano una reflexión profunda y el desafío de un “retorno a lo humano” que restituya al hombre plena dignidad y con ésta una auténtica libertad y tutela.

Así, al leer las páginas dedicadas por Possenti a los escenarios contemporáneos, nos parece percibir cómo hoy está en juego precisamente la libertad y la tutela misma del hombre como individuo, como categoría del pensamiento y tal vez incluso como especie. Son múltiples -y Possenti ofrece un amplio recuento- las tendencias en las cuales hoy se manifiesta una erosión de lo humano y de su especificidad: entre todas, sobresale una investigación de lo posthumano o lo transhumano en que el hombre es proyectado y concebido nuevamente, potenciado (las teorías del enhancement) e incluso hibridado mediante los instrumentos de la genética. Las consideraciones del autor, en los capítulos V, VI y VII, sobre cuestiones bioéticas y biopolíticas actuales muestran cómo los escenarios inquietantes aquí señalados algunas veces no son potenciales, sino más bien manifiestan ya en acto su propia peligrosidad.

Además de los rasgos peligrosos de la técnica, las reflexiones de Possenti, especialmente en el capítulo IV de su libro, ayudan también a comprender las falacias y las ilusiones de la ideología tecnocrática, restituyendo así a la técnica misma -junto con su propio límite- su propia ratio: ser un instrumento en manos del hombre, un instrumento que como tal puede orientarse hacia el bien del hombre o hacia el mal.

Ciertamente, la alternativa es concebir, al contrario, al hombre como instrumento en manos de la técnica. El sueño transformador del homo faber ya tiene en sí mismo las premisas para traducirse en una pesadilla. La buena noticia es que esto constituye un peligro, una posibilidad, pero no un destino ineluctable.

Nada impide que el homo faber moderno, al convertirse en homo technologicus, termine siendo víctima de sí mismo y que de sujeto transformador y manipulador pase a ser objeto manipulado: de faber a fabricatus.
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