Economía y Política

Ena von Baer: “Espero que la Concertación muestre que es capaz de ponerse de acuerdo”

A juicio de la ex vocera, durante las discusiones de las últimas semanas “ha empezado a cristalizarse de que aquí la ciudadanía está interpelando a toda la clase política para avanzar en las mejoras que necesita nuestra educación”.

Por: | Publicado: Sábado 5 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Patricia Arancibia Clavel



Ena von Baer Jahn (36), es doctora en Ciencias Políticas y periodista. Como militante de la UDI reemplazó en el Senado a Pablo Longueira luego de acompañar por más de un año al presidente Piñera como vocera de gobierno. Miembro de la Comisión de Educación, está preocupada de destrabar los problemas que afectan al sector y está convencida que ya es hora que la clase política se ponga de acuerdo y asuma el liderazgo que le corresponde, pensando en el bien común. Nos recibe con cordialidad en la cafetería del Congreso, donde se mueve con soltura pese al poco tiempo que lleva en sus nuevas funciones.

- Eres una de las encargadas de tender puentes con la Concertación para destrabar el tema del presupuesto en el área de educación. ¿Cómo te está yendo en la tarea?


- Estamos, con convicción, intentando llegar a un acuerdo en torno al presupuesto del 2012, pero nuestra intención es ir un poco más allá porque los temas de educación no se resuelven, no se van a resolver, ni nadie puede esperar que se resuelvan en el presupuesto de un año. El tema educacional es mucho más complejo ya que hay que hacerse cargo también de un plan de financiamiento en el mediano y largo plazo tanto para la educación básica y media como para la educación superior.

- ¿El tema de discusión pasa sólo por el financiamiento?


- Hay un montón de cuestiones que no necesariamente tienen que ver con más dinero. Desde el año 1990 hasta ahora, el presupuesto para educación ha aumentado en un 700% lo que ayudó a que aumentara la cobertura, pero no siempre a que mejorara la calidad. Pensar que se resuelve todo con más inversión, más dinero, es no darse cuenta de la complejidad de la situación. Sólo como ejemplo: nosotros podemos seguir aumentando -y lo estamos haciendo- la ayuda a las familias vulnerables y de clase media para que puedan financiar la educación superior, pero -como pasa muchas veces hoy día- podemos estar financiando carreras de mala calidad, que terminan siendo carreras de baja empleabilidad que impiden que se devuelva el crédito, llevando a la persona a que termine en Dicom y que le sea mucho más difícil encontrar trabajo. Esto genera un círculo vicioso y una frustración tremenda. De ahí que el desafío sea tan grande y que el esfuerzo no pueda quedarse sólo en una discusión del presupuesto para el próximo año.

- ¿Quiénes están trabajando en este posible acuerdo?


- Es un grupo amplio de parlamentarios involucrados en temas de educación que estamos trabajando en conjunto con el gobierno. Es un trabajo en equipo donde está Alberto Espina, Hernán Larraín, Lily Pérez, María José Hoffmann y otros.

- ¿Qué les hace creer que la Concertación esté disponible para acuerdos cuando han sido sistemáticamente críticos a las propuestas del gobierno?


- Nosotros hemos recibido una serie de señales de parte de la Concertación, de que ellos estarían dispuestos a conversar, porque se dan cuenta de que éste es un desafío de todos. No sólo el gobierno tiene que hacerse cargo de las problemáticas que hoy tiene la educación. Hay muchos problemas que vienen de años anteriores y también hay que reconocer lo que se hizo bien bajo esos gobiernos y los desafíos que quedaron pendientes. Hay que mirar el cuadro completo pues todos tenemos una responsabilidad en la situación actual.

- ¿Cuánto se ha avanzado?


- Durante las discusiones de las últimas semanas, ha empezado a cristalizarse, -y esto se ha visto refrendado por varios dirigentes de la Concertación-, de que aquí la ciudadanía está interpelando a toda la clase política para avanzar en las mejoras que necesita nuestra educación. Esto no es solamente una petición hacia el gobierno -a quien, por supuesto, le corresponde el liderazgo-, sino que también a la oposición, a los políticos, que tienen por delante el enorme desafío de lograr sacar adelante acuerdos que permitan solucionar los temas de fondo. Yo espero que esta semana la Concertación muestre que es capaz de ponerse de acuerdo, que ciertas personas asuman los liderazgos necesarios para negociar, porque lo que ha sucedido muchas veces es que, entre los distintos parlamentarios concertacionistas no existe un consenso de hacia dónde avanzar y eso lo hace todo más difícil.

- Al parecer, es sólo un sector de la DC el que estaría dispuesto a entrar en acuerdos. ¿Qué pasa con los demás partidos de la Concertación y el propio presidente del Senado?


- Yo discrepo, pues he escuchado de parte de los parlamentarios de todos los sectores políticos de la Concertación una apertura a querer conversar y avanzar. El desafío de hoy es que eso se concrete en cosas reales y que no solamente nos quedemos en las señales. Esta semana la Concertación debe demostrar que efectivamente quieren un consenso, que quieren avanzar, que podemos -en conjunto- hacernos cargo de una problemática que es de todos y no de un sector en particular. El problema debe ser resuelto por toda la clase política, porque de otra forma la ciudadanía nunca va a sentir que realmente ésta es capaz de entregar soluciones. La ciudadanía no está interpelando sólo al gobierno sino a toda la clase política y la Concertación eso lo ha sentido. Ha sentido que hay una presión importante que mira hacia el Congreso y que espera que queden atrás las discusiones pequeñas, los sloganes fáciles y que sean capaces de asumir realmente un liderazgo político que signifique avanzar hacia la solución de los problemas.

- Pero la ciudadanía no ve signos de cambio en la clase política…


- Yo lo que veo es una ciudadanía que le pone signo de interrogación a la existencia de estos liderazgos políticos. Estos tienen que ser capaces no solamente de escuchar lo que dice la calle y dejarse llevar por el movimiento social, sino que realmente asumir un liderazgo político que significa encauzar las problemáticas que están planteadas por un movimiento social y encauzarlas a soluciones reales. Ese es el trabajo de los parlamentarios en una democracia representativa como es la que tenemos en Chile.

- Sin embargo, el movimiento social sigue su curso y no se ve que vaya a terminar…


- Bueno, ahí está justamente el desafío. Los movimientos sociales, como el que hemos tenido en Chile los últimos meses, parten apelando a un sentimiento o a una petición que es muy transversal, pero luego comienzan a radicalizarse y finalmente lo hacen también sus dirigentes. La pregunta que uno tiene que hacerse es si lo que están pidiendo es para todos, a los que ellos convocaron a manifestarse o sólo para un sector.

- ¿Te refieres a la Confech?


- Lo que a mí me preocupa es que nosotros terminemos solamente respondiendo a los dirigentes de este movimiento social, o sea a la Confech, que hoy representa sólo al 30% de la matrícula de la educación superior y no nos preocupemos del otro 70% que está fuera de sus peticiones concretas. ¿Qué puede pasar? Si nosotros como clase política sólo nos hacemos cargo de ese 30% representado por los dirigentes de la Confech, en un año más o en dos, podemos tener el mismo movimiento social del 70 % restante. Debemos hacernos cargo de la petición transversal, de la mayoría, hacer políticas públicas que apunten al bien común, y no sólo solucionar el problema o escuchar las demandas de un sector, porque ahí se dirá que se hizo un arreglín y la frustración del resto será peor.

- ¿Hasta qué punto el incidente en el Congreso de Santiago puede ser considerado un punto de inflexión que ha permitido que al fin los parlamentarios comiencen a tomar en serio que su misión es justamente buscar soluciones políticas al conflicto?


- Yo no creo que un acto de violencia sea positivo. No saco nada positivo de este acto de verdadera violencia y de ultraje a la democracia representativa. Fue una falta de respeto inaceptable. Nosotros tenemos que ser siempre los primeros defensores de nuestra democracia y no puede ser que aquellos que violenten las instituciones democráticas sean los que terminen ganando.

- ¿Qué te pasó ese día?


- Yo me quedé sentada hasta el final porque aquí no nos pueden ganar los violentos, no puede ganar la violencia en Chile, ese no es el camino. En las últimas semanas -y es cómo yo he visto la discusión en el Congreso también- hay muchos dirigentes políticos que se han dado cuenta que ya no se pueden colgar del movimiento social sino que están interpelados a asumir el liderazgo político que les ha faltado durante los últimos meses. Aquí ha faltado convicción de que las cosas pueden resolverse, más allá de las diferencias.

- Hay mucha crispación política y eso impide el diálogo…


- Una de las herencias negativas que nos ha costado superar de la transición es creer que porque tenemos diferencias no vamos a ser capaces de llegar a acuerdos. Da la sensación, -quizás porque yo soy más joven y lo miro un poco de afuera-, que la generación anterior quiere borrar las diferencias, quiere hacer que todo sea un consenso, que no es bueno discutir un poco más fuerte o más profundo… Al revés, creo que nosotros hemos perdido la capacidad de decir: “pienso distinto, pero no por eso te voy a deslegitimar, te voy a gritar, te voy a violentar”. Es natural que en una democracia existan diferencias profundas pero insisto, ello no impide un acuerdo que significa que ninguna de las partes imponga en un 100% su posición. Los acuerdos no se logran en la calle, se logran en el Congreso, no se logran con violencia, sino con racionamiento, calma, paciencia.

- ¿Qué es lo que más te llama la atención de este movimiento social?


- Que somos un país que está creciendo, que está generando empleo, que tiene un aire distinto al que tienen muchos países a nivel internacional, que el próximo año, al igual que en las otras economías mundiales, estaremos en un escenario complejo y nos tenemos que preparar para eso, entonces, lo que me llama la atención es que nadie está mirando la parte positiva de este país, sus avances y desarrollo y por el contrario nos centremos en todo lo negativo. Creo que el camino correcto es decir ok, avancemos, pero no olvidemos que hoy no tendríamos la cantidad de jóvenes en la calle si es que no hubiésemos logrado, por ejemplo, que hoy 7 de cada 10 alumnos de la educación superior son primera generación. Esta es una revolución de la clase media. Están los liderazgos políticos a la altura de la situación que está viviendo el país o no? Y esa es la pregunta que nosotros tenemos que responder desde el Congreso y es por eso que yo tengo la esperanza de que esa pregunta la respondamos positivamente, demostrándole a la ciudadanía que sí, que somos capaces, que estamos a la altura para llegar a un acuerdo que nos permita avanzar en los temas reales.

- ¿Es inamovible la posición del gobierno en torno a no a la gratuidad para todos?


- Aquí ha faltado también de parte del movimiento social, la flexibilidad suficiente para no imponer el 100% su opinión. Hay opciones y caminos distintos porque no hay que olvidar que el Estado tiene además que hacerse cargo de un montón de temas sumamente diversos que son más amplios de lo que específicamente está planteando el movimiento. Ya no estamos en el momento de querer imponer posiciones. Ahora le toca a los representantes políticos mirar el bien común general tratando responsablemente de no romper con las cosas positivas que tiene el sistema. Debemos mejorar las instituciones que tenemos ¿o queremos dar un paso hacia atrás? Es ahí donde la convicción de los liderazgos políticos es importante.

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