Un tema recurrente que se escucha en los foros o actividades empresariales es la notoria baja que ha exhibido la presencia de las mujeres en el mercado laboral a raíz de la pandemia. Y cómo no, si muchas dejaron sus empleos para asumir diversas labores en la casa. Y hoy el trabajo doméstico y el de cuidado es una realidad con la que conviven muchas en su día a día.
Para justamente darle visibilidad al tema, este año ComunidadMujer junto al Ministerio de Hacienda lanzarán la tercera edición del estudio “Estimación de la Valorización Económica del Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerados en Chile y su relación con el PIB nacional”, una medición con la que buscan posicionar esta realidad a veces oculta, y para la cual revisaron data de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT 2023), la Encuesta de Caracterización Económica (Casen) de 2022 y del Banco Central de Chile.
“Las mujeres continúan siendo identificadas como principales responsables de las tareas domésticas y de cuidados”, dijo Recart.
Lo que no se ve, ahora se mide
La investigación, que contó con la colaboración del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), constató que el Valor Económico del Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado (VTD/CNR) alcanzó los $ 66,8 billones (millones de millones) en 2023, lo que equivale a US$ 75.600 millones, de los cuales el 65,2% corresponde a la contribución que realizan las mujeres.
Como porcentaje del PIB ampliado -es decir, que contempla estas dimensiones-, el valor económico llega a 19,2%, y el informe expone que esta cifra supera el aporte de todas las actividades económicas registradas por las Cuentas Nacionales que registró el Banco Central en 2023.
Para la presidenta de ComunidadMujer, María Olivia Recart, los datos revelaron que estas tareas constituyen “la infraestructura invisible de la economía”.
“Los datos revelan que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado constituye la infraestructura invisible de la economía”. MARÍA OLIVIA RECART, Presidenta de Comunidad Mujer

De hecho, la dimensión con mayor importancia económica corresponde al trabajo doméstico no remunerado, con $ 47.146 mil millones, de los cuales las mujeres aportan el 63,5%. Aquí, en particular, destaca el peso de la “preparación y servicio de comida”, con un 22,6% del total ($ 15.087 mil millones), en el cual las mujeres aportan el 69,2% de la tarea ($ 10.434 mil millones).
Otro tema en el que se ven fuertes diferencias es en “cuidados a niños y niñas”, un tema que tiene una valoración económica de $ 5,4 billones, y en el cual el 74,6% es contribuido por las mujeres.
Recart planteó que “las mujeres asumen cerca de dos tercios de estas labores, lo que impacta directamente en su autonomía económica”.
De cierta manera, añade, “esta es una limitante para el crecimiento económico, puesto que restringe oportunidades de inserción laboral. Esta distribución desigual de tareas al interior de los hogares es clave para entender las brechas de género en el uso del tiempo, los ingresos y la participación en el empleo formal, además de incidir en el desarrollo de carrera. La corresponsabilidad sigue pendiente en estas tareas”.

El ministro de Hacienda, Nicolás Grau, valoró la realización de este estudio, porque “en el contexto actual, donde tenemos un rezago en la recuperación del empleo femenino, es muy importante dimensionar cuál es su aporte a la actividad económica”.
En su opinión, “si somos capaces de cuantificar el valor de su trabajo no remunerado, podemos estimar cómo eso podría impulsar nuestra economía”.
Ahora, para que eso ocurra, el secretario de Estado planteó que antes tienen que pasar una serie de cosas: “Tenemos que sacar adelante el proyecto de Sala Cuna Universal, clave para poder igualar la corresponsabilidad a nivel laboral; avanzar en un sistema de cuidados que permita que las mujeres, que son especialmente las que llevan adelante las labores de cuidado y trabajo doméstico no remunerado, puedan ingresar a la fuerza laboral sin que ello suponga que la persona que necesita ese cuidado no lo obtenga, en fin”.
“Si somos capaces de cuantificar el valor de su trabajo no remunerado, podemos estimar cómo eso podría impulsar nuestra economía”. NICOLÁS GRAU, MINISTRO DE HACIENDA

Tiempo destinado
Con relación a los tiempos, el informe identificó que la población de 15 años y más residente del país tiene una participación diaria casi universal en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Es decir, que realiza al menos una actividad al día de este tipo.
En términos de carga, esta población destina, en promedio, 04:01 horas al día a realizar estas labores. Entre las mujeres, el tiempo dedicado es de 05:03 horas diarias, mientras que entre los hombres es de 02:53 horas diarias. Una brecha de género de 02:10 horas diarias.
Por edad, la mayor carga se registra en el grupo de personas adultas entre 25 y 64 años, quienes destinan en promedio 04:28 horas a las labores de cuidados no remuneradas; 05:40 horas entre las mujeres y 03:12 horas entre los hombres, equivalente a la mayor brecha de género entre los segmentos etarios, de 02:29 horas.
Para Recart, hay varios factores culturales y económicos tras la diferencia de tiempo que destinan hombres y mujeres a estas tareas.
“Las mujeres continúan siendo identificadas como principales responsables de las tareas domésticas y de cuidados, independientemente de su participación en el ámbito laboral. Y, en este sentido, se le asignan tareas a las mujeres que ellas asumen postergando otras áreas de su vida”, dijo.
Desde su óptica, además, la brecha observada obedece a “una persistente segmentación sexual del trabajo y a la insuficiente corresponsabilidad social”.
Así, por ejemplo, expuso que el nivel de oferta de servicios públicos de cuidados, las normas culturales, el grado de corresponsabilidad existente y las características del mercado laboral, contribuyen a profundizar dicha desigualdad. “En conjunto, estos elementos configuran un escenario que restringe la autonomía femenina y subraya la necesidad de avanzar hacia una distribución más equitativa de las responsabilidades asociadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado”, agregó.
Consultada respecto a por qué es importante ponerle números a este tema, Recart afirmó que “permite analizar las opciones para el futuro: con una población que envejece a tasas agigantadas, este tema se convierte en prioridad”.
Más aún, enfatizó que hoy en medio de las campañas presidenciales “nos parece que este tema debe ocupar un espacio en la discusión pública. El aumento de personas mayores generará una mayor demanda en el sistema de cuidados, intensificando los desafíos que enfrenta Chile. Abordar esta realidad con evidencia concreta es clave para garantizar un desarrollo económico sostenible y mejorar la calidad de vida de quienes habitan el país en los próximos años”.