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Una debilitada Venezuela ya no amenaza los intereses de Estados Unidos en la ONU

A diferencia de lo que ocurrió en 2006, Washington no ha puesto grandes reparos a la candidatura de Caracas a un cupo en el Consejo de Seguridad del organismo.

Por: | Publicado: Jueves 25 de septiembre de 2014 a las 05:00 hrs.
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A pesar de la turbulencia económica en el país y los actuales desafíos sociales y políticos, la administración del presidente Nicolás Maduro ha encontrado la forma de levantar una candidatura de Venezuela para un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sorprendentemente, su apuesta ha recibido apoyo casi unánime de Latinamérica y El Caribe, a pesar del respaldo algo tibio a Maduro durante las protestas de la oposición, más temprano, este año. Pero, más sorprendente es el hecho de que Estados Unidos no haya dado señales de que bloqueará su postulación, abriendo un camino para que Caracas obtenga el asiento en 2015.

El Consejo de Seguridad de la ONU está conformado por cinco miembros permanentes (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China) y diez no permanentes, por un período de dos años. Los asientos no permanentes están repartidos por regiones, con dos cupos para Latinoamérica y El Caribe. Actualmente, estos están ocupados por Argentina y Chile. Y la actual ronda es para escoger al sucesor de Argentina cuyo período expira a fin de año.

Apoyo regional


El fuerte respaldo para Venezuela dentro de la región es muy distinto a lo que ocurrió en 2006, cuando la decidida oposición de EEUU a su postulación llevó a negociaciones regionales tras bambalinas y a la nominación de Guatemala como un candidato rival. Esto, a su vez, derivó en una serie de votaciones en la Asamblea General que terminaron en punto muerto. Finalmente fue elegida Panamá como candidato de consenso. Ahora, la región parece más unida detrás de Venezuela, con esta última probablemente ganando el cupo. Esto plantea la perspectiva de que María Gabriela Chávez, hija del difunto presidente Hugo Chávez (1999‑2013), quien es la embajadora venezolana ante la ONU, ocupe el asiento.

Sin embargo, esto no representa ni una señal de respaldo para el gobierno de Maduro ni una derrota para EEUU. En cambio, la votación refleja la pérdida de influencia de Venezuela dentro de la región y también dentro de la escena mundial. En 2006 el entonces presidente, Hugo Chávez, era una figura dominante y carismática, acostumbrada a realizar grandes gestos. En la Asamblea General de 2006 pronunció su memorable discurso en el que se refirió al entonces presidente de EEUU, George W Bush como a “el diablo”. Esta incendiaria retórica era sostenida por el fuerte apoyo a Chávez en su país y los altos precios del petróleo venezolano, que le permitían ayudar con prodigalidad a muchos aliados regionales.

Maduro no es Chávez


La situación ahora es muy diferente. Los precios del petróleo están cayendo a niveles insuficientes como para sostener la debilitada economía. El 16 de septiembre la agencia calificadora Standard & Poor’s recortó la nota soberana de Venezuela a CCC+, destacando que ahora estima las probabilidades de un default en los próximos dos años en 50%. Más aún, Maduro no es la figura dominante que era Chávez. Aunque es un político experimentado cuyo período como ministro de Relaciones Exteriores le permitió crear fuertes vínculos regionales, su foco está principalmente a nivel interno, a medida que intenta contener el creciente descontento social y controlar a las facciones del partido. Esto le ha dejado poco tiempo para enfocarse en los asuntos regionales.

Esto no quiere decir que Venezuela no tenga aún fuertes aliados regionales. Los precios del petróleo aún no han caído tanto como para que haya abandonado sus antiguos acuerdos petroleros preferenciales, particularmente con sus principales socios, Cuba y los 17 miembros de PetroCaribe, que constituyen por sí mismos un bloque considerable dentro de la región. Aunque Venezuela tenga que reducir sus compromisos petroleros preferenciales si su economía se deteriora abruptamente, en el presente estos países tienen escaso incentivo para romper sus lazos con Caracas.

Alianzas en duda


También han surgido dudas sobre el futuro y la cohesión de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), una organización creada por Chávez para unir a los gobiernos de la región con ideologías similares, y que incluye a Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y varias pequeñas islas del Caribe. Aunque la mayoría de los países del ALBA aún tienden a actuar como un bloque en las organizaciones internacionales, Bolivia, Ecuador y Nicaragua no ofrecieron un fuerte apoyo a Venezuela durante las grandes protestas que comenzaron en febrero, cuando por un momento pareció que la administración de Maduro estaba tambaleando. En ese punto, incluso los aliados del ALBA adoptaron un enfoque de esperar y observar, respaldando el “proceso democrático” y llamando al diálogo y al respeto de los derechos humanos. Un acercamiento similar fue usado por Brasil, Chile y Perú, que evitaron ofrecer un fuerte apoyo al gobierno y a la oposición.

Aunque las protestas han perdido fuerza, la administración Maduro sigue bajo presión. De este modo, países de la región que no respaldaron la postulación de Venezuela en 2006 pueden haber estimado ahora que el cargo podría servir como un consuelo para el golpeado presidente. La lógica sería que como miembro no permanente, la influencia de Venezuela en el Consejo sería limitada. Al mismo tiempo, al apoyar su candidatura, las relaciones regionales podrían mejorar, reduciendo la tentación de Maduro para crear conflictos con sus vecinos.

Indiferencia en Washington


Esta parece ser también la actitud de EEUU, con una Venezuela más débil representando una menor preocupación para los intereses de Washington. EEUU podría haber calculado que no vale la pena oponerse a su postulación, y que esto podría ser contraproducente si alimenta el resentimiento por la “interferencia” de la Casa Blanca en la región.

Así, todo indica que la postulación de Venezuela no encontrará resistencia, con el país ahora con buenas perspectivas de conseguir los dos tercios de los votos en la Asamblea General. Si resulta así, el país asumirá el puesto en enero de 2015. Pero, aunque debilitada, Venezuela aún podría resultar ser un miembro combativo dentro del Consejo, incluyendo cuando se trate de lidiar con conflictos internacionales altamente controvertidos en lugares como Siria. Desafortunadamente para Maduro, sin embargo, los desarrollos en la ONU probablemente no le darán ningún respiro de sus problemas en casa.

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