Más de 4 mil kilómetros de extensión y más de 20 millones de habitantes, distribuidos en 16 regiones, son cifras que describen el Chile de hoy. Pero hay otras que revelan, con más precisión, lo que sucede con esos ciudadanos y su bienestar.
Una de ellas es la tasa de desocupación, ese porcentaje de personas de 15 años y más que -aunque están disponibles- no tienen un trabajo en una organización pública o privada. Y la preocupación es alta, pues ya acumula cerca de 30 meses sobre 8%, un nivel que el país había tendido a dejar atrás en la prepandemia y que sugiere historias similares de norte a sur.
Un primer punto, tal cual lo constató el análisis realizado por el director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), Juan Bravo, a los datos de los últimos 15 años del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), es que la baja del desempleo vista entre 2010 y 2013 hasta los bordes de 6% dio paso a sostenidos aumentos que se aceleraron con la crisis sanitaria.
“Es esperable que este patrón continúe en el tiempo, no solo por las carencias que existen en el área de salud, sino también debido al envejecimiento de la población”, destacó Juan Bravo sobre el motor que representa el sector salud como fuente laboral.
Este patrón se extendió a casi todas las regiones. Si se toma 2024 como punto de llegada y se compara con la década previa, las alzas más acentuadas se vieron en O’Higgins (3,8 puntos porcentuales, pp.), Atacama (3,3 pp.), Metropolitana (3,1 pp.) y La Araucanía (3 pp.). Las bajas desaparecieron del mapa.
Un segundo hecho es que el deterioro en la oferta de puestos laborales coincidió con una desaceleración del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). El promedio de expansión transitó desde 5,2% en 2011-2013 a solo 2% en la década siguiente.
¿El correlato? El empleo asalariado formal en el sector privado pasó de crecer 5,9% a 1,4% en el mismo período de comparación. Nadie se salvó de esta desaceleración, y fue especialmente notoria en Los Ríos, La Araucanía y Magallanes. Si en estas zonas el alza era sobre 8% en 2011-2013, en la década más reciente bordeó el 1%.

Incluido todo tipo de empleo -público, cuenta propia-, la moderación se atenuó: pasó de 3,1% a 1,4%.
La situación del desempleo pudo ser peor si no se hubiera frenado el avance de la fuerza laboral -desde 2,3% a 1,6% en los períodos analizados- asociado en parte a procesos como el envejecimiento de la población y una mayor prevalencia de jóvenes que estudian.
La excepción en este caso es lo ocurrido en el norte grande, donde el avance de la fuerza laboral se aceleró por la migración de extranjeros, lo que ha traído aparejado un cambio en la creación de empleo.
En Arica y Parinacota destaca un alza del empleo asalariado en el sector público, que pasó de una caída anual promedio de 4,5% en 2011-2013 a una expansión promedio anual de 6,7% en 2014-2024.

En Tarapacá y Antofagasta se extendió el cuenta propia. En la primera el promedio anual de este tipo de trabajo en 2011-2013 descendió 0,4%, mientras que en 2014-2024 creció 4%. En Antofagasta las cifras son de -0,3% y 5,9%, respectivamente. Pero esto no impidió que la tasa de desempleo se elevara entre 2014 y 2024 en estas regiones (ver gráficos).
La situación de Aysén
Si de excepciones se trata, Aysén se hace su espacio en el último decenio. Pero no necesariamente por las mejores razones.
Bravo advirtió que el crecimiento promedio anual de la zona se redujo en la reciente década, lo que a su vez se tradujo en una pérdida de dinamismo en la generación de empleo formal privado, que pasó de subir 3,1% promedio anual en el período 2011-2013 a caer 0,4% promedio anual en el lapso 2014-2024.
Es la única en rojo. Pese a esto, los puestos de trabajo totales crecieron 1,2% promedio anual 2014-2024. ¿Qué compensó? El empleo público subió 3,1% promedio anual, mientras que el trabajo por cuenta propia lo hizo en 1,7% y los empleadores en 4,1% anual.
Hay otras salvedades. Por ejemplo, Magallanes y Tarapacá son las únicas regiones en donde el crecimiento económico de la última década superó a lo verificado en 2011-2013.

Salud versus agricultura
A la hora de profundizar en los sectores económicos, el zoom de Bravo constató que en 13 de las 16 regiones la salud es una de las dos ramas con mayor creación de empleo entre 2014 y 2024.
En ocho, incluidas Antofagasta, Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Biobío, La Araucanía, Los Lagos y Magallanes, es el área más activa.
En cinco fue la segunda más importante: Arica y Parinacota y Aysén, donde primó administración pública; O’Higgins, que secundó al comercio; Maule, donde lideró enseñanza; y Ñuble, cuyo podio encabezó construcción.
“Es esperable que este patrón continúe en el tiempo, no solo por las carencias que existen en el área de salud, sino también debido al envejecimiento de la población”, destaca Bravo.
En el otro extremo, el rubro agropecuario, silvícola y pesca emergió como una actividad que perdió peso como fuente de trabajo en 2014-2024. Llevado a números, en 11 regiones es la primera rama con la disminución de puestos de trabajo más acentuada.
Un nuevo escenario laboral se abre paso, aunque sus alcances siguen siendo inciertos.