La carrera por la presidencia del Banco Central Europeo se desordena
La confusión causada por el abandono de la carrera por la presi- dencia del BCE de Axel Weber, presidente del Bundesbank, ha dejado de manifiesto que el proceso será delicado y confuso.
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Por Ralph Atkins
Uno de los grandes temores entre las autoridades del Banco Central Europeo (BCE) era que la carrera para suceder a Jean Claude Trichet terminara en una caótica lucha, una pelea lamentable en la que se considerara más la nacionalidad de los candidatos que sus habilidades económicas y políticas.
El deseo en Frankfurt era simplemente tener al candidato más competente como el próximo presidente del BCE. El riesgo era la pérdida de credibilidad - un recurso vital para los bancos centrales en sus esfuerzos por combatir la inflación.
La confusión causada esta semana por el abandono de la carrera de Axel Weber, presidente del Bundesbank, ha dejado de manifiesto que el proceso será delicado, confuso y dictado por la política nacional. Pero, esto no quiere decir que el resultado final, cualquiera que sea, vaya a ser malo.
Como quedó demostrado esta semana, Weber no tenía una autodisciplina tan fuerte, característica considerada como esencial para un banquero central. Puede actuar impulsivamente y es un mal comunicador: aún no declara formalmente que no postulará para el BCE, o cuánto tiempo se quedará en el Bundesbank, o si podría aceptar un puesto en Deutsche Bank.
El año pasado, el presidente del Bundesbank confió a un periodista que admiraba a Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU., quien “no era un diplomático”. Pero Frankfurt no es Washington. El BCE cuenta con 1.500 empleados de 27 países que hablan 23 idiomas. Funciona a través de acuerdos en su consejo de 23 miembros. Se permite la disidencia interna, pero espera lealtad una vez que se toma una decisión.
Weber socavó claramente este principio el año pasado, cuando criticó públicamente el programa de compra de deuda pública del BCE. Su candidatura alarmó por lo menos a algunos otros miembros del consejo.
Por estas razones, la salida de Weber podría ser visto como muestra de que el proceso de selección, a pesar de sus tropiezos, está funcionando. El peligro en las próximas semanas es que los otros candidatos sean eliminados por razones equivocadas.
El riesgo está en que surja un candidato de compromiso cuyo mayor mérito sea que, simplemente, que no haya ofendido a nadie.
Berlín podría presionar para que sea otro alemán, con el argumento de que Alemania no está suficientemente representada en la parte directiva de las organizaciones económicas internacionales. La candidatura de Klaus Regling, director alemán del Fondo de Estabilidad Financiera de la Unión Europea, podría así ganar impulso.
Pero al menos parte de las objeciones fuera de Alemania a la candidatura de Weber, por ejemplo en París, reflejan la preocupación por la aproximación cautelosa de los alemanes a la banca central, enfocada en la lucha contra la inflación. Pese a su experiencia en Europa, Regling podría ser catalogado de la misma manera. Para ganar la presidencia del BCE, un candidato debe asegurar el voto de 17 países de la eurozona, lo que implica grandes negociaciones.
Sin embargo, en el largo plazo eso podría ser una ventaja para el próximo presidente del BCE. Trichet ha pasado largo tiempo en consensos dentro y fuera del banco para las medidas de emergencia para estabilizar la unión monetaria europea. Un candidato que no tenga respaldo regional puede encontrar la tarea aún más difícil.