Diez años después de la crisis financiera que descarriló a la economía global, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a países de alto ingreso e incluye a Chile, no ve espacio para estar complacidos con las recientes señales de recuperación en el mundo desarrollado.
“La economía mundial ha ganado impulso”, reconoce la economista jefe de la entidad, Catherine L. Mann, en entrevista con DF. Sin embargo, advierte que, “mientras el mayor ritmo de crecimiento es alentador, el crecimiento robusto, sostenible e inclusivo en el mediano plazo no está asegurado aún”.
La organización, que en pocas semanas actualizará sus proyecciones de crecimiento global, prevé que el Producto Interno Bruto del mundo cierre este año con una expansión de 3,5%, para luego acelerarse levemente a 3,8% en 2018. Ambas cifras superan al 3% de crecimiento de 2016.
Mann detalla que “la expansión de la inversión, el empleo y el comercio están respaldando un crecimiento sincronizado en la mayoría de los países”. Agrega que “la actividad mejoró más de lo anticipado en la primera mitad del año en algunas grandes economías, notablemente en la zona euro, Japón y China”.
- ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta el mundo desarrollado?
- El impulso de corto plazo no es garantía de un crecimiento sostenible a mediano plazo. Las señales de recuperación en la inversión de las empresas y en el comercio no han logrado un ritmo suficiente para sostener un crecimiento sano de la productividad. Los salarios no han logrado despegar en general, pese al aumento del empleo, lo que limita los avances en los ingresos disponibles para los hogares, especialmente para el 10% de menos ingreso.
- La OCDE ha estado defendiendo reformas que permitan compartir más ampliamente los beneficios del crecimiento. ¿Qué elementos comunes deberían tener estas reformas?
- Las autoridades deben iniciar un reequilibrio, alejándose de la política monetaria y hacia una mayor política fiscal y apoyo estructural al crecimiento y los salarios. Debe haber un mejor uso de las políticas de impuesto y gasto para lograr un crecimiento más inclusivo. Se necesitarán mayores esfuerzos de reformas estructurales en todos los países para impulsar la productividad, los salarios y las competencias.
- Las economías emergentes han tenido dificultad para alcanzar al mundo desarrollado y algunas temen quedarse en la trampa del ingreso medio. ¿Cómo se puede evitar?
- Impulsar el crecimiento global de mediano plazo requiere un fortalecimiento del crecimiento en las economías emergentes, pero el crecimiento del PIB se ha desacelerado en general en estos países desde los años 2000 y la habilidad de esas economías para crecer más rápido que las avanzadas ha sido desigual. Se necesitarán reformas más profundas para mejorar el uso del capital y aumentar la productividad, a fin de sobreponerse a las dificultades que vienen con la rápida evolución demográfica en algunos países, así como una mayor moderación del crecimiento de China.
El momento chileno
Ya en junio, en su más reciente Panorama Económico Global, la OCDE adelantó que Chile se aceleraría de un 1,6% de expansión este año a un 2,8% el próximo. Las cifras siguen estando lejos de las que el país anotó durante el boom de los commodities y Mann reconoce que, terminado el superciclo, “los avances de Chile hacia las economías más avanzadas se han estancado”.
La economista sostiene que el país se recupera “gracias a un sólido marco macroeconómico, dados los grandes shocks externos” y agrega que, en América Latina, “los factores fundamentales han sido la reducción en precios de las materias primas y un lento comercio internacional”.
- ¿Cómo evalúa las reformas que impulsó el actual gobierno de Michelle Bachelet? ¿Cree que agravaron la desaceleración?
- Las reformas de este gobierno aumentarán la inclusividad del crecimiento, reduciendo las disparidades de ingreso. Especialmente, el foco en las reformas de la educación inicial y obligatoria y en la calidad de la enseñanza, sumado a la implementación de la agenda de productividad y crecimiento de 2014 y el fortalecimiento de la autoridad de competencia, son pasos positivos. Los esfuerzos actuales para mejorar la sostenibilidad del sistema de pensiones y fortalecer la supervisión del sector financiero también son bienvenidos.
- ¿Ve espacio para mejoras?
- La educación superior gratuita debería seguir apuntando a los deciles de menores ingresos, que son una proporción amplia de la población. En tanto, es necesario fortalecer los esfuerzos actuales para aumentar aún más la calidad y acceso a la educación en etapas iniciales, a fin de asegurar oportunidades iguales para todos. De todas maneras, es demasiado pronto para evaluar los efectos de estas reformas, especialmente las de pensiones, trabajo y educación, cuya implementación sigue en desarrollo.
- ¿Qué avances destacaría en las últimas décadas?
- El progreso en términos de PIB per cápita y la reducción de desigualdades en las últimas dos décadas ha sido destacable. El PIB per cápita pasó de 37% en comparación con el promedio OCDE en 1995 a 56% en 2016, a medida que el país se benefició significativamente de las reformas estructurales tempranas, como la liberalización del comercio y la inversión y, más recientemente, el giro positivo de los precios de los commodities y el contexto de bajas tasas de interés en el mundo, gracias a su marco macroeconómico estable.
- ¿Y hoy? ¿Está Chile estancado en la trampa del ingreso medio?
- Chile está ahora en medio de un desafiante proceso de reequilibrio. El crecimiento de largo plazo de los estándares de vida es amenazado por la baja productividad, la dependencia de las exportaciones de productos basados en recursos naturales y un nivel de desigualdad aún alto. Será crucial hacer reformas ambiciosas en un amplio frente de temas, para alcanzar a las economías más avanzadas.
- ¿Qué áreas de reforma le parecen urgentes?
- Muchos desafíos de reforma persisten. La alta proporción de población con bajas competencias perjudica a la productividad, mientras la inversión en Investigación y Desarrollo y actividades innovadoras sigue siendo débil. Las aún altas barreras de entrada y la complejidad de las regulaciones en algunos sectores obstaculizan la inversión y la diversificación de la economía. Asimismo, los bajos niveles de actividad, empleo femenino, juvenil y para personas de menos competencias, así como la alta proporción de contratos temporales y por cuenta propia crean persistentes disparidades en los ingresos. La productividad y la desigualdad también son afectadas por los débiles y desiguales resultados del sistema de educación, que reflejan fuertemente el contexto socioeconómico del que provienen los individuos. Sumado a ello, se espera que el envejecimiento de la población sea uno de los más dramáticos en América Latina, lo cual presentará desafíos sociales en las décadas que vienen.
Una oportunidad clave
Ante un contexto económico global que define como “probablemente más favorable”, Mann ve que el país tiene una ventana para implementar cambios para robustecer su economía.
“La mejora cíclica que viene será una oportunidad clave para continuar con el impulso de reformas estructurales y mejorar la confianza de empresas y hogares”, sostiene la economista.
- ¿Cuáles cree que serán los desafíos para el próximo gobierno chileno?
- Impulsar el crecimiento de la productividad es el principal desafío de Chile para recuperar una tasa de crecimiento fuerte en el mediano plazo y seguir haciendo progresos en el bienestar de todos los chilenos. Se requiere hacer más para superar las desigualdades en el mercado laboral, frente a los altos niveles de empleo por cuenta propia y contratos de corto plazo, así como para hacer que el sistema de educación y capacitación respondan mejor a las necesidades del mercado laboral.
También es necesario simplificar los procesos de licencia y las regulaciones para entregar a empresas jóvenes y dinámicas una oportunidad de crecer, exportar e innovar, diversificar la base exportadora y aumentar los estándares de vida.