Por Claudia Andrea Sánchez
En la recta final de los alegatos en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, ayer la delegación peruana expuso por tercera y una vez más intentó demostrar -a través de su línea argumental a los jueces internacionales-, la inexistencia de los tratados limítrofes con Chile en alusión a los años 1952 y 1954 y de que estos documentos sólo fueron acuerdos pesqueros.
El abogado jefe de la delegación limeña, Alain Pellet, insistió en que la Declaración de Santiago “no es más que un manifiesto de política con miras a velar por la conservación y protección de recursos naturales, con el fin de que sus países los puedan aprovechar y evitar que la explotación ponga en riesgo su existencia”. Dirigiéndose al equipo chileno lo acusó de dedicarse “a un ejercicio de malabarismos”. Sin embargo sostuvo -por primera vez- que el documento de 1952 entre Chile, Perú y Ecuador “si es un tratado, pero no un acuerdo de delimitación marítima”.
En ese contexto, el abogado Rodman Bundy argumentó que “Perú simplemente pide a la Corte que falle que la delimitación marítima parte en el punto de la Concordia, ya que Chile no puede impugnar que el término de la frontera terrestre están en dicha zona”.
El primer abogado peruano en hablar fue Alan Vauh Vaugahm Lowe, quien se centró en explicar a la Corte que la Declaración de Santiago de 1952 no estableció los límites marítimos entre los tres Estados firmantes. “Perú dice que no está de acuerdo con una frontera permanente establecida en 1952. Chile dice que sí, pero los acuerdos de la Declaración de Santiago no demuestran que se hiciera tal acuerdo, las actas de 1952 tampoco demuestran que se establecieran dos fronteras internacionales permanentes”.
Luego fue el turno del abogado Michael Wood, quien afirmó que el país “no ha presentado pruebas contemporáneas de que en 1952 se delimitara las fronteras con dos países. Nuestros amigos nos acusan de ignorar la Convención de Viena, pero es Chile el que interpreta las normas con poco miramiento”. Añadió que la práctica de Chile sobre la interpretación de la Declaración de Santiago, “dista mucho de ser coherente y lo que se cita en sus argumentos demuestra la falta de acuerdo. Para tomar en cuenta la práctica, debe haber acuerdo de las tres partes”.
El abogado, con mapa en mano, mostró la “inexistencia de una frontera marítima internacional”. Luego habló de las construcciones de los faros levantadas tras la Declaración de 1952, los que según Perú, servían como guía para las embarcaciones y tenían la intención de prestar asistencia a los pescadores en la zona cercana a la costa dentro de las 12 millas marinas”. Wood dijo que los mapas presentados por Chile “no representan documentos oficiales y aceptados por Perú y durante los primeros 23 años, después de la Declaración de Santiago, nadie ni siquiera un autor chileno, lo consideraba un tratado”.
Tras el alegato de Wood, fue el turno del abogado Tulio Treves, quien fue el encargado de responder a la pregunta del juez marroquí, Mohamed Bennuna, sobre el tratado de 1952. Cabe recordar que el magistrado preguntó la semana pasada: ¿Consideran ustedes, en tanto que signatarios de la Declaración de Santiago en 1952, que podían en esa fecha, conforme al derecho internacional general, proclamar y delimitar una zona marítima de soberanía y jurisdicción exclusiva sobre el mar que baña las costas de sus respectivos países, hasta una distancia mínima de las 200 millas marinas desde las referidas costas?”.
Treves manifestó que “la pregunta del juez tiene la ventaja de centrar el debate en el momento en que Chile y Perú proclamaron las zonas de las 200 millas y firmaron con Ecuador la Declaración de Santiago”. Señaló que en 1952 Chile, Perú y Ecuador “no hubieran podido, en conformidad con el derecho internacional, delimitar una frontera marítima”.
En tanto, el abogado Rodman Bundy citó el acuerdo del 2011 entre Ecuador y Perú señalando que es “autónomo y auto explicativo” y no hace mención a la Declaración de Santiago. “Perú simplemente pide a la Corte que falle que la delimitación marítima parte en el punto de la Concordia, ya que Chile no puede impugnar que el término de la frontera terrestre están en dicha zona”, destacó el abogado Bundy.
Pellet: “Perú no hubiese aceptado algo desventajoso”
Tras el alegato de Bundy tomó la palabra el experto en derecho internacional y una de las cartas más fuertes de la delegación peruana, Alain Pellet.
Este abogado se enfocó en el llamado triángulo exterior “en que esta es una zona en que Perú tiene derechos soberanos que le reconoce el derecho contemporáneo” y calificó de “inconcebible” la pretensión de Chile de privar a Lima de “sus derechos soberanos inherentes lo que agrava la injusticia ya muy marcada”. Enfatizó que los Estados pretenden “extender su dominio marítimo” aunque Lima “no tiene gusto particular por prácticas masoquistas”. Añadió que “los acuerdos de las partes no tienen relación alguna con el triángulo exterior, Perú no hubiese dado su visto bueno a una situación tan inequitiva como lo planteado por Chile”.
El jurista sostuvo que la tesis chilena sólo priva a Perú de acceso a altamar por lo que “no se puede pretender que Perú hubiese aceptado una solución tan absurdamente desventajosa” y reiteró que lo “único que pide Perú es que también tiene un derecho de que la plataforma continental se extienda hasta las 200 millas marinas”.
El líder del equipo limeño aludió a un twitter para resumir la situación del país que defiende señalando que si pudiera escribir esto en 140 palabras diría: “Por descuido, Perú abandonó en 1952 derechos que no disponía… fin de este tweet”.
El agente Allan Wagner cerró la presentación peruana alegando que “los recursos del subsuelo son efectivamente ricos”. Sin embargo, añadió que “Chile quiere la mayor parte de esos recursos y privando a las provincias de Perú de lo que les corresponde”.
Destacó ante la Corte que esta “causa reviste la máxima relevancia para el gobierno y el pueblo de Perú” y añadió que “a partir del 2000 hubo varias actas que dejaron el asunto de la delimitación marítima nuevamente en agenda. Esto demuestra que Perú no ha guardado silencio”.