Hace un mes Pablo García Silva volvió al Banco Central. Esta vez sí, como uno de los cinco consejeros que lideran la máxima entidad monetaria del país. Un estatus que pareciera coronar un currículum impecable de este economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde luce su más reciente cargo como director ejecutivo por la silla del Cono Sur del Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus diversos roles en el mismo instituto emisor, incluida la gerencia de la División de Estudios, desde donde jugó un rol clave en la formulación de medidas con las cuales el ente rector contribuyó a que el país salvara la crisis internacional de 2008-2009. Sus palabras reflejan madurez. La suficiente como para exponer su confianza en el futuro de la economía nacional, pero sin “bajar la guardia”. “Soy optimista en términos que hemos logrado mucho en los últimos 25 años. Pero tenemos desafíos nuevos ahora, hay nuevas demandas”, afirma el sucesor de Manuel Marfán.
- Hace un año, la preocupación era el sobrecalentamiento de la economía chilena. Hoy es la desaceleración. ¿Qué tan inquietante es el menor crecimiento del país?
- Hay dos cosas a tener en cuenta. Primero, Chile es una economía pequeña, abierta, comprometida con una estrategia de integración financiera y comercial, por lo tanto es inevitable que lo que ocurre en el mundo nos afecte. Es parte de las reglas del juego. El ciclo minero a nivel global ha ido moderándose y obviamente que eso nos impacta, de manera que uno va aprendiendo todos los meses, por eso tenemos reuniones todos los meses.
El segundo punto clave es que tenemos un marco de política, que hemos ido construyendo en las últimas décadas, que tiene como virtud poder adaptarse a todos esos cambios. Y ahí yo destacaría principalmente la flotación cambiaria, que es una gran válvula de escape para enfrentar los cambios en los escenarios internacionales y una política monetaria que se basa en metas de inflación, que es creíble, y que, por lo tanto, puede actuar como amortiguador frente a todos estos eventos externos.
- Pero el grado de desaceleración, ¿es saludable o va muy rápido?
- Es esperable que los períodos de crecimiento más altos no sean sostenibles y tiendan a moderarse, eso es lo que uno espera y, en cierta forma, está bien que ocurra. Si es un proceso de desaceleración más o menos intenso tiene implicancias después sobre lo que uno hace con política monetaria. No es un tema de preocupación sino de estar preparados para actuar. Cuando la economía se debilita, eso naturalmente implica una política monetaria que tiene que ser más acomodaticia; cuando la economía se acelera, la política monetaria tiene que ser más dura. Y ese es el rol que le corresponde al esquema de metas de inflación como el que tenemos en Chile.
- Entonces, es ficticia esta “polémica” en el mercado respecto a si el Banco Central está privilegiando el crecimiento versus inflación…
- Nuestro marco de política hay que entenderlo de manera muy correcta. El marco de política no responde a información coyuntural sino que a mantener expectativas de inflación de mediano plazo, en torno a dos años, y han estado alineadas con la meta desde hace ya mucho tiempo. De hecho, la inflación promedio y las expectativas promedio de los últimos 10 años probablemente han estado muy cerca a 3% y eso le da un gran grado de libertad al Banco Central para actuar, con política monetaria más o menos activa, dependiendo de lo que está ocurriendo con el ciclo.
- ¿Cuál es su diagnóstico sobre el freno de la inversión, que parece lo más preocupante del actual escenario macro?
- Pondría esa pregunta en dos dimensiones. La primera, referida a las múltiples opiniones sobre lo que está afectando la inversión. Hasta ahora, creo que el elemento central ha sido el hecho de que vivimos un ciclo minero a nivel global que fue muy intenso. Después de la crisis de 2009 hubo un incremento de la inversión minera en todas partes del mundo y en Chile pasó a representar un porcentaje mucho más importante del total. Y eso aumentó la capacidad productiva, la producción minera, pero se trata de un ciclo de una sola vez. Entonces, hemos visto desde el año pasado cierta moderación. Por otra parte, Chile y otras economías emergentes enfrentaron condiciones financieras súper holgadas en el mundo. Las tasas de interés en EEUU y en Europa estaban muy bajas. Y eso desde hace un año que está mutando y las condiciones financieras se han tornado un poco menos expansiva. A estas alturas, estos son los elementos que priman para explicar lo que ha ocurrido con la inversión. La segunda parte es que para efectos de la política monetaria y el ciclo económico lo que a uno le interesa es ver lo que está ocurriendo con la realidad, con los datos, con el crecimiento. Creo que es importante tener claro eso. Mi opinión es que hoy hay fenómenos globales del ciclo minero que son de primer orden para ver lo que está pasando con la inversión.
- A nivel local hay críticas respecto a la falta de reformas estructurales y que eso también podría ayudar a sostener un buen crecimiento...
- Indudablemente, uno siempre puede pensar en reformas que aumenten el crecimiento de mediano plazo. Es una tarea permanente, pero hemos tenido un esquema en Chile que ha permitido sostener crecimientos en promedio elevados ya por más de dos décadas y, además, preservando grados de estabilidad financiera significativos y eso creo que es buen referente de que no tenemos un problema estructural de crecimiento. Por supuesto que hay desafíos, en el ámbito del crecimiento, el acceso a la educación, la energía que uno debe enfrentar, pero no creo que tengamos un problema estructural de crecimiento; y creo que la evidencia de las últimas dos décadas y media, va en esa dirección.
- ¿Y cómo se calibran las expectativas a la hora de tomar decisiones de política monetaria? Muchos creen que la inversión está afectada por los anuncios de reforma tributaria...
- Insisto, hay múltiples opiniones respecto a qué y en qué grado sobre todo determinan distintos elementos el crecimiento de la inversión (…) Hasta ahora, lo que ha primado ha sido este gran ciclo global de la inversión minera y las condiciones financieras externas para economías emergentes que son complicadas. Si se mira lo que ha ocurrido con la inversión de países mineros, se ha producido un ciclo muy parecido. Entonces, uno dice esto es como de primer orden. Ahora, las expectativas indudablemente que influyen en las decisiones hoy día, pero el Banco Central no está en el negocio de estar manipulando expectativas. Creo que acá hay que ser siempre muy realistas respecto a cuáles son los desafíos que enfrenta la economía chilena, qué cosas pueden incidir en el crecimiento desde el punto de vista del escenario internacional y, por lo tanto, cómo la política monetaria va a ir reaccionando frente a estos distintos desarrollo.
- La misma autoridad fiscal durante el año pasado tuvo bastantes reproches al proyecto de reforma tributaria del gobierno electo, ¿cómo ve el BC esas polémicas?
- Si uno toma una perspectiva un poco más amplia y que, de hecho viniendo desde el FMI, era la que se tenía de Chile, lo que destaca de la discusión local es que en ningún momento a nadie se le ha pasado por la mente plantear políticas sociales -que todo el mundo considera importantes- que no estén financiadas. Desde el punto de vista de estabilidad hacia adelante, esto es de primer orden.
- En suma, usted desestima esta visión de que hay factores políticos que están afectando hoy a la economía chilena...
- Por supuesto, hay distintas opiniones, son legítimas, pero para efectos de lo que yo creo, hay fenómenos más bien globales que han incidido en el crecimiento en Chile, como también lo hicieron con anterioridad y que para efectos de la política monetaria lo central es ir evaluando el ciclo económico y las perspectivas de inflación y reaccionando de manera acorde con eso.
¿Llegamos al piso de la desaceleración?
- Mañana (hoy) conoceremos el Imacec de enero, que analistas prevén será uno de los más bajos desde marzo de 2010, ¿esto sería el piso de la desaceleración?
- A priori, estas preguntas que son blancos o negros no tienen respuesta.
- ¿Por qué no?
- Bueno, porque uno se pregunta qué está ocurriendo hoy en el mundo, en el mundo hay un escenario nuevo. Desde el fin de semana a hoy están los hechos en Ucrania. El Imacec de mañana (hoy) es básicamente construido sobre los datos que el INE dio el viernes y ¡miremos lo que ha pasado del viernes a hoy! Claro, si EEUU sigue creciendo, si no hay inflación en EEUU y, por lo tanto, las tasas no se tornan mucho más apretadas, si Europa sale de la crisis con mayor crecimiento; si China no se desacelera y no entra en un problema mayor, si el precio del cobre no sigue cayendo… Hay muchos condicionantes para decir si estamos en un “piso” o no. Aquí hay que ir evaluando los números a medida que van saliendo. Además, tenemos una regla fiscal que nos garantiza que los gastos están financiados, hay elementos que dan tranquilidad respecto a que el encuadre macro no está yendo en direcciones complicadas. Creo que hay que tener confianza en que tenemos como país la capacidad de reaccionar frente a esto, porque tenemos amortiguadores importantes: la política monetaria y el tipo de cambio, que están funcionando bien. Estaríamos en un mundo muy distinto si frente a una situación complicada en el mundo, tuviéramos que estar subiendo las tasas. Es saludable que así ocurra y me parece muy bien. Esto demuestra la tremenda solidez del marco que tenemos, que está operando justamente de la forma en que fue diseñado.
- No obstante, hay economistas que plantean que los recortes de tasas han sido erróneos y ven riesgos inflacionarios el segundo semestre. Los combustibles suben, hay sequía local y tensión en Ucrania. ¿Podría revertirse la baja de tasas?
- El esquema de metas de inflación indudablemente es más fácil de aplicar cuando tienes shock de demanda que shock de oferta. En el segundo caso, la inflación sube en el corto plazo, pero eso tiende a ser contractivo. O sea, un escenario con precios del petróleo más altos, aprieta los ingresos de las personas, complica los costos de las empresas y, además, sube la inflación en el corto plazo. Entonces, hay que calibrar esas dos cuestiones, ponerlas dentro de nuestro marco analítico, y ver cómo está evolucionando la inflación no este mes, no a marzo, no a abril, sino que hacia fines de los próximos dos años. Y, por lo menos, hasta ahora y a pesar de que el peso se ha depreciado bastante y el petróleo también ha subido, las expectativas de inflación de los privados y en los activos financieros -UF versus peso- están en 3% de aquí a un año y a dos años. Eso es un dato que revela la credibilidad en el Banco Central y, hasta ahora, las bajas de tasas que han ocurrido se han dado en un contexto donde esa credibilidad no está cuestionada.
- Entonces, no necesariamente si vemos una inflación empinándose hasta el 4% va a ser preocupante o hará cambiar de rumbo…
- A priori, lo que importa es cómo vemos las expectativas y proyecciones de inflación a mediano plazo y cuál es la política monetaria que tenemos que conducir para que la inflación a mediano plazo esté en torno a la meta que es 3%, no por encima y no por debajo, sino que esté en 3%.
- Pero en el intertanto empiezan a crecer las proyecciones de un crecimiento del PIB bajo 4%...
- Los antecedentes más recientes hacen natural que las proyecciones se vayan a corregir a la baja. Los analistas ven los mismos datos que nosotros, los ponderarán de manera distinta cada uno de ellos, pero la dirección de corrección de proyecciones es medio evidente. Hay un punto que también es importante: nosotros proyectamos rangos, y lo hacemos porque a un dato puntual nunca se le va a apuntar. Lo que importa es el horizonte de política que va hacia abajo. ¿Cuánto será eso? Va a depender de la información que tengamos en la discusión del IPoM y obviamente el escenario internacional importa mucho, la información doméstica importa mucho y eso tenemos que meterlo en nuestro marco de análisis.
"No puede dejarse todo al libre mercado ni a la autorregulación"
- Alguna vez, ¿pensó en ser consejero del Banco Central?
- No, para nada. En términos de ser consejero, la oportunidad solamente ocurre cuando el ministro de Hacienda me plantea la alternativa. Mi cargo en el Fondo Monetario se acababa en octubre de este año y el plan familiar era volver a Chile y mi idea era buscar trabajo para regresar. Ahora, surgió esta oportunidad y siendo que yo era un funcionario que representaba al Estado de Chile, no podía si no que aceptar. Es algo intrínseco a la labor de servidor público.
- Cuando el ministro Larraín propuso su nombre, habló de su pertenencia al mundo de centro izquierda, ¿qué diferencia hace un economista de centro izquierda hoy?
- Siempre he sido simpatizante del PPD, no es ningún secreto. Creo que tener una visión progresista, implica interpretar la importancia de la estabilidad macrofinanciera del punto de vista de cómo es relevante para mantener un entorno que motive la integración social, que motive grados decrecientes de desigualdad, que vea un entorno de estabilidad hacia el mediano plazo de manera que la política fiscal pueda encargarse de los servicios sociales que hay en esa dirección. Desde el punto de vista del Banco Central, esa es la visión que yo tengo, una visión que entiende la estabilidad macrofinanciera como un elemento central para la prosperidad de todos. Lo segundo, es entender que el rol de las políticas públicas, dirigidas a través de las instituciones públicas, es central en una economía como la que tenemos en Chile y no puede dejarse todo al libre mercado ni a la autorregulación.
- En este marco, ¿cómo ve el caso Cascadas por ejemplo? O Lo que está pasando con los conglomerados, ¿cuánto daño pueden hacerle a la imagen del país?
- No voy a opinar sobre casos específicos que están en las respectivas superintendencias. Para efectos del Banco Central y de sus políticas, hay desarrollos que se han ido haciendo como el Consejo de Estabilidad Financiera, que son importantes porque implican que hay una preocupación a nivel de las autoridades del Estado para preservar la estabilidad macrofinanciera en Chile y para eso se requiere un gran diálogo, interacción y coordinación. Y ese es el rol que le corresponde al banco, participar en eso y plantear sus puntos de vista en los eventos más recientes cuando se considere que puede generar un impacto más sistémico.
- ¿Ha tenido tiempo para pensar en el sello que le quiere dar a su gestión?
- Acá lo que uno hace es que uno cumple un rol de actuar de acuerdo a las convicciones que uno tiene, de acuerdo a lo que uno cree que es mejor para la política monetaria, para las otras políticas del Banco Central y para el país. Con la experiencia que uno ha acumulado tanto aquí como afuera, y hacerlo de esa forma, de manera de preservar un entorno de estabilidad macrofinanciera, ese es el sello. Yo diría que lograr que Chile continúe creciendo y prosperando para todos, sin crisis... yo me doy por satisfecho si eso es lo que logramos.