Fue hace más de 40 años, en 1981, cuando por primera vez Julio Ponce Lerou, en ese entonces yerno de Augusto Pinochet, asumió la presidencia del directorio de Soquimich, en medio de una crisis financiera de la firma.
Salió en 1983, pero cuatro años después, en 1987, en medio del proceso de privatización de la minera no metálica volvió. Desde ahí, no soltaría la presidencia de SQM en 28 años, hasta 2015.
Y como es historia conocida, esas tres décadas fueron testigo de los vertiginosos movimientos de Ponce. Los primeros, orientados a abrirse paso como accionista en la compañía.
En los 2000, Ponce logró quedar como presidente de Pampa Calichera, Oro Blanco y Norte Grande, controlando Soquimich.
A principios de los ‘90 comenzó a entrar indirectamente a la propiedad de Soquimich, junto a algunos ejecutivos de la empresa. Poco a poco, Ponce fue incrementando su participación en SQM, hasta que logró, a principios de los 2000, instalarse como presidente del directorio de Pampa Calichera, Oro Blanco y Norte Grande: las Cascadas. Vital para concretar ese hito fueron las compras masivas de acciones a los trabajadores de la empresa, que tenían un porcentaje de la misma. Años más tarde, esos mismos trabajadores lo acusarían de estafa.
La gracia del esquema era que le permitía al empresario controlar SQM sin tener una participación mayoritaria en la compañía y así pudo manejar la firma al estilo Ponce, junto a sus históricos asesores como Patricio Contesse González y su hermano Eugenio, que llegaría a presidir la compañía tras su salida.
Pero la salida de Ponce no fue en los mejores términos. Primero vino el Caso Cascadas, cuando la SVS acusó la existencia de un patrón reiterado de compra y venta de acciones de estas sociedades que benefició al empresario y perjudicó a los minoritarios. La SVS pidió una multa de US$ 62 millones, que la Corte Suprema reduciría a US$ 3 millones.
Y luego, el Caso SQM, cuando se destapó el financiamiento irregular de la minera a campañas parlamentarias y presidenciales de todo el espectro político. SQM fue multada por más de US$ 30 millones en Estados Unidos por el tema.
Todo ese proceso -el cual, en paralelo, se contrastaba con las primeras apariciones de Ponce en el ranking de las mayores fortunas de Forbes- terminó con una prohibición de que Ponce participara en el directorio de SQM, al menos hasta 2030. Y, aparentemente, nunca volverá a esa mesa.
Con todo, durante su presidencia, la compañía, que hoy cuenta con una capitalización bursátil de más de US$ 9 mil millones se consolidó como uno de los grandes actores en el negocio del litio en el planeta. Y eso fue algo que Ponce, cuando renunció a la presidencia, en 2015, se acordó de enrostrar: “Hace 28 años esta compañía estaba casi quebrada. Hoy es líder a nivel mundial en su área”.