Hoy el consejo del Banco Central dio a conocer las minutas de la Reunión de Política Monetaria de febrero, donde según el documento por unanimidad resolvieron bajar la tasa de interés hasta en 25 puntos base a 4,25%.
Por otra parte, sobre los movimientos futuros de la TPM, todos los consejeros concordaron en la conveniencia de mantener el sesgo expansivo establecido en la reunión anterior.
Según las minutas, un consejero indicó que si bien lo más probable era que el próximo movimiento de la tasa de interés fuera a la baja, no le parecía que ello debía ocurrir de inmediato. A su juicio, la política monetaria ya había entrado en un territorio en que tenía una clara orientación expansiva, lo que se reflejaba en las tasas de interés de largo plazo.
Además, los diferenciales de tasa respecto de otros países relevantes se habían reducido significativamente. Por otra parte, si bien el déficit de cuenta corriente había bajado, seguía siendo elevado dada la menor tolerancia de los mercados financieros internacionales con las economías emergentes.
Todo lo anterior apuntaba a que después de bajar la TPM en esta reunión, se debía esperar por nuevos antecedentes que permitieran evaluar mejor la necesidad de un estímulo monetario adicional.
Un Consejero señaló que con la información disponible hasta ahora algún ajuste adicional podría requerirse, lo que justificaba la mantención del sesgo de la política monetaria. Otro Consejero señaló que le parecía relevante mantener la comunicación de la reunión anterior. A su juicio, se veía probable un relajamiento monetario adicional al de esta reunión. Su magnitud y momento dependerían de la información que se fuera recibiendo.
Un Consejero planteó que la opción que surgía con bastante claridad era la de bajar la TPM en 25 puntos base. En su opinión, el proceso de ajuste no había concluido y existía espacio para recortar la tasa. Ello era coherente con la apreciación de que la TPM se encontraba en un nivel relativamente alto al momento de iniciar este proceso de ajuste y con la trayectoria que desde entonces había seguido la actividad. Por lo mismo, no veía razones poderosas para no reducir la TPM en esta reunión.
Un Consejero indicó que las opciones planteadas eran las más razonables, pero que la opción de bajar se imponía claramente sobre la de mantener. Esta última opción era más coherente con un mercado laboral que seguía dinámico, con un crédito que crecía vigorosamente y con potenciales efectos de segunda vuelta de la depreciación cambiaria sobre la inflación.
Sin embargo, dado el escenario macroeconómico actual y, en particular, por una economía que crecía menos que su potencial, creía menos probable que estos efectos fueran significativos, aunque siempre se debía estar atento a la nueva información que se tuviera en esta materia. Por ello, prosiguió, la opción de bajar la TPM se imponía y era coherente con una desaceleración más rápida que la estimada, con menores perspectivas de corto plazo para la actividad y con una inflación controlada. Por lo demás, concluyó, también era coherente con la comunicación previa del consejo.