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REGÍSTRATE AQUÍMientras el ultraderechista Jair Bolsonaro adelantó ayer que no cambiaría su estrategia, el PT de Fernando Haddad se debate entre apostar por el centro o endurecer su agenda de izquierda.
Por: Ignacio Gallegos F.
Publicado: Martes 9 de octubre de 2018 a las 04:00 hrs.
Como una “ola conservadora” describían ayer los medios brasileños el contexto político que catapultó al diputado de extrema derecha, Jair Bolsonaro, hasta rozar una victoria en la primera vuelta presidencial celebrada el domingo. El más de 46% que acaparó el candidato del Partido Social Liberal (PSL) sorprendió a todos: hasta el viernes, las encuestas más osadas le otorgaban un máximo de 41% de la intención de voto.
Pero su colectividad de derecha también celebró el haber logrado posicionarse como la segunda mayor fuerza en el Congreso, donde, no obstante, deberá enfrentarse a la hegemonía que mantuvo el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). Ninguno de los dos tendrá mayoría, por lo que la polarización en el Poder Legislativo de la mayor economía de Latinoamérica será más profunda que la actual.
El PT delineaba ayer su estrategia para dar la pelea en el balotaje presidencial del 28 de octubre. El candidato Fernando Haddad, que logró 26% de los apoyos, visitó al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva en la cárcel, donde cumple condena por corrupción y lavado de dinero. Tras ello, en una conferencia, pidió “la unión de todas las fuerzas democráticas” para vencer a Bolsonaro.
En tanto, los análisis económicos se enfocaban en la creciente brecha ideológica en el electorado. El vicepresidente y analista senior de Moody’s en Brasil, Samar Maziad, escribió en un reporte que la polarización “crea desafíos extra para la próxima administración (...) Independientemente de quien venga, el nuevo presidente tendrá que formar alianzas en el Congreso que permitan la aprobación de reformas fiscales, para que se resuelva una debilidad fundamental en el perfil de crédito de Brasil”.
Pese a las advertencias de Moody’s, el fuerte respaldo al PSL hizo subir ayer la bolsa de Brasil, que llegó a escalar más de 6% hasta superar los 87 mil puntos y quedó cerca de anotar el mayor volumen en toda su historia. El real también reaccionó: llegó a subir 3% frente al dólar, recuperando parte de lo perdido durante el año.
El impulso venía de las expectativas de que Bolsonaro sea capaz de implementar las políticas menos controvertidas de su agenda, incluyendo una privatización acelerada de las empresas públicas, una reforma al sistema previsional y una reducción general del tamaño del Estado. El candidato asegura que puede cerrar el déficit fiscal -que a fines de 2018 llegaría a 8% del Producto Interno Bruto- en su primer año de gestión. Pero también defiende una reducción de la carga tributaria y una simplificación del sistema, sin dar detalles de cómo lo llevaría a cabo.
En contraparte, los planes de Haddad abogan por un mayor rol del Estado en el impulso a la actividad productiva y el empleo. Su programa incluye la derogación del límite del gasto fiscal y rechaza las “reformas neoliberales” que ha impulsado el actual gobierno de Michel Temer en materia de previsión social. También promete frenar los proyectos de Planalto en materia laboral, eximir del impuesto a la renta a todos quienes reciban menos de cinco salarios mínimos al mes y aplicar un inédito Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Pero el candidato podría moderar sus propuestas a fin de atraer al centro político de cara a la segunda vuelta. Un análisis de Oxford Economics apunta a que Haddad podría anunciar a un ministro de Hacienda amigable al mercado en los próximos días. “Un balotaje entre un Haddad moderado y Bolsonaro sería positivo para la economía”, señaló la consultora en un informe ayer.
Por su parte, Capital Economics consideró que “los obstáculos para las grandes reformas para hacer frente al déficit fiscal son altos (...) no es claro que el apoyo a Bolsonaro se extienda a las medidas dolorosas para reducir el gasto. Y algunos de los cambios más difíciles, como el de las pensiones, requerirán una coalición inestable de al menos once partidos”.
La campaña por el balotaje se reanudó en todo Brasil a las 17:00 horas de ayer, exactamente 24 horas después de que se cerraran las urnas de la primera vuelta.
Mientras Haddad visitaba a Lula en la cárcel, Bolsonaro dijo en una entrevista radial que su estrategia no cambiaría demasiado. “No puedo cambiar y volverme ‘Jaircito paz y amor’. Tengo que continuar siendo la misma persona”, dijo en una entrevista radial, en la que también insistió en su postura contra el matrimonio homosexual y aseguró que defenderá fuertemente “la mantención de los valores familiares”.
Sobre la segunda vuelta, expresó optimismo. “Me siento bien. Al final de cuentas, no es difícil debatir con el PT. Lo que el PT hizo en trece años está vivo en la memoria de todo el mundo y no queremos volver a eso”.
En tanto, los derrotados de la izquierda y centroizquierda comenzaban a sopesar sus apoyos a Haddad para evitar el ascenso de Bolsonaro. En el partido de Ciro Gomes, quien obtuvo 12,5% de los votos, debatían un “apoyo crítico” a la candidatura del PT, que podría oficializarse este miércoles. Por su parte, la socialdemocracia de Geraldo Alckmin (quien logró 4,76% de los apoyos) tendría su propio debate esta semana. Marina Silva (Rede) adelantó el domingo, tras obtener apenas 1% de los apoyos, que se articularía como oposición a cualquier nuevo gobierno.
Pero, incluso sumando todos los votos del resto de los candidatos de izquierda, los números están contra el PT, por lo que la apuesta podría ser la de convencer a los casi 30 millones de brasileños que no participaron el domingo. La abstención, de 20,3%, fue la más alta en diez años. Si el partido logra que el voto contra el excapitán de Ejército pese más que el contario a la memoria de sus trece años en el poder, podría dar vuelta la carrera. Brasil vuelve a sumirse en la incertidumbre.
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