¿Qué esperan las empresas del ya cercano 2026? ¿Cuáles son sus proyecciones en materia salarial? Esas son parte de las preguntas que aclaró un sondeo de Michael Page –firma especializada en el reclutamiento de profesionales– entre más de 5 mil ejecutivos en Chile.
El sondeo arrojó que, a raíz del actual escenario electoral, son varias las empresas que mantienen preocupaciones e incertidumbre respecto de cómo será el próximo año. Algo que se grafica en el hecho de que solo el 29% de las compañías planea subir sueldos en 2026, mientras el 40% aún no lo define.
Además, del acotado grupo de empresas que apostará por incrementos salariales, un 61% prevé alzas moderadas (3%-5%) y apenas un 6% contempla incrementos superiores al 10%.
un 29% de las empresas contempla aplicar alzas salariales en 2026.
Para el gerente general de Michael Page Chile, Álvaro Parker, estos resultados reflejan una “cautela marcada” en las organizaciones.“Si bien hay un grupo que ya proyecta aumentos, el alto porcentaje de indecisión (40%) muestra que los ajustes salariales no son la única vía para retener talento. El estudio indica que los incrementos ‘no generarán grandes saltos de satisfacción’, por lo que la clave estará en reforzar beneficios diferenciados, flexibilidad y desarrollo profesional, factores que el talento ya prioriza por sobre el salario”, dice Parker.
Con relación a las decisiones de inversión o expansión, el sondeo constató que un 38% de los consultados mantendrá inversiones, un 34% aún no lo sabe y un 13% las acelerará. En la otra vereda, un 10% dijo que las reducirá, un 8% aseguró que suspenderá decisiones estratégicas y un 6% las pospondrá.
Respecto de las prioridades de los negocios, el 80% de las organizaciones declaró que su prioridad estratégica será el crecimiento del negocio, seguido de un 65% que apunta a una mayor eficiencia operativa y reducción de costos. Estos datos, dice el estudio, muestran que “más allá del ruido político, el empresariado chileno está apostando por el desarrollo antes que la retracción”.
Teletrabajo y satisfacción
Con respecto a las modalidades de trabajo, los resultados constataron que el modelo predominante es la presencialidad, con casi la mitad de los encuestados operando bajo este esquema. El resto se distribuye entre quienes se desempeñan en formato híbrido (bajo distintas distribuciones de los días) y quienes aún trabajan de forma telemática al 100%.
Según complementa Parker, esto responde a una priorización de la cultura organizacional, la colaboración directa y el control de la productividad. “Sin embargo, el 42% trabaja en esquemas híbridos, lo que evidencia que el trabajo remoto no ha desaparecido, sino que se ha transformado hacia modelos más balanceados. Las empresas buscan equilibrar flexibilidad con cohesión interna, más que volver completamente al modelo prepandemia”, explica.
En beneficios, el estudio constató que se observa una brecha entre lo que ofrecen las empresas y lo que realmente se valora. Así, las organizaciones priorizan salud (70%), bonos (66%) y algunos formatos de flexibilidad. Los profesionales, en tanto, ponen entre sus mayores prioridades la modalidad híbrida, la alimentación (vales/comedor) y más flexibilidad.
Otro fenómeno que identificó el sondeo es que cuatro de cada 10 encuestados hablaron de una satisfacción “regular” con sus salarios, lo que indica una aceptación poco entusiasta de su remuneración.
Para Parker, detrás de esta “conformidad sin entusiasmo” hay una brecha entre las expectativas de los equipos y la visión empresarial.“Muchos profesionales reciben aumentos por inflación o acuerdos sindicales (47%), pero no perciben reconocimiento, equidad ni oportunidades de crecimiento, factores que hoy pesan tanto como el sueldo. El fenómeno se asocia a una ‘frustración silenciosa’: los colaboradores no están abiertamente insatisfechos, pero tampoco comprometidos, lo que exige políticas de compensación más integrales y programas de desarrollo que den sentido de propósito y avance profesional”, advierte.