Por Jorge Isla
No duda en evaluar la operación propuesta por Endesa España para Enersis como positiva desde el punto de vista estratégico. Desde su trayectoria profesional de más de dos décadas como ejecutivo, asesor, empresario y uno de los directores con más sillones en el mercado, Bernardo Fontaine considera que “tiene sentido y es un buen negocio que permitiría al holding consolidarse como grupo en Latinoamérica”.
Pero su opinión respecto de cómo se ha materializado es muy distinta. “Aquí ha habido una comedia de equivocaciones y de falta de comunicación para presentar un negocio que es atractivo, pero en relación al cual, la forma de llevarlo a cabo fue totalmente errada”, asevera el director de Bicecorp, Banco Bice, Compañía de Seguros de Vida Bice Vida, Coca Cola Embonor, LAN y Metro.
Y si bien no cree que Endesa España tuviera el propósito de pasar a llevar a los minoritarios, opina que el conglomerado no supo leer las señales de un “mercado más transparente que exige cuidar no sólo el fondo, sino también la forma y la justicia de las transacciones”, por lo que no le sorprenden las dudas sembradas sobre sus verdaderas intenciones tras el aumento de capital. “Aquí hay una lección muy grande respecto a los controladores: no sólo no pueden hacer y deshacer en las compañías, sino que debe cuidarse de no ser vistos como tales”, recalca.
–¿Cuál es su análisis de la actuación del directorio de Enersis?
–Cuando citaron a junta, el directorio tal vez debió comunicar que no se había pronunciado sobre la materia y describir su rol al mercado desde el principio. Eso les habría ahorrado ataques. Ahora, es difícil para un directorio ir contra el consejo de sus expertos legales.
–¿Comparte la argumentación de directores como Hernán Somerville o Eugenio Tironi respecto de sus límites de responsabilidad en este caso?
–En algunos casos sí. Hay que entender que son los accionistas quienes deben tener la última palabra, y no el directorio que tiene una serie de responsabilidades muy conocidas. Ahora, yo supongo que directores tan capaces como los de Enersis expresaron formalmente sus dudas a Endesa respecto de la operación.
–¿Considera válidas las acusaciones de incompatibilidad lanzada por Habitat contra Pablo Yrarrázaval y León Vial?
–Ahí se están mezclando cosas. En las empresas muchas veces habrá conflictos de interés, que hoy tienen una forma bastante clara y precisa de tratarse con una ley y regulaciones que han avanzado mucho. Por lo tanto, el asunto es cómo se administran, no hay que seguir sembrando inhabilidades exageradas ni normas que no van a cumplir su función.
–¿No ve un conflicto de intereses en el caso de Yrarrázaval?
–No veo conflicto de interés en que los directores de las bolsas de valores puedan ser directores de sociedades anónimas, en lo más mínimo.
“Las regulaciones existentes son suficientes”
–¿Advierte riesgos de que este caso aumente la presión por nuevas regulaciones al papel de los directores?
–Ese es un riesgo importante. Está muy bien exigirles más a los directores, pero este caso está demostrando que la ley y las regulaciones existentes son suficientes para enfrentar este tipo de situaciones. No hay que hacer más cambios.
–¿Cómo ve el cambio a la ley de sociedades anónimas que busca obligar a que los aportes no consistentes en dinero propuestos por el controlador requiera la aprobación de los minoritarios?
–Es equivocado pensar que cada vez, ante cada problema, haya que emitir una nueva regulación, y es fundamental que el debate en el mercado de capitales se mantenga de manera racional y profesional.
–¿Qué juicio tiene sobre la dura ofensiva de las AFP contra el aumento de capital en Enersis?
–Una vez más, las AFP han resultado ser muy buenas defensoras del interés de sus afiliados y, por extensión, de los accionistas minoritarios; han ganado un prestigio adicional. El tema es que el tono podría ser mejor y algunas declaraciones han ido más allá de lo conveniente. En el calor de la discusión pareciera que las AFP se han dejado llevar por un estilo de discusión que hoy día es mucho mas demagógico, agresivo y, en alguna medida, populista. Es peligroso que convirtamos al mercado de capitales en un campo de batalla político.
–¿En qué sentido?
–Hay un riesgo de que se transforme en una persecución a los directores, inversionistas extranjeros o controladores en general. Se debe respetar que los accionistas resuelvan los temas de una sociedad, y no sea al país en su conjunto el que intervenga.
–Pero si los minoritarios no tienen los votos suficientes para oponerse al aumento de capital en la junta, ¿de qué otra manera podrían defenderse?
–Me parece lógico que todo minoritario que defienda el valor de sus acciones consiga apoyo en los demás accionistas, consulte a las autoridades y acuda a los medios de comunicación. Pero no que recurran a actores que están fuera del mercado de capitales, al cual tenemos que cuidar para que siga siendo profesional y técnico.
–Esta ofensiva tiene precedentes en la impugnación de las AFP a PwC y remuneraciones de directores, y en el manual de autoevaluación desarrollado por Habitat ¿Fue el inicio de una escalada?
–Es legítima posición de los fondos de pensiones respecto de una serie de materias que son propias de cada sociedad y que han manifestado las juntas de accionistas. Pero discrepo en la autoevaluación, que no es la mejor forma de medir la actividad de un directorio. Las compañías son muy distintas unas de otras y no es el rol de los fondos de pensiones constituirse en tribunales de ética o en controladores morales. Me parece peligroso que emitan juicio sobre todas las compañías en general.
–Hay quienes ven en la actitud de las AFP un intento de remediar lo que no hicieron en La Polar, calificándolo por eso como una sobrerreacción…
–En muchos casos como Telefónica, la misma Enersis y otros, las AFP habían defendido antes los intereses de los minoritarios. Y es probable que tras el caso La Polar se vieran remecidas, al igual que todos en el mercado. Ahora, las AFP tienen un dilema importante: encontrar un equilibrio entre discutir racional y técnicamente un determinado negocio, con no atacar a la compañía al punto que su acción termine bajando, y que no por defenderse armen un incendio que termine quemando el barrio.
–La polémica en Enersis aumenta el escrutinio sobre los directores ¿cuál es la sensación entre los miembros de los directorios?
–No hay duda de que hoy los directores sienten un peso muy superior en cuanto a las responsabilidades que deben asumir, y deben ser en extremo cuidadosos con sus decisiones y formas de hacer las cosas. Es impensable que los directores vayan a saber todo lo que ocurre en la empresa y se los haga responsable, eso es inviable. Y lo preocupante es que no está demasiado claro el límite entre los temas de los cuales ellos son exactamente responsables, de aquellos que no.
–¿Cuáles son las exigencias que se cuestionan a nivel de directores?
–Una ola de regulaciones está dejándose caer sobre las sociedades anónimas y las compañías de seguros, obligando a los directorios a tomar una carga burocrática y regulatoria muy fuerte, y va quedando menos espacio para el trabajo más fundamental estratégico, de planificación y control de la gestión. Creo que ha habido exageraciones.
–¿En qué casos?
–La SVS ha emitido opiniones en términos de que los directores debieran ser una suerte de auditores de la compañía, pero no se pueden transformar en una especie de Contraloría para efectos de la administración. Es necesario cuidar el equilibrio, porque o si no mucha gente capaz se va a salir de los directorios.
–Este caso puso en el tapete el papel de los directores independientes ¿Hay que reformar este tema?
–Hay una contradicción no resuelta: todos los directores tienen que responder a todos los accionistas trabajando en pos de la empresa y no a quienes los eligieron. Y en las sucesivas modificaciones de la ley, los directores independientes han ido quedando en una especie de categoría distinta donde, por un lado, son responsables ante todos los accionistas, pero, por otro,
se les contemplan ciertas obligaciones, participaciones en comités y
un cierto rol distinto. No conviene crear una especie de categoría de directores, eso quiebra los directorios.
–¿Es necesario aclarar este tema con una nueva normativa?
–Hay que revisar la normativa que existe, pero no por este caso, sino en general. Eso sí, hay esperar un poco a ver cómo opera y volver a pensarla si efectivamente ha generado una cuña dentro de los directorios que pueda ser perjudicial, o no.