Desigualdad e inseguridad, los puntos más débiles de América Latina

Por Claudia Betancourt Muñoz



Sólo horas estuvo en Chile el subsecretario general de la ONU y director para América Latina y el Caribe del PNUD, Heraldo Muñoz. ¿El motivo? El lanzamiento del libro “Estado de Ciudadanía: Transformaciones, Logros y Desafíos del Estado en América Latina”, editado por el PNUD y cuyo prólogo es de su autoría. Sin embargo, también aprovechó para reunirse con sus cercanos. Es que por la naturaleza de sus funciones, no para de viajar por el continente, y por ello aprovecha la oportunidad en que pisa suelo chileno.



- Según el libro, Chile está entre los mejores en materia de respeto a los derechos económicos y políticos en la región...



- Plantea que el Estado está de regreso en América Latina, y que gobiernos tanto de izquierda como de centro y de derecha hoy día, están respondiendo a las demandas ciudadanas por más y mejor Estado para enfrentar problemas como la delincuencia o la pobreza. Un Estado más eficiente en equilibrio con un mercado que también funciona de acuerdo a sus propias fuerzas. De modo que aquí hay eliminación de pobreza, mayor gasto social y hemos diseñado un Índice de Ciudadanía Social (ICS) que incluye igualdad de ingreso, de género, huella ecológica, inversión en salud y educación, y en ese panorama, nos da que todos los países de América Latina han mejorado. Los que están más arriba son Uruguay, Argentina, Chile y Brasil; y los que están dando el mayor salto son Venezuela y Perú.



- ¿Y qué pasa con las desigualdades?


- Hay más Estado, más inversión pública en dimensión de la pobreza, en los derechos económicos y sociales, pero al mismo tiempo, hay una paradoja en la ciudadanía, hay un creciente cuestionamiento a las modalidades de representación tradicional, especialmente de los partidos políticos; movilizaciones estudiantiles en Chile y en Colombia o movilizaciones indígenas contra una carretera en Bolivia o contra una inversión minera en Perú, entonces lo que hay de alguna manera es un cuestionamiento a la política tradicional.



- ¿Y cuáles son los desafíos en ese sentido?


- Hay dos desafíos principales, el primero es el de la desigualdad porque pese a los avances sociales medidos en este ICS, pese al mayor gasto social y a la eliminación de pobreza, la desigualdad continúa siendo el problema principal de la región, deberíamos hablar de 
desigualdades en plural. El otro es el de la seguridad ciudadana, porque hay un cuestionamiento al Estado porque no está otorgando la seguridad que necesitan los ciudadanos.



- ¿Dentro de los desafíos que debe enfrentar Chile, está una reforma tributaria?


- Claramente. Si vamos a atacar los problemas de desigualdad hay que hacer pactos sociales que incluyan de manera central la reforma tributaria, porque las estructuras tributarias en América Latina son generalmente regresivas, son impuestos indirectos, impuestos al consumo. Además de eso, hay una alta evasión tributaria y sobre eso hay también problemas de empleo de los recursos que existen, es decir, se recauda poco y se gasta mal. A mi juicio, hay que hacer una reforma tributaria para poder financiar las políticas sociales de reducción de la desigualdad, mantenerlas en el tiempo, darles la predictibilidad que deberían tener. Para nosotros esta es una tarea impostergable y esa discusión se está dando en Chile y me parece muy bien que se haga y espero que culmine bien.



- ¿A qué se refiere con que culmine bien?


- A que no debiera ser una reforma tributaria por goteo, que quede corta y tengamos sectores que digan ‘vamos a tener que hacer otra nueva más adelante’. Un segundo punto es que debe ser sustentada en un gran consenso político y debe ser profunda porque las reformas tributarias que se comienzan a hacer cada cierto tiempo generan inestabilidad.

- Si era tan necesaria la reforma tributaria, ¿ por qué no se implementó en el pasado?
- Probablemente porque no estaban las condiciones políticas, hoy día están. Hoy hay una movilización masiva que constituyó un fenómeno genuinamente nacional y que apuntó a las carencias que varios veníamos diciendo. La realidad de los últimos dos años creó condiciones políticas distintas para que sectores que antes no tenían el más mínimo interés en una reforma tributaria, hoy se hayan dado cuenta de que es necesaria para financiar las reformas que el país necesita.