Empresas y Startups

Nuevos incentivos están impulsando iniciativas innovadoras en salud

Programas de escalamiento comercial y apoyo en fase temprana, están ayudando a concretar proyectos que tardan 10 años en lograr resultados.

Por: | Publicado: Lunes 26 de noviembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por F. Orellana y C. Iribarren



Nuevas vacunas, desarrollo de terapias con células madre, test de diagnóstico o nuevos tratamientos personalizados son parte del portafolio que investigadores chilenos están llevando adelante y que esperan revolucionar la medicina actual con el desarrollo de nuevas técnicas y tecnologías que marcan la pauta en el área de ciencias de la vida. 
No es una tarea fácil considerando que los proyectos tardan, como mínimo, entre ocho y diez años en llegar a mercado. Una espera que es una dificultad para acceder a financiamiento, como el caso de una vacuna contra el virus sincicial que lidera Alexis Kalergis, director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia, que lleva siete años de estudio y que ahora será probada en humanos en Chile y EEUU durante tres años: gracias a un proyecto Fondef de Conicyt y el apoyo del Ministerio de Salud han podido continuar con la iniciativa pues para llegar al mercado, aún quedan ochos años. Una realidad bastante distinta a la que viven emprendimientos del área TIC, por ejemplo, que con menos recursos y meses, pueden levantar sus propios proyectos. 
Sin embargo, en el último tiempo, han surgido iniciativas desde el mundo privado y público que están impulsando y ayudando a materializar los proyectos científicos de las universidades, centros de investigación o consorcios. Corfo creó este año un nuevo programa de Innovación Empresarial de Alta Tecnología, que entrega hasta poco más de US$ 1 millón a iniciativas de gran envergadura en I+D para que puedan desarrollar prototipos, ensayos o pruebas, explica Conrad von Igel, gerente de Innovación de la entidad. De hecho, desde 2005, InnovaChile de Corfo ha entregado
$ 16.661 millones, fundamentalmente a proyectos para dispositivos médicos, desarrollo de principios activos para terapias, creación de capacidades o biomarcadores entre otros. Otro programa de la estatal, Go to Market, que apoya la comercialización de tecnologías en mercados globales, también está acogiendo proyectos de biomedicina y los está ayudando a afinar las propuestas. También el Conicyt, a través del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt), ha triplicado los recursos para el área biológica y medicina en los últimos diez años.

Desde el lado privado, la incubadora de negocios de la Universidad del Desarrollo, UDD Ventures, abrió por primera vez un programa, en alianza con BCI Nace, Endeavor y Corfo, para apoyar startups del sector entregando hasta $ 60 millones. “Hay mucho espacio para innovar: desde procesos, herramientas, dispositivos, materiales, y margen para mejorar la atención que recibe el paciente”, dice Paul O’Toole, director de la entidad.

Los laboratorios también están haciendo lo propio. James Norman, subdirector de Seguimiento y Control del programa Alimentos Funcionales de Fondef, acota que “en los últimos años se ha visto un interés real por participar en los proyectos”. De hecho, según datos de la Cámara de Innovación Farmacéutica, en Chile se invierte US$ 24 millones al año en 160 estudios clínicos y es el cuarto país en importancia de Latinoamérica para el gremio. “Chile ha avanzado con el aporte de tecnologías sanitarias, como los medicamentos de última generación incluyendo en ellos a los productos biotecnológicos”, dice José Manuel Cousiño, vicepresidente ejecutivo del gremio.



Poco escalamiento


Estos impulsos son vitales, dicen los especialistas, ya que por ejemplo, de los fondos de capital de riesgo que hay en el país, sólo Aurus Bios está enfocado en el sector.

“Esto dificulta apoyar nuevos emprendimientos ya que en el análisis que hacemos, consideramos los recursos que necesitará para llegar a un punto de madurez para atraer inversionistas o empresas extranjeras. En el venture capital se trata de compartir riesgos con otros inversionistas, por ende, si el proceso de “maduración” de una firma fuese costoso y demoroso y nosotros tuviésemos que costearlo solos, tal vez no podríamos apoyarlo”, explica Alex Seelenberger, gerente de inversiones de la entidad.

Acota que el motivo del poco interés se debe a que no hay un “track record”, es decir, no hay inversionistas locales que hayan ganado dinero en esto, por lo que es difícil convencerlos de entrar a la industria. “Por eso, estamos abocados a probar que existe un caso de negocios atractivo para invertir en el sector. Y de ser exitosos, seremos capaces de atraer a nuevos inversionistas dispuestos a invertir”, dice.

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