La Comisión Europea aprobó hoy su propuesta de estrategia
económica para la década 2010-2020, que incluye una serie de objetivos
cuantificados y una nueva arquitectura de vigilancia reforzada, con
instrumentos de alerta pero sin sanciones.
"La crisis ha puesto al descubierto nuestras
flaquezas", resumió el presidente de la CE, José Manuel Durão Barroso,
quien destacó que "seguir como hasta ahora no es una opción".
Barroso ha respondido a algunas críticas asegurando que la
propuesta, que deberá ser debatida por gobernantes y parlamentarios europeos a
lo largo de este semestre, "tiene en cuenta la urgencia".
La nueva estrategia, bautizada "Europa 2020",
contiene "lo que tenemos que hacer desde ahora, no dentro de 10
años", ha enfatizado el presidente de la Comisión.
Los cinco objetivos "guía" para la UE en su
conjunto serán los siguientes:
- La tasa de empleo en la población de edades comprendidas
entre los 20 y los 64 años deberá aumentar del 69% actual hasta al menos el
75%.
- Los niveles de inversión en I+D deberán crecer del 1,9%
del PIB comunitario hasta el 3%.
- Las emisiones de CO2 deberán reducirse un 20% respecto a
los niveles de 1990; la proporción de energías renovables en el consumo final
de energía habrá de subir al 20%; y el consumo energético tendrá que reducirse
en un 20%, al final del período 2010-2020. La CE recuerda a este respecto que
sigue vigente la oferta europea de incrementar al 30% la reducción de emisiones "si se dan las condiciones (internacionales) para ello".
- El porcentaje de abandono escolar debería ser inferior al
10% y al menos el 40% de la generación más joven debería tener estudios
superiores completos (31% actualmente).
- La población en riesgo de pobreza deberá descender en 20
millones de personas (actualmente están en esa situación 80 millones de
europeos).
A diferencia de la estrategia anterior, fijada en Lisboa en
el año 2000, estos objetivos generales constituyen "guías" o
referencias, y serán adaptados a cada país de la UE para tomar en consideración
su particular punto de partida.
La UE no debe perseguir, dijo Barroso, cualquier tipo de
crecimiento, sino uno que sea al mismo tiempo "inteligente" (énfasis
en la innovación, la educación y la sociedad digital), "verde" (lucha
contra el cambio climático, energía limpia y eficiente, y competitividad), e
"incluyente" (empleo de calidad y lucha contra la pobreza).
A diferencia también de la Estrategia de Lisboa (2000-2010)
la CE propone que los jefes de estado o gobierno controlen la aplicación de las
reformas desde el principio.
El documento plantea que la UE vigile simultáneamente, para
cada país, dos procesos: el de saneamiento de sus finanzas públicas, regulado
por el Pacto de estabilidad y crecimiento, y su plan nacional de reformas, bajo
la nueva estrategia.
El objetivo es asegurar la coherencia entre ambos, sin
mezclar los diferentes cauces legales.
Por lo que respecta al proceso de reformas, contempla la
posibilidad de que Bruselas lance advertencias contra los incumplidores,
aprovechando los nuevos instrumentos de supervisión que el Tratado de Lisboa
pone en manos de la Comisión.
La CE ha evitado finalmente la polémica cuestión de si la UE
debería instaurar un mecanismo de sanciones o incentivos para asegurar el
cumplimiento de los objetivos por parte de todos los estados miembros.
"No hay base legal para introducir sanciones", ha
dejado claro Durão Barroso.
El presidente del Ejecutivo comunitario ha asegurado que el
éxito de esta estrategia dependerá de la "voluntad política" de los
jefes de Estado o gobierno, aunque ha insistido en que, después de la grave
crisis financiera y económica, existe ahora "mayor conciencia de la
necesidad de un gobierno económico europeo".
"Si no la quieren los estados miembros, no habrá
estrategia económica europea. Bruselas no puede imponerla", ha advertido.