Con una inversión por más de US$ 400 millones, el astillero de Asmar en Talcahuano trabaja a toda máquina para concretar la pronta entrega del “Magallanes”, la primera de cuatro naves multipropósito que forma parte de uno de los proyectos más ambiciosos de la Armada en el último tiempo: el Escotillón IV, y potenciar así a la Región del Biobío como un polo de construcción naval para el país.
El desafío se enmarca en la Política Nacional de Construcción Naval, una de medidas estratégicas del Plan de Fortalecimiento Industrial del Biobío que apunta a revitalizar la economía regional, articulando a actores de los sectores público, privado y la academia, que aportando con innovación y tecnología pueden transformar la producción de la flota chilena con buques más eficientes ante las distintas necesidades del territorio.
El director de ASMAR, contralmirante José Miguel Hernández, explica que el proyecto Escotillón IV “sienta las bases para asumir desafíos industriales mayores en el futuro. Habilita una plataforma técnica, logística y humana desde la cual es posible proyectar la construcción de buques más complejos, como unidades de combate o naves de mayor envergadura, hacia la próxima década”.
Dinamismo económico regional
La inversión comprometida para la primera fase del proyecto Escotillón IV, que considera la construcción de las dos primeras unidades, asciende a US$ 409,9 millones; un esfuerzo presupuestario que, además de fortalecer la capacidad marítima del país, responde a impulso concreto para la economía de la Región del Biobío.
“En términos prácticos, la ejecución del proyecto moviliza una amplia red de encadenamientos productivos regionales: proveedores de acero y componentes, empresas de ingeniería y manufactura, servicios logísticos, subcontratistas y trabajadores especializados. Esta activación industrial genera empleo directo prolongado en el tiempo y promueve empleo indirecto en sectores”, plantea el director del astillero.
En esa misma línea, el contralmirante Hernández comenta que “un ciclo continuo de construcción naval desde Talcahuano generaría beneficios sostenidos para la Región del Biobío", pues las generación de empleos técnicos especializados, sumado a una red regional establecida de proveedores y a la pertinencia estratégica de las competencias académicas de los futuros profesionales “convertirían a la construcción naval en un motor de desarrollo regional con proyección nacional”.
Renovación de la flota
La "botadura" al agua del Magallanes está proyectada para el primer semestre de 2026, junto con él, Asmar trabaja en la construcción de una segunda nave que remplazaría al “Sargento Aldea”, que presta apoyo logístico, y al “Aquiles”, utilizado para el transporte naval, principalmente, en territorio antártico.
Y pese a que el proyecto Escotillón IV es una realidad, el director de Asmar plantea como ejes estratégicos que “para avanzar hacia la construcción de futuras unidades, resulta esencial asegurar continuidad en la planificación técnica, mantener un entorno industrial competitivo y contar con una red de proveedores y servicios locales preparados para sostener procesos de producción de alta complejidad. Esto permite dar proyección al trabajo realizado y ampliar su impacto sobre el desarrollo productivo regional”.