Si hay un activo que ha sentido los embates arancelarios entre Estados Unidos y China, es el cobre. El principal producto de exportación chileno se ha visto arrastrado por la volatilidad desde el inicio de las amenazas entre las potencias mundiales, y ayer no fue la excepción.
El metal rojo se hundió un 1,94% en la Bolsa de Metales de Londres (LME) hasta los
US$ 3,005 la libra en el mercado spot. Desde el 22 de marzo, día en que EEUU anunció que impondría aranceles por hasta US$ 60 mil millones a productos chinos, el cobre se ha depreciado un 1,8%.
Y pese a que los analistas mantienen sus previsiones a niveles fundamentales, para nadie es un misterio el riesgo que implica el enfretamiento entre las dos principales economías globales.
“En una guerra comercial generalmente no hay ganadores”, dijo Colin Hamilton, director ejecutivo en investigación en materias primas de BMO Capital Markets. Para el analista, pese a que EEUU representa el consumo de sólo 8% del metal, “una guerra comercial total podría causar problemas globales que el cobre no podría evitar”.
En esa línea, dijo que China podría inyectar liquidez en su mercado interno “mientras esto está en curso, además de ofrecer apoyo financiero adicional a sus pares asiáticos, lo que podría respaldar efectivamente la demanda de cobre a corto plazo”.
Sin embargo, reconoció que “la mayor incertidumbre hace que sea aún más difícil para las empresas comprometerse con futuros proyectos de cobre”.
El desempeño del cobre recogió así en mayor medida el incierto panorama para el comercio global, ya que pese a una fuerte apertura bajista, los indicadores de Wall Street dieron un brusco giro hacia el final de la jornada. El Nasdaq lideró los avances con un 1,45%, seguido del S&P 500 con 1,16%.
El cambio se produjo ante las especulaciones de que la administración Trump no promulgaría las propuestas más proteccionistas para no arriesgar el crecimiento económico.