Según una nota técnica de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) de marzo de este año, con información de Irena, uno de los principales desafíos en la fuerza laboral del sector energético es la baja representación femenina. Mientras que en energías renovables las mujeres ocupan aproximadamente un 32% de los empleos, en el sector de petróleo y gas esta cifra se reduce al 22%, lo que puede explicarse en parte por la percepción de que el rubro es un espacio predominantemente masculino, limitando históricamente la inclusión de mujeres en roles estratégicos y técnicos.
De cifras, pero por sobre todo experiencias y caminos para dejar atrás los negativos diagnósticos se conversó el jueves de la semana pasada en el Primer Foro Latinoamericano de Mujeres Líderes en Energía. El encuentro -organizado por Walk The Talk, programa de liderazgo con enfoque de género en el sector energético- reunió a casi 200 asistentes.
"Hoy aquí no venimos ni a competir entre nosotras ni a sacarnos la mejor fotografía. Venimos a compartir preguntas y a visibilizar con fuerza que la transición energética no será tal si no es también una transición de liderazgo. Y esa transición necesita de mujeres que se reconozcan poderosas y que ejerzan influencia más allá del cargo que ocupan o de la función profesional que ejercen", aseguró al inaugurar el evento la fundadora de Walk The Talk, Marta Alonso.
Junto con charlas inspiradoras de -entre otras- la superintendenta de Electricidad y Combustibles, Marta Cabeza, y la consejera del Consejo Directivo del Coordinador Eléctrico, Bernardita Espinoza, se realizaron paneles de conversación como el que se denominó "América Latina en el mapa energético del mundo" donde cuatro mujeres líderes del sector compartieron los desafíos de sus geografías.
En Chile, la Asociación de Mujeres en Energía (AME) tiene hoy 710 mujeres. Si bien su presidenta Pía Suárez valora que el sector energético en el país puede estar orgulloso porque existe una política de Estado en torno al tema, advierte que la realidad geopolítica "nos ha mostrado que muchos avances que dábamos por hecho y que pensábamos que ya no había un punto de retorno, sí podía haber un punto de retorno".
Al respecto, en el caso de Argentina, la presidenta de la Asociación de Mujeres en Energías Sostenibles (AMES), Verónica Barzola, advirtió que en el país trasandino cada Gobierno es borrón y cuenta nueva. "Es una parte de la cultura política del país que hace muy difícil que algunas cosas tengan continuidad", admitió.
Pese a esto, Barzola sostuvo que las instituciones tienen que seguir trabajando y que en el caso de la asociación diseñaron dos estrategias: apostando en federalizar creando nodos conscientes que quienes están en el territorio pueden ser las que más necesitan más red y contención; y en paralelo trabajando con la internacionalización firmando acuerdos de cooperación con otras instituciones de mujeres.
La vicepresidenta de la Asociación Uruguaya de Mujeres en Energía (AUME) Agustina Pérez, plantea que en ese país no hay CEO mujeres en el sector. Y destaca que han tenido una relación con organizaciones multilaterales. "No lo buscamos. Se dio. Creo que mostramos ser una organización sólida, que estamos todas trabajando para un cambio y que nos las tomamos muy en serio. Y ahí fueron las multilaterales que se acercaron a nosotras", sincera.
Cecilia Llamosas, consultora e investigadora en energía, explicó que Paraguay es un país pequeño y lo más grande que tiene son sus hidroeléctricas y su sector energético. "Toda la vida pública gira prácticamente en torno a la importancia de la energía, por más que nadie entienda de qué está hablando", dice, señalando que esa fue la premisa que motivó su incursión en el sector en que incluso está ligada a las comunicaciones con su Podcast Mujeres con Energía.
¿Todas tienen que ser líderes?
Una interrogante que pocos instalan pero asoma en las conversaciones es si todas las mujeres tienen que ser líderes. Pérez recalca que esto no se puede utilizar como "excusa". Y hace un llamado: "El cambio no será de un día para el otro. Si tenemos la convicción, va a venir, pero es un camino que va a tener buenas y malas. Pero lo importante es tener la convicción, accionar".
Para Llamosas, no todas las mujeres están llamadas ni obligadas a buscar u ocupar puestos de liderazgo, pero sí apunta a "tratar de igualar lo máximo posible las condiciones de base para que aquellas que sí están llamadas y tengan interés puedan aspirar a esos cargos y que tengan las piedras en los lugares correctos para poder ir pisando peldaño a peldaño".
Barzola va más allá. Señala que es importante garantizar las oportunidades, la igualdad de acceso, pero también -dice- "estamos en un momento de la tiranía de lo políticamente correcto y que se ha instalado como una hegemonía del discurso de que todas tenemos que ser líderes, como si el liderazgo fuese un premio de ascenso". "A veces el liderazgo no es un premio de ascenso. Estar en un lugar de liderazgo es como una característica de trabajo así como hay otras", explica.
Suárez reconoce: "A veces me asusta estar creando una generación que le estamos poniendo un peso encima. No todos tienen que ser líderes. Uno, porque no va a haber espacio para todas; y dos, porque a lo mejor simplemente no quieren serlo". Y apunta a que se debe dar un vuelco en torno a qué entendemos por liderazgo: "Tengo la sensación que lo asociamos mucho a llegar al cargo alto y el liderazgo es una característica que se ejerce en cualquier posición de la cadena laboral y de desarrollo".