Agosto no aparece como el mes calmado que esperaba la Unión Europea (UE). Pero incluso si las tensiones que viven los mercados de deuda se relajan en los próximos días, septiembre promete convertirse en la "tormenta perfecta" de la crisis del euro, según los analistas.
Hay varias razones para que toda la UE se decida a actuar cuanto antes, y con firmeza, porque el septiembre negro que se avecina da, sencillamente, miedo.
Grecia no ayudará al escenario
La troika que conforman el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) se desplazará a Atenas para evaluar los progresos que está haciendo el Gobierno griego en la aplicación de su plan de austeridad.
"Es muy probable que la troika tenga problemas para encontrar desarrollos positivos, por lo que se pondría en cuestión el próximo tramo de financiación de la Facilidad Financiera Europea (EFSF)", argumenta la economista independiente Megan Green, que ha seguido desde 2007 a 2011 la crisis del euro para The Economist Intelligence Unit.
Las dudas sobre la liberación del sexto tramo de ayuda a Grecia debilitarían de nuevo a Pasok, el partido en el poder, que podría verse abocado a convocar unas nuevas elecciones anticipadas, según los observadores.
El parlamento alemán al rojo vivo
Los parlamentos de los países de la zona del euro volverán de vacaciones en septiembre, y deberán aprobar finalmente las modificaciones del EFSF y de las condiciones de rescate financiero que se pactaron el 21 de julio en Bruselas. Y tienen que aprobarlas todos. Son conocidas las reticencias en Finlandia, a lo que se suma que hay miembros de la coalición de gobierno de Alemania que han criticado duramente el acuerdo de la UE.
Pero lo que esperan los analistas es que Alemania apruebe finalmente, no sin ruido, los cambios, ya que el principal partido de la oposición, el Partido Social Democrático -SPD, más favorable a los rescates-, está a favor. Eso sí, el líder del SPD, Frank-Walter Steinmeier, exigirá que se adelanten las elecciones si el CDU de la canciller Angela Merkel y sus aliados liberales, el FDP, no alcanzan la mayoría entre ellos. Esta batalla política enturbiaría el debate sobre la crisis sistémica del euro en el momento más delicado.
El desgobierno español
La actual situación de interinidad en el poder del Gobierno español no ayuda. Los Presupuestos Generales del Estado para 2012 serán una incógnita hasta enero. Los mercados demandan más austeridad y más reformas profundas, y está claro que en la campaña electoral no las va a haber. Ni en septiembre (mes en que se disuelven las Cortes), ya que perjudicarían al candidato del partido en el Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Además, varias cajas de ahorros tienen que captar fondos en septiembre, algo que puede ser complicado, vistas las turbulencias que asuelan los mercados. "Esas dificultades reducirían la confianza en el sector bancario español, lo que elevaría las preocupaciones sobre el coste que tendrían para el Gobierno español los futuros rescates bancarios", apunta Green.
Más presión sobre España e Italia
La rentabilidad exigida por los inversionistas a España e Italia es simplemente insostenible. “Algo se tendrá que hacer para reducirlos cuando llegue septiembre (si no antes)”, apunta Green. Pero Juan Iranzo, vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos de Madrid, replica que “es complicadísimo que se frene esto antes de septiembre”. Si no se consigue, ambos países se verían al borde del abismo del rescate, algo que la UE y el FMI no puede permitirse.