En el ecosistema emprendedor no existe una única vía de financiamiento. El instrumento adecuado, ya sea capital de riesgo, deuda o fondos públicos, depende de una serie de factores, como la etapa de madurez de la compañía, su capacidad de escalar y el nivel de riesgo.
Para la cofundadora y managing partner de Platanus Ventures, Paula Enei, antes de ir a un fondo de venture capital el emprendedor primero debe definir qué tipo de empresa tiene, pues no todas califican para inversión de riesgo.
“Hay harta confusión en relación a qué es una startup: no es simplemente una empresa chica que está recién empezando, sino que es fundamentalmente una que puede escalar su operación, ingresos y márgenes de forma muy acelerada, dado que casi siempre su médula es la tecnología y eso es lo que habilita el crecimiento exponencial”, explicó.
Agregó que no todas las compañías que usan tecnología son una startup, sino que en algunos casos se trata de pequeñas y medianas empresas (PYME) tecnológicas, las que quedan fuera del radar del capital de riesgo.
Paula Enei dijo que no todas las empresas que usan tecnología son una startup, muchas son una PYME tecnológica, que crece más lento, requiere mucho equipo y apunta a retornos inmediatos, por lo tanto, no califica para inversión de riesgo.
“Estas tienen un crecimiento lineal y apuntan a la sostenibilidad y rentabilidad inmediata. Es menos riesgosa, pero crece más lento y tiene márgenes esperados. Un buen ejercicio para saber si estás construyendo una PYME tech o una startup es preguntarte: ¿para crecer 5x qué necesito? Si la respuesta es equipo, probablemente sea una PYME”, comentó.
Un ejemplo de una PYME tecnológica es un software de contabilidad enfocado solo en Chile. “En general, es cualquier empresa que atienda un mercado o necesidad muy local, que a pesar de ofrecer un producto tech a sus clientes, requiere de muchas personas para su operación”, señaló.
Etapa temprana
Aclarado este punto, toca definir la estrategia. Para el emprendedor e inversionista ángel, Roberto Camhi, el financiamiento siempre tiene que ver con la velocidad, riesgo y control que se quiere mantener en la startup.
“La velocidad es qué tan rápido necesitas el financiamiento; el riesgo es que lo tienes que pagar independiente de si te va bien o mal; y el control es si toman o no equity (propiedad). Estos calzan mejor o peor en función de la etapa en la que está cada compañía”, comentó.
Cuando la startup está recién comenzando y en fases tempranas, Camhi dijo que los inversionistas ángeles y los fondos públicos son claves. Los primeros porque aportan capital y apoyo sin presionar por retornos acelerados, y los segundos porque permiten financiar validaciones tempranas sin entregar participación de la empresa. “Los ángeles ponen plata full riesgo y no te presionan. Te dicen ‘juegue’”, dijo.
En tanto, el director ejecutivo de Endeavor Chile, Patricio Rojas, coincidió y señaló que en fases pre semilla y semilla “prácticamente todas las vías de financiamiento son válidas”: fondos públicos, aportes personales y ángeles. Dijo que este tipo de inversionistas representa el 40% de las rondas tempranas.
“Es clave salir a buscar capital por múltiples vías, pero con una sola gran precaución: proteger el cap table (composición accionaria). La evidencia indica que fundadores que llegan muy diluidos a una Serie A tienen menos probabilidad de cerrar rondas posteriores. Idealmente, deberían conservar más del 50% del equity”, afirmó.
Sin embargo, Enei dijo que no todos tienen acceso a un inversionista ángel o familiares y amigos que puedan aportar un ticket (monto de inversión), aquí los fondos públicos podrían ser otra alternativa.
“Luego viene la etapa presemilla, probablemente la primera ronda institucional. Ahí inversionistas -como Platanus Ventures- entran buscando principalmente dos cosas: un equipo sólido que genere convicción y un mercado atractivo. En esta fase todo puede cambiar menos el equipo, por eso es el factor más importante para decidir”, planteó.
Escalamiento
En una etapa más madura, cuando la startup ya tiene su producto validado en el mercado y busca escalar y expandirse a otros países, el abanico del financiamiento crece y está dominado principalmente por los fondos de capital de riesgo y, más adelante, inversionistas institucionales como los family offices, pero también por deuda.
Camhi comentó que esta última se vuelve útil para financiar capital de trabajo y ciclos de caja, porque “es más rápida y no diluye” (la propiedad de la startup), pero requiere claridad en flujos y capacidad de pago.
“Desde Serie B en adelante, la composición se inclina más hacia el venture capital y empieza a aumentar el uso de deuda; esta última representó el 20% total del financiamiento global entre 2022 y 2023, según PitchBook”, dijo Rojas.
Camhi también enfatizó en que los emprendedores “deben entender bien la tesis y comportamiento de los fondos”, pues estos vehículos operan por portafolio y no priorizan una startup que no esté teniendo buenos resultados.
Enei, en tanto, afirmó que después viene el growth capital, que corresponde a Series B, C y etapas posteriores, dominado por los fondos de riesgo.
“Es el capital destinado a escalar de manera acelerada, hasta lograr una salida, ya sea siendo adquirida por otra compañía o, en casos más excepcionales, saliendo a bolsa”, afirmó.