Economía y Política
La consolidación de la polémica fórmula Piñera a la hora de conformar su gabinete ministerial
Cuestionado inicialmente, el diseño de nombrar a un gabinete técnico-empresarial, prescidiendo de político con experiencia, ha terminado validándose por su gestión.
Por: Equipo DF
Publicado: Lunes 27 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.
Blanca Arthur
Con la nominación de su equipo ministerial, el presidente Sebastián Piñera realizó su primer gesto de audacia, al establecer de manera inequívoca que el sello que le imprimiría a su gobierno no sería el tradicional.
En una decisión en que marcó una clara independencia de los partidos de su coalición, optó por darle preeminencia a las capacidades técnicas por sobre la experiencia política.
Fue entonces cuando, desatendiendo el alegato de los dirigentes, sorprendió designando a un gabinete compuesto esencialmente por profesionales con una exitosa carrera empresarial, profesional o académica, pero que en su casi totalidad, poco o nada conocían de los desafíos relacionados con las tareas de gobernar.
La ausencia de políticos experimentados no fue una determinación que escapara a los cálculos de Piñera, sino por el contrario, respondió a una apuesta por un equipo con un perfil propio que fuera el emblema de ese cambio en el estilo de gobernar que propugnaba.
En esa línea fue sintomática la composición profesional del equipo -de los 22 ministros, nombró a 8 economistas, 6 ingenieros civiles- mientras políticamente dos tercios eran independientes. Con un gabinete de estas características se sucedieron las críticas o la incertidumbre acerca de si cumpliría con el propósito de de realizar una buena gestión.
No es, sin embargo, la misma impresión que existe a la hora del balance, en que muchas de las aprensiones se han disipado, en parte porque los ministros progresivamente se han ido empoderando.
Empresarios: apuesta a la eficiencia
Con la decisión de nominar a un ministerio técnico, lo menos sorprendente ni cuestionado, fue que Piñera incorporara a aquellos economistas que, con un perfil similar al de él mismo todos con post grados en Estados Unidos- compartían la misma mirada de la economía.
Como parte de los grupos Tantauco, era un hecho que Felipe Larraín, Juan Andrés Fontaine, Felipe Morandé o Cristián Larroulet estaban preparados para realizar una buena gestión desde sus respectivas carteras, entre otras cosas porque habían aprendido a trabajar con Piñera.
No era el caso de aquellos con que éste hizo su gran apuesta diferenciadora, como fue la designación de numerosos ministros que sin la menor vinculación con la política, que destacaban esencialmente por su experiencia en el sector privado o por el conocimiento de los temas de sus carteras. Con la expectativa de que ésa sería una característica para realizar tener un desempeño eficiente, nombró incluso a empresarios en carteras de corte político, como Alfredo Moreno en la Cancillería, pero sobre todo fue la fórmula para gran parte de las principales carteras sectoriales como Salud, Trabajo, Minería, Obras Públicas, Energía e incluso Vivienda, porque pese a que la ministra Magdalena Matte es UDI, su procedencia era el mundo empresarial. Frente a la imposibilidad de desconocer los méritos profesionales de cada uno de los ministros, la principal duda que se planteó fue que si esas condiciones podrían suplir su inexperiencia completa en la gestión pública.
Como incluso lo han reconocido algunos de ellos, la distancia que tenían con la política o la falta de agenda propia, ha sido un impedimento para ser más lucidos o comunicar mejor sus realizaciones, donde el caso que se destaca especialmente es el Hernán de Solminihac en Obras Públicas o el de la ministra Matte.
Como sea, lo cierto es que la fórmula se fue consolidando con el transcurso de los meses, cuando, en parte como consecuencia de las circunstancias excepcionales que ha enfrentado el gobierno este año, se enfrentaron a desafíos que demandaban eficiencia.
Golborne-Mañalich
Emblema de ello fue el ministro de minería, Laurence Golborne, quien, pese a su experiencia exclusivamente empresarial en el rubro del retail, mostró en el rescate de los mineros una capacidad de gestión no sólo técnica, sino también un manejo político que lo encumbraron como la figura mejor evaluada del gabinete, e incluso lo situaron como indiscutido presidenciable.
Otro caso que se destaca para confirmar que la apuesta no fue equivocada, es el del titular de Salud, Jaime Mañalich, quien exhibiendo como título haber sido un exitoso director de una clínica privada, no sólo se ha posicionado en una cartera complicada, incluso con propuestas audaces, sino además realizando una gestión que excede a lo meramente sectorial.
En concreto, con el desempeño de estos ministros-empresarios-técnicos ---más allá de que no todos hayan cumplido de manera similar las expectativas-- al menos se ha ido imponiendo ese estilo distinto con el que Piñera ha querido marcar la diferencia con los gobiernos donde imperan los políticos.
Políticos: jugada por el recambio
La prescindencia de políticos con trayectoria fue también una de las decisiones más controvertidas del gabinete piñerista, precisamente por la falta de experiencia que exhibía el equipo en general.
Pero las nominaciones propiamente políticas confirmaron que no era ése el diseño, sobre todo, después de que optara por no nombrar a personeros como los senadores Andrés Allamand o Pablo Longueira, quienes aparecieron hasta el final como cartas casi seguras para asumir alguna cartera.
Con esta determinación quedó establecido que la apuesta presidencial -tal como con los sectorialesno era la experiencia, sino la capacidad potencial que podían tener los futuros ministros. Tanto es así que en la designación de figuras políticas, Piñera recurrió a rostros de recambio, como Rodrigo Hinzpeter en Interior, el que incluso se perfila como carta presidencial, en tanto, el otro militante de RN que escogió para la primera línea, Felipe Bulnes en Justicia, emerge con fuerza como un ministro potente con indudable futuro político.
En la elección de los UDI, la opción fue más o menos similar, al designar a Ena Von Baer en la vocería, mientras a cargo de un ministerio prioritario como Mideplan -que debe transformarse en el de Desarrollo Social- puso a Felipe Kast.
Con los matices que pueda tener el desempeño de estos cuatro ministros, lo cierto es que todos aparecen como un capital político de la era piñerista para al futuro, al punto que además de haber logrado ser conocidos, también son bien valorados por la ciudadanía.
El caso de Lavín
Nadie desconoce que con este diseño han existido deficiencias en la conducción política, pero tanto en los círculos de palacio, como en el propio mundo político, admiten que el costo ha sido menor frente a los problemas que se podrían haber suscitado con la presencia en el gabinete de ministros con un perfil tan potente como el de los senadores Allamand, Longueira u otros políticos de similar fuerza.
Caso aparte, dadas las razones que hubo para nombrarlos, fue la incorporación al gabinete de Joaquín Lavín, de Jaime Ravinet o de José Antonio Galilea, que eran los únicos tres con experiencia política, pero lo que se destaca es que, pese a ello, no han jugado papel en esa línea en el ministerio.
El ejemplo más claro es el de Lavín, que siendo el de un perfil político más nítido, en el esquema de Piñera su principal aporte al gabinete está en su desempeño como ministro de Educación, sin perjuicio de que por su experiencia, sea consultado para algunas decisiones de orden político. El caso de este ex o futuro presidenciable grafica claramente que la apuesta presidencial no era contar con ministros con trayectoria, sino que aun cuando la tuvieran, su desafío era la eficiencia.