Nacionalistas rusos acallan a los manifestantes
La alianza entre el Kremlin y grupos radicales podría traer complicaciones al gobierno al avivar los conflictos étnicos dentro del país.
- T+
- T-
La revolución en Ucrania en febrero de 2014 ha intensificado la ansiedad del gobierno por los riesgos de un cambio de régimen provocado por movimientos populares que, según el Kremlin, están siendo promovidos por fuerzas externas. Aunque el riesgo de una revolución popular es bajo, las autoridades han respondido apoyando la creación de un nuevo movimiento pro régimen.
El movimiento refleja la mentalidad de estado de sitio de las autoridades, como también un abierto giro anti-occidental y una agenda nacionalista. Aunque el cambio a la derecha está diseñado para consolidar la base política del Kremlin, aumenta el riesgo de un conflicto étnico y fomenta fuerzas nacionalistas que el régimen después podría tener problemas para contener.
El 15 de enero, la policía de Moscú tuvo ayuda adicional para dispersar una manifestación no autorizada en apoyo al activista anti-corrupción y líder de oposición Alexei Navalny. Algunos cientos de nacionalistas se congregaron en la plaza Manezh para contrarrestar la manifestación pro-Navalny.
Esta fue la primera aparición pública del autodenominado movimiento"anti-Maidán", en referencia al nombre de la plaza en Kiev donde se concentraron las manifestaciones en 2013 y 2014. El objetivo declarado de este grupo es proteger a Rusia de tumultos similares a los de Ucrania. Según sectores conservadores rusos, la destitución del presidente ucraniano en febrero de 2014 fue sólo la última de las llamadas "revoluciones de colores" en el ex territorio soviético impulsado por estados de Occidente para lograr un cambio de régimen en Rusia.
Según uno de sus fundadores, su intención es revelar que las manifestaciones, aparentemente patrióticas de la oposición, son obra de traidores, y evitar, a través de la disuasión física, que las protestas tomen un giro violento. Es un movimiento cuyo objetivo es preservar la paz pero por medio de la fuerza.
Sus organizadores son una mezcla de políticos y activistas de derecha. Dmitry Sablin es miembro del Consejo Federal (la cámara alta de la legislatura federal) y primer vicepresidente de la Organización de la Hermandad de Combate. Aleksandr Saldostanov es líder de la banda de motorista Lobos de la Noche que ha sido ocasionalmente respaldada por Vladimir Putin. Otros organizadores son Frants Klintsevich, vicepresidente del partido Rusia Unidad; Nikolai Starikov, líder del partido de ultra derecha Gran Padre Patria; Vyacheslav Shabanov, líder de una asociación de veteranos de la guerra afgana; y Julia Berezikova campeona de artes marciales.
La contrarrevolución
La idea de tener un movimiento pro-gobierno que se puede reunir con un corto aviso para contrarrestar las manifestaciones de la oposición es antigua. A comienzos de las revoluciones rosa (Georgia) y naranja (Ucrania) en 2003 y 2004, el Kremlin estableció dos organizaciones juveniles, Nashi y la Guardia Joven, en parte con el propósito de movilizar mítines pro-gobierno. Paulatinamente, esas organizaciones fueron siendo minadas por escándalos y pérdidas de credibilidad. Cuando las manifestaciones gatilladas por el fraude electoral y la perspectiva de que Putin regresara al Kremlin estallaron en diciembre de 2011, las autoridades eran incapaces de movilizar contraprotestas efectivas. Con el tiempo pudieron recurrir a trabajadores de fuera de Moscú. La mayoría de ellos provenían de Uralvagonzavod, una empresa de ingeniería pesada, que depende en gran medida de los contratos estatales.
El movimiento anti-Maidán es producto de los tiempos. Su establecimiento refleja la ciega mentalidad de las autoridades y sus simpatizantes. Es muestra de un discurso político que busca retratar a sectores de la oposición no sistémica como traidores o herramientas de estados extranjeros. Aunque figuras establecidas más reflexivas, incluyendo el ex primer ministro, Yevgeniy Primakov, piensan que una revolución de colores no es posible en Rusia (una opinión compartida por Navalny), el establecimiento de nuevos movimientos responde y acentúa el sentido de que las potencias extranjeras están buscando subvertir Rusia. Sin embargo, el movimiento tiene otros propósitos también. Puede servir parar impedir que los rusos protesten por los bajos estándares de vida. También va dirigida contra Navalny y sus partidarios.
Zaldostanov se ha referido directamente al desorden que ocurrió en una manifestación pro-Navalny el 30 de diciembre. La policía arresto a cerca de 100 personas. Aunque Putin no tiene un rival serio, Navalny es potencialmente el más peligroso de todos los líderes de la oposición extra-parlamentaria a raíz de su juventud, habilidades con los medios sociales y su enfoque en dos temas que resuenan en la sociedad: anti-corrupción y un nacionalismo suave. En esos temas Navalny se ubica a la derecha de Putin pero cerca de la mayoría de sus compatriotas.
Auge de la derecha
Hoy, los grupos nacionalistas están firmemente del lado de Putin. Las iniciativas presidenciales de promover valores conservadores en Rusia y el extranjero abrieron camino a los nacionalistas conservadores para jugar un papel más prominente en la política. El ascenso del anti-americanismo en la sociedad desde 2012, y particularmente la crisis diplomática con Occidente desde la anexión de Crimea, ha introducido a pensadores nacionalistas dentro de la corriente principal por primera vez desde el colapso de la Unión Soviética. El gobierno financia numerosas organizaciones patrióticas no-gubernamentales. Intelectuales nacionalistas ahora reciben espacio en la televisión estatal.
Aunque las autoridades se han movido a la derecha en años recientes, el auge de los nacionalistas también ha sido ayudado por la reconciliación. El mejor ejemplo es el acercamiento entre Dugin, a quien se le atribuyen tener simpatías con los Nazi, y Kurginyan, quien fue un comunista leal. Los ex comunistas nacionalistas han enterrado el hacha de guerra con los nacionalistas rusos que eran anti-soviéticos. Eurasianistas y chovinistas rusos han hecho igualmente causa común; uno de los lazos principales es el anti-occidentalismo, que comparten con el Partido Comunista.
Para las autoridades, los nacionalistas son ahora aliados útiles. Sin embargo, una relación cercana acarrea riesgos. Durante mucho tiempo, el nacionalismo étnico ruso pudo ser problemático en un país multinacional. El sentimiento anti-inmigrante que algunos políticos de extrema derecha manipulan es opuesto a los proyecto de integración de Putin. Además, muchos miembros de la élite política y sobre todo empresario rusos ven con inquietud la adopción de una agenda anti occidental. Hasta el conflicto de Ucrania, Putin había evitado generalmente referirse al nacionalismo ruso. Al alinearse con esos grupos, no sólo corre el riesgo de provocar conflictos étnicos en Rusia, sino también de ser flanqueado a la derecha por figuras nacionalistas, y deberá tratar de virar una vez más a terreno central.