Frente a la inexplicable y escandalosa liberación del sicario venezolano por parte del sistema judicial la candidata comunista a la presidencia -qué mal suena eso- Jeannette Jara espetó como conclusión que había que legislar para levantar el secreto bancario. No muy lejano a “perdió Colo-Colo, luego hay que levantar el secreto bancario”, o “qué linda está la cordillera, levantemos el secreto bancario”. Da igual la falta de lógica, se ha elegido como caballito de batalla y se seguirá martillando al respecto buscando beneficios electorales de corto plazo e intrusión del Estado en el largo.
Como siempre, objetivos espurios como estos están siempre envueltos en coberturas caramelizadas para consumo masivo. En este caso el necesario e imprescindible combate al crimen organizado. Oídos sordos se hacen frente al muy razonable argumento de que frente a la sospecha de dinero mal habido transitando por cuentas bancarias los fiscales siempre pueden -y así lo hacen frecuentemente- solicitar la autorización a un juez para el acceso a las cuentas corrientes en cuestión.
Esto es algo que opera adecuadamente y a diario. Es cierto que involucra unos ciertos trámites que pueden demorar la investigación, pero bienvenida la espera si eso significa consagrar la protección del ciudadano frente al poder omnímodo del Leviatán hobbesiano.
Ante el legítimo temor del mal uso de la información se enarbolan argumentos pobrísimos por parte de sus impulsores del tipo refrán: “el que nada hace nada teme”. Con todo respeto, les digo frente a esa simplificación que nada he hecho y vaya que temo. Temo el manejo que pueda hacer el Estado de información sensible y delicada de cada uno de los chilenos.
Me perdonarán por mi escepticismo, pero estamos hablando del mismo Estado que libera sicarios sin ser capaz de dar una explicación coherente en días, el mismo Estado que entrega los útiles escolares a los niños vulnerables en septiembre y nadie se escandaliza mayormente, el mismo Estado en el que parece bastar conocer a las personas adecuadas en el Servicio de Impuestos Internos para que carpetas suban o carpetas bajen. Podría seguir durante horas y usted también.
En estos tiempos de malas costumbres, ¿cuánto se demoraría en llegar la información financiera de los chilenos a los Trenes de Aragua y filiales que operan en nuestro país? Si somos afortunados sería cosa de semanas, lo probable una cosa de días. Bajo el paraguas de enfrentar al crimen organizado, muy probablemente terminaríamos alimentando a esos grupos con información valiosísima para su actividad criminal. Temo, claro que temo.
Y eso dejando de lado la arista política. ¿Nos podemos olvidar de que la candidata de la izquierda milita en el Partido Comunista desde los 14 años? No hay que ser muy perspicaz para saber que bajo sus encantos comunicacionales hay una lealtad al PC contra viento y marea. Simplemente, no nos podemos arriesgar a que nuestra información sea accedida por personeros que ven la democracia y la separación de poderes como un elemento puramente instrumental. Un apriete político aquí y otro allá sería de todos los días.
No es personal Jeannette, es tu historia y la de tu partido en el mundo, por lo que si de refranes se refiere, me quedo con “secretos de dos no son de Dios”.