Empresas
Las lecciones del caso La Polar
Andrés Olivos Director de empresas
Por: Equipo DF
Publicado: Lunes 4 de junio de 2012 a las 05:00 hrs.
Es indignante lo que ocurrió con el escándalo La Polar. Hoy se mira con sospecha a todos los actores sin excepción. Si se han cometido abusos, si se ha engañado la fe pública, si se abusó de la confianza de los clientes, si se hizo un injusto aprovechamiento de la necesidad crónica de crédito de los grupos más desposeídos de la población, todo eso repugna y debe ser castigado, pero no debe mancharse el prestigio de tantos comerciantes que han dedicado su vida a un negocio tan noble y socialmente necesario.
Pienso que de este caso hay algunas buenas lecciones:
-Hay que confiar en las empresas sólo cuando tienen accionistas comprometidos, que están encima del negocio y que crean riqueza en el tiempo, no solamente hoy.
-Las empresas son más que sus gerentes. Es importante tener buenos equipos gerenciales, probados y confiables, pero es necesario que sean controlados por las instancias que corresponde. Reguladores, directorio, comités, auditoras, analistas, etc.
-No confiar en los ejecutivos estrella, porque no existen. La naturaleza humana juega malas pasadas. La falta de control gesta malas prácticas.
-Los directorios deben contar con especialistas. Las decisiones relevantes deben tomarse colegiadamente en las sesiones de directorio, y no fuera de ellas. Las reuniones mensuales no son un club de amigos que conversan de la actualidad y comen galletas. Cuidado con las decisiones críticas que se toman “entre” los directorios y al margen de todos sus integrantes.
Ahora, también hay que considerar otros efectos relacionados al caso. El primero es que se advirtió claramente el aprovechamiento de otros agentes del mercado que encontraron el momento propicio para impulsar demandas históricas como lo es la consolidación de información de la deuda vigente de todos los chilenos. Aunque no tiene nada que ver con el caso La Polar, tal iniciativa salió a flote con gran fuerza en el momento político correcto, para lograr un beneficio comercial anhelado históricamente por estos actores de mercado.
Por otra parte, el proyecto de ley que impulsa la rebaja de la Tasa Máxima Convencional (TMC), en que la autoridad parece tener muy claro sus beneficios pero no sus costos, ni quienes terminarán pagándolos, que serán los clientes de menos recursos y las empresas que operan en estos segmentos. De prosperar las iniciativas que están en discusión se habrá limitado el acceso al crédito para cerca de un millón de personas, según la estimación del Banco Central. El retail ha sido el agente crediticio que históricamente ha atendido a estos segmentos que por años han sido expresamente dejados de lado por otros actores de mercado que se han focalizado en sectores de mayores ingresos. La banca nunca ha logrado penetrar masivamente el mercado del micro crédito, y nada indica que ahora lo hará.
Otro de los efectos indeseables con la reducción en la TMC será la mayor concentración del mercado del crédito a favor de los grandes retailers, cosa que la autoridad regulatoria parece no temer, pero que debiera evitar a toda costa.
Asimismo, preocupan las señales que está enviando el Sernac en materia de defensa de los consumidores. Se ha creado un ambiente de confrontación entre éstos y los acreedores, estimulándose la cultura del incumplimiento, haciendo pensar a las personas que “si no pago, no pasa nada”. Los deudores sienten que la autoridad y el Sernac están de su lado y que saldrán en su defensa en caso que no paguen la deuda de sus tarjetas.
Como ciudadano pido prudencia en las decisiones que tomen nuestros legisladores y que no olviden el concepto de gradualidad al momento de la puesta en marcha de ciertos cambios normativos.