Devaluación, hiperinflación, control de precios y un aumento del salario mínimo de al menos un 3.400%, son sólo algunas de las dificultades a las que se enfrentan los empresarios de la nación caribeña, en medio de la peor crisis económica que atraviesa el país. Algunos ven cómo empieza a desaparecer el negocio que les tomó tantos años levantar; sin embargo, otros ven en el caos una verdadera oportunidad. A su juicio, las adversidades abren la puerta a nuevas ideas y permiten tomar riesgos para crecer.
Cristina Arismendi, dueña DE D'LUX
"Ser empresario es saltar a un precipicio con los ojos vendados"
Soy abogada y con los años entendí que mi profesión era inviable en un país donde no existen leyes. Ello me llevó a evaluar qué hacer para crecer y nació D'Lux, una empresa pequeña de arriendo de trajes formales, con seis empleados, destinada a ofrecer a los hombres la mejor asesoría a la hora de vestir con elegancia. Logré posicionarla en el mercado y la convertí en la primera tienda de este tipo en toda la ciudad de Maracaibo. Pero, lo que comenzó como un sueño, se convirtió en un desafío. No sólo afrontamos las vicisitudes de una empresa normal en un país normal; sino que enfrentamos las dificultades de no contar con un buen servicio eléctrico, de agua y de tener una economía disfuncional. A pesar de ello, me adapté. Me reajusté para ofrecer salarios de hasta un 200% por sobre el sueldo mínimo; para incentivar, creé bonos por asistencia y otros más.
Con las nuevas medidas económicas, hemos visto mermar nuestras operaciones al máximo. Las ventas cayeron tanto que no ha ingresado un solo bolívar desde que el presidente hizo el decreto. Ahora sólo me queda esperar a ver cómo termina el mes de septiembre. Ahí tomaré la decisión de continuar apostando por mi empresa, mi sueño y por mi país, o cerrar definitivamente las puertas.
Félix Crespo, dueño de Representaciones Fel-Cre
"Hay que tener capacidad de reinventarse ante las adversidades"
La fábrica de textiles que hoy dirijo la fundó mi padre hace más de tres décadas y cuenta con cinco empleados adicionales. Después de años elaborando uniformes, poleras, trajes y mochilas, entre otros tantos productos, hoy desconocemos el rumbo que tomaremos. Lo único que tenemos claro es que en un país como Venezuela hay que tener la capacidad de reinventarse frente a las adversidades. Desde hace un año hemos visto caer las ventas, especialmente porque ha disminuido el volumen de piezas que nos piden confeccionar.
Estamos como en un limbo, esperando ver la reacción que tendrá el mercado durante este mes posterior a los anuncios económicos de Maduro y ver si el gobierno responde a las promesas ofrecidas de subsidio para afrontar el aumento de sueldo. Aún evalúo afiliar mi empresa al sistema "Carnet de la Patria", pero por ahora asumiremos el peso del salario, sin haberlo producido. Sabemos que a la larga tendremos que subir los costos de venta de los productos finales, sin que ello implique más ganancias. La idea es al menos poder cubrir los costos operativos, los sueldos y afectar lo menos posible a nuestros clientes porque ello podría llevar a una paralización total de actividades.
Miguel Arismendi, dueño de Distribuidora Global
"Emprender es el mayor riesgo que se puede asumir en este momento"
Mi padre me inculcó, aparte de grandes valores como la honestidad y lealtad, "el trabajo".
Desde mis catorce años lo acompañé en sus negocios y vi como levantaba su propia fábrica de ropa. Al culminar la universidad decidí especializarme en el área de la distribución de productos de consumo masivo. Trabajé por 19 años en el sector privado y, gracias a ello, se me presentó la oportunidad de iniciar mi negocio enfocado en la distribución de un producto que apenas nacía en Venezuela: la tarjeta prepagada de teléfonos. Fundé en el año 2000 Distribuidora Global. Fuimos creciendo y añadiendo productos. Sin embargo, desde hace cuatro años empezamos a sentir el impacto de políticas desalineadas con las leyes naturales de la economía. Ahora, recibimos una gran estocada con la devaluación que viene acompañada de una hiperinflación que ha puesto a temblar al sector privado. Desde el 20 de agosto, tras el anuncio del nuevo esquema de salarios, una gran cantidad de empresas han bajado las cortinas. Nosotros tomamos la decisión de no acogernos al subsidio del gobierno y tratar de honrar a nuestro personal con fondos propios; sin embargo, el gran dilema es determinar hasta cuándo podremos soportar y mantener vivo lo que un día fue un pequeño emprendimiento.
Beatriz Lugo, fundadora de Bomani
"Es un desafío que vale la pena y más si se apoya al talento nacional"
Bomani es una tienda de diseño nacional dirigida a bebés y niños, con dos años en el mercado. Somos una galería para el talento venezolano que comenzó con el aporte de catorce diseñadores y ya tenemos casi 35; la tienda se queda pequeña para todo el talento que hay en nuestro país. Ahora bien, ¿que si es difícil invertir en Venezuela? Sí, es un riesgo. No sabíamos cuál iba a ser la aceptación porque nuestros precios son elevados al tratarse de piezas únicas.
Sin embargo, nos ha ido muy bien. Hoy somos referencia nacional y hacemos envíos internacionales. Hemos enfrentado muchos obstáculos, especialmente por lo complicado que es medir el comportamiento de nuestra economía; vivimos en constante incertidumbre y los anuncios del gobierno no ayudan. Nuestras ventas han caído en momentos muy específicos, pero luego retoman su ritmo y eso se debe a que sigue habiendo un público que consume y que hoy nos permite expandirnos.
En Bomani tenemos sólo dos empleadas y aún las podemos mantener con el nuevo salario, pero no ocurre lo mismo con muchas otras empresas. Nosotros apostamos por continuar con nuestro proyecto; apostamos por este desafío que vale la pena asumir y más si se trata de apoyar al talento nacional.
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