El presidente estadounidense, Barack Obama, pidió hoy a republicanos y demócratas en el Congreso que hagan un esfuerzo de entendimiento para evitar que el país caiga en el temido "precipicio fiscal", y aseguró que la prioridad es que se mantengan las exenciones impositivas a la clase media.
Obama habló desde el interior de una fábrica de juguetes en Hatfield (estado de Pensilvania), en su primer viaje desde la reelección a principios de mes y en un escenario similar a aquellos en los que actuó durante la campaña electoral.
El presidente dijo que él está también dispuesto a abandonar su "zona de confort" y pidió que se acuerde con urgencia la extensión de las deducciones impositivas para las rentas de hasta los 250.000 dólares anuales, pero no para los más ricos, y que se pospongan para el futuro otros debates que también forman parte del escenario conocido como "precipicio fiscal".
"Todos nosotros vamos a tener que salir de nuestras zonas de confort para que esto resulte. Yo estoy dispuesto y espero que los suficientes miembros del Congreso en ambos partidos estén dispuestos a lo mismo", indicó Obama para pedir que flexibilicen las posturas de partida en las negociaciones.
Según Obama, es necesario que se permita que la primera economía mundial continúe su recuperación económica, reduciendo la presión sobre la clase media y los pequeños negocios, y no caer en un "precipicio fiscal" que la devolvería, con toda probabilidad, a la recesión.
Obama indicó que el aumento de los impuestos responde a la necesidad de incrementar los ingresos, a lo que se debe sumar un plan de reducción del gasto, que evite los recortes automáticos acordados en el verano de 2011 en las negociaciones que permitieron aumentar el techo de deuda.
"Debemos poder pagar nuestras facturas y seguir invirtiendo para mantener el crecimiento", resumió Obama, en referencia a su plan de poner la deuda en camino descendente en la próxima década.
Ayer, la Casa Blanca propuso a los líderes republicanos en el Congreso aumentar los ingresos fiscales en 1,6 billones de dólares en diez años, invertir unos 50.000 millones de dólares en infraestructuras y estímulos, y unos recortes del gasto de 400.000 millones.
Los republicanos rechazaron este plan, que tacharon de "poco serio", y criticaron a Obama por dedicarse a participar en mítines de campaña electoral y organizar reuniones con diversos grupos para pedir el apoyo de la opinión pública, pero no sentarse con ellos a negociar.