Laboral & Personas

David Acuña, nuevo presidente de la CUT: la historia de un sobreviviente

El líder sindical socialista de 41 años, reponedor de supermercados buena parte de su vida laboral, en 2021 estuvo internado por Covid y en dos ocasiones rozó la muerte. Hijo de una mujer mapuche de la zona de Río Bueno, creció en la capital sin un padre biológico, sufrió la muerte de su padrastro y terminó el colegio trabajando de día y estudiando de noche. Casado desde los 20 con su compañera de colegio, desde la cúspide de la CUT lideró las actividades de este 1 de mayo con un perfil dialogante y un norte: abrir la multisindical.

Por: Rocio Montes | Publicado: Viernes 29 de abril de 2022 a las 16:53 hrs.
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Foto: Julio Castro
Foto: Julio Castro

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A su señora, Tita, no le gusta que la acompañe al supermercado, porque -entre pasillo y pasillo- su esposo se pasa repartiendo saludos. Es el nuevo líder de la CUT, David Acuña, de 41 años, que ha trabajado buena parte de su vida en este rubro, de reponedor, un oficio que le enorgullece, aunque considera precarizado.

Comenzó en Unimarc a los 17 años, incluso antes de terminar los estudios secundarios, que finalizó de noche, porque trabajaba en el día. No pudo seguir estudiando por falta de dinero. Luego, en Unilever –su actual empresa–, asumió posiciones de liderazgo sindical representando a su gremio hace una década.

Casado con una compañera de colegio desde los 20 años, con la que tiene un hijo de 18, Acuña lideró las actividades de este 1 de mayo con un perfil dialogante, muchas convicciones y un norte: abrir la multisindical. Y con un lema: “Creemos en el diálogo, pero también en la movilización”. Tres palabras ha repetido en estas últimas semanas: esperanza, diálogo, construcción.

Parte de una nueva generación de dirigentes, se considera “un obrero del sindicalismo”. Cuentan que abre las puertas de la CUT antes de las ocho y media de la mañana y, generalmente, él mismo las cierra por la noche. Sus compañeros suelen tomar desayuno con él. Para Acuña, lo de madrugar y pasar muchas horas en el trabajo resulta habitual, porque se ha desempeñado como reponedor toda una vida. Muy trabajólico y apasionado del mundo sindical, suele repetir que el supermercado funciona como una gran familia. Luego de la renuncia anticipada de Silvia Silva, asumió la presidencia de la CUT, donde llegó a su Consejo Nacional hace seis años. Es la primera vez que un socialista la lidera desde el mandato del mítico Arturo Martínez (2000-2012).

Dirigente atípico

La llegada de Acuña al liderazgo de la CUT tiene componentes especiales. Fiel devoto de la Virgen de Lo Vásquez, hincha de la U aunque no del fútbol, admirador de Salvador Allende y de Michelle Bachelet, amante de los gatos y coleccionista de objetos llamativos pero inservibles que adquiere en Franklin, es un dirigente atípico en la historia de la CUT. Por ejemplo, viene del mundo privado, que se sentía poco representado en la multisindical. Y de un rubro –reponedores de supermercados–, donde trabaja mucha gente joven que, según algunos cálculos, llegan al menos a 10.000 personas. Suelen ganar el sueldo mínimo en promedio.

Acuña tiene un modo templado y cercano que no ahuyenta. Lo destacan por no tener prejuicios. Su forma y estilo ­­–muy creíble, dicen los que lo conocen– parecen contraculturales en el actual momento de Chile. Lo ha mostrado desde que el 22 de marzo asumió el cargo de mayor visibilidad en la CUT y en los diálogos públicos que ha sostenido en televisión, por ejemplo, con el líder empresarial Juan Sutil (ambos llegaron el domingo a TVN acompañados con sus esposas, que conversaron animadamente mientras ellos estaban en el set del programa Estado Nacional). Luego, el miércoles, en la OIT, frente al Presidente Gabriel Boric (al que no conoce mucho) y los dirigentes de las ramas empresariales –a los que saludó por su nombre, a cada uno–, inauguró el diálogo social por las reformas de las pensiones con una declaración profunda de intenciones: “La esencia del dirigente sindical es el diálogo.

Cuando se termina el diálogo, tenemos que tomar la otra parte, la movilización. Diálogo y movilización, fuertemente”, aseguró Acuña, que agregó que existen más cosas que acercan a trabajadores y empresarios que las que los separan. Y lo dijo alguien que ha participado en sus 10 años de vida sindical en diferentes negociaciones y huelgas.

Cuentan que en sus años de dirigente estrechó muy buenos lazos con Manuel Melero, expresidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC). Acuña suele recordar, dicen, cómo el líder gremial le aconsejaba: “Hay que amojonar, David, hay que amojonar”. Y que durante el estallido, aunque cree en la movilización, estaba en una posición de condena de la violencia. Acostumbra a decir que no ve a las empresas como enemigas.

Admirador del dirigente sindical portuario de los ‘60 Exequiel Ponce –socialista, detenido desaparecido­–, uno de sus guías como sindicalista ha sido el profesor José Manuel Díaz, al que considera su mentor. Empezó a militar en el PS en 2016, en lo fundamental por dos razones: la historia y la diversidad de opiniones que, asegura, cobija la formación.

Sus raíces

En estas semanas al frente de la CUT, se le reconoce las negociaciones por el reajuste del salario mínimo, la creación de un beneficio inédito para mitigar el aumento de los precios de los productos de la Canasta Básica de Alimentos, su participación en el diálogo por las pensiones en la OIT y la constitución del Consejo Superior Laboral, donde abrió la cancha y, aunque lo podría haber presidido él, quedó liderado por su antecesora Silva, actual vicepresidenta de comunicaciones de la CUT.

En su oficina puso varios cuadros –uno con la imagen de Allende y otro con la de Bachelet–, un banderín de la U, imágenes de la Virgen de Lo Vásquez y de su familia.

Hijo de una madre soltera de origen mapuche –el segundo apellido de Acuña es Millahueique–, su familia materna proviene de la comunidad indígena Nolguehue, de Río Bueno, en la Región de los Ríos, donde el clan conserva su casa, aunque hoy en día sin habitantes porque todos han emigrado. Una vez al año, al menos, Acuña vuelve y visita a sus abuelos en el cementerio.

La de su madre era una familia de esfuerzo. Sus abuelos tuvieron 14 hijos, que empezaron a trabajar siendo casi niños y lejos del hogar. Sus orígenes enorgullecen al presidente de la CUT, como el papel que ha cumplido su madre en su vida y sigue cumpliendo: viven todos juntos en Peñalolén. Por el sacrificio de sacarlo adelante sola sin la ayuda de su padre biológico –solo lo conoció ya de grande, cuando el hombre lo demandó en los juzgados–, y por el sostén en los momentos complejos. Casada con un hombre que hizo de padre de Acuña desde los 11 años, con el que ella tuvo otros dos hijos, el padrastro del presidente de la CUT murió en un accidente automovilístico. Fue el primero de los grandes golpes de esta familia.

Hubo un segundo gran remezón. En junio del año pasado, Acuña se contagió de Covid. Llegó a las dos de la mañana al centro de salud y a las nueve de la noche estaba intubado. Antes, se despidió de su señora y de su hijo. Lo desintubaron y, como hubo un problema en el proceso, le dijeron que había probabilidades de muerte y, nuevamente, otra despedida. A los 14 días lo reanimaron y le dio un paro cardiorrespiratorio y le hicieron RCP, en imágenes que todavía recuerda. Hoy, ha contado que se fue tranquilo, porque ha sido todo lo que ha querido ser en su vida y ha hecho todo lo que ha querido hacer, dentro de sus posibilidades. Y que se dio cuenta de que era una persona muy querida.

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