Fannie y Freddie enfrentan a economistas de alto nivel en foro de Internet
El rescate de las hipotecarias estadounidenses encendió un acalorado debate entre los economista Martin Wolf y Ricardo Caballero.
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El rescate de los gigantes hipotecarios estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac abrió paso a un acalorado debate. ¿El punto en cuestión? el riesgo moral o esa posibilidad de tomar riesgos excesivos ante un seguro o en este caso, un rescate gubernamental. ¿Los actores? El economista chileno Ricardo Caballero, el influyente columnista del Financial Times y economista, Martin Wolf, y el profesor de política económica europea en la London School of Economics, Willem Buiter.
Básicamente, el planteamiento de Caballero en cuanto a que si bien la estrategia "anti riesgo moral" puede ser sólida en tiempos de normalidad en el actual contexto económico puede ser contraproducente, fue rebatido enérgicamente por Wolf y Buiter. Todo esto, por cierto, en un dinámico intercambio epistolar que, acorde con los tiempos, tuvo lugar en un foro de Internet.
Caballero, designado recientemente director del Departamento de Economía del MIT y que vendrá a Chile en agosto para ofrecer su visión sobre el ciclo económico global, cree que una solución del sector privado para la actual crisis estadounidense exige inyecciones de capital fresco a las instituciones financieras. Pero -explica- en un ambiente de gran incertidumbre donde la reacción instintiva es escapar de la toma de riesgos, "es probable que el capital privado permanezca al margen por demasiado tiempo". A su juicio, la respuesta óptima de las autoridades sería alentar la toma de riesgos privada y no desalentarla con la amenaza de un "castigo ejemplar".
Desde el punto de vista de Caballero, la estrategia anti-riesgo moral seguida hasta ahora por el secretario de Estado Henry Paulson, evidente en la intervención del banco Bear Stearns hace unos meses, limita la capacidad del sector privado de resolver las crisis y exacerba la probabilidad de nuevos episodios de pánico. A su juicio, "el riesgo de política económica está acrecentando la reluctancia del sector privado a capitalizar las instituciones financieras".
Caballero cree que en estos casos una buena política económica implica ayudar a las instituciones financieras a sobrellevar la crisis estabilizando las expectativas con la esperanza de que una vez que el pánico haya cedido, sean fondos privados y no públicos los que soporten la recuperación. Esto fue lo que llevó a la Reserva Federal y al Tesoro a apoyar a Bear Stearns en los días previos a su venta forzada el fin de semana, dice. "Al castigar a los accionistas, el Tesoro optó por dañar a aquellos a quienes había invitado a estabilizar la situación pocas horas antes. Al hacerlo, puede haber perjudicado su capacidad de amplificar sus políticas con apoyo del capital privado, un aspecto clave del éxito al tratar con un problema de fallas de coordinación".
El economista chileno considera además que dada la fragilidad extrema del actual escenario económico, "no hay duda de que es mejor errar en el lado de inducir el 'riesgo moral', que correr el riesgo de desincentivar las iniciativas privadas en los mercados de capitales e incitar a ataques especulativos y una conducta predatoria".
¿Hablamos de capitalismo?
Martin Wolf rechaza de plano la idea de que sea el contribuyente y no los accionistas quienes tengan que asumir el riesgo final. "¿Es esto capitalismo? ¿cómo se convence al público de la equidad de tal sistema? Los accionistas comparten la bonanza y están protegidos en los tiempos duros, siempre que hayan logrado crear un desastre suficientemente grande", dice. "Entiendo los argumentos en pro de rescatar a las instituciones financieras en tiempos de pánico. Si se hubiera hecho en los '30, la Gran Depresión no habría ocurrido. Pero si hablamos de un rescate del gobierno a los accionistas de instituciones insolventes (y de eso se trata), simplemente no estamos hablando de capitalismo".
Buiter cree que si Fannie y Freddie sobreviven en su forma actual, la crisis no empeorará porque accionistas y acreedores sean tratados con dureza. Y que un problema más de fondo es si se justifica o no la existencia de estas instituciones híbridas, que tienen el mandato gubernamental de subsidiar el acceso a la vivienda y a la vez son instituciones privadas con fines de lucro, que pagan dividendos a sus accionistas ("ovejas del sector público vestidas con piel de lobo privado", las describe). Y afirma que Fannie nunca debió haber sido privatizada y Freddie no debió haber sido creada como empresa privada con patrocinio del gobierno federal.
"Si se considera socialmente deseable que el contribuyente subsidie la propiedad de la vivienda, que sea financiado explícitamente por el presupuesto federal", dice. De otro modo, estas compañías actúan de manera engañosa como "entidades fuera de presupuesto y fuera de balance", limitando la responsabilidad por el uso adecuado de los fondos gubernamentales. Entonces, si el gobierno estadounidense sigue considerando necesaria la intervención en el mercado hipotecario, debería hacerlo una institución pública, y para eso no se necesita a los actuales accionistas. Si cree que la intervención no se justifica, el Tesoro debería comprar los activos de las firmas para venderlos más adelante, cuando la turbulencia haya pasado, y cerrarlas. Tampoco en ese caso es necesario rescatar a los accionistas.
Wolf celebra los argumentos de Buiter. "Me convenció de que estas instituciones no pueden ser reprivatizadas en su forma actual", dice. "Ciertamente no hay argumentos en pro de permitir que entidades privadas se endeuden con garantías gubernamentales de facto, en especial en esta escala insana".
Y agrega: "Ahora, Ricardo sugiere que la garantía del gobierno debe aplicarse también a los accionistas. Me faltan palabras. Este no es sólo un caso de riesgo moral en gran escala: no tiene nada que ver con una economía de mercado".
Caballero replica que todos comparten la visión de que la meta de las autoridades debe ser el bienestar de hogares y contribuyentes, por sobre el de los accionistas y ejecutivos. Y plantea que los mercados pueden hacer buena parte de la tarea, pero que para que puedan hacerlo, se necesitan medidas que alienten la entrada de nuevo capital a empresas en problemas pero prometedoras, antes de que una gran crisis ocurra.
"Cuando la Fed y el Tesoro hacen un esfuerzo por calmar a los mercados, implícitamente están animando al capital a venir al rescate o al menos no retirarse. Las inversiones que respondan a su llamado son una parte clave del nuevo capital, aún sin no llegaron después de una liquidación". dice.