“En un ambiente de alzas de tasas externas y menor impulso fiscal, las expectativas jugarán un rol clave”, plantea el economista jefe del Banco de Chile, Rodrigo Aravena, quien destaca que dependiendo de su evolución, podrán impactar al PIB tanto al alza como a la baja.
Su pronóstico apunta a un crecimiento de 3% -con sesgo a la baja- para el próximo año, con un crecimiento de la formación bruta de capital fijo entre 2% y 3%, consistente con una mantención de la tasa de inversión en los niveles actuales.
Este panorama con un incremento en la actividad algo superior al 2,5% que espera el economista para este año, se dará “siempre y cuando se cumplan algunas condiciones”.
Entre ellas, que el mundo presente un mayor dinamismo, lo que dependerá de un mayor crecimiento de Estados Unidos y Europa y la persistencia de un tipo de cambio depreciado que permitiría que las exportaciones netas compensen, al menos parcialmente, el debilitamiento de la demanda interna.
“Un tercer factor sería la persistencia de condiciones monetarias expansivas, ya que si bien el Banco Central eventualmente iniciaría un proceso de alza de tasas en 2016, éste sería muy gradual y la tasa de política monetaria permanecería por debajo de su valor neutral”, destaca Aravena.
Por el contrario, entre los elementos que podrían acotar el espacio de recuperación el próximo año
está la reducción del gasto fiscal, en línea con la convergencia hacia el balance estructural que el gobierno planea iniciar en el próximo presupuesto.
Otro factor es la evolución del precio del cobre, “ya que no resulta descartable que exista un retroceso debido a la desaceleración de la economía China”.
Finalmente, está la probabildad de un alza de tasas en Estados Unidos el próximo año, pues el economista, señala que la reacción que tengan los flujos de capitales “también será un elemento de riesgo para el crecimiento local”.