El ecosistema financiero en regiones agrícolas y ganaderas atraviesa un reordenamiento, ante una menor actividad bancaria y la necesidad de estructuras especializadas para las distintas industrias.
32% han caído los créditos bancarios a productores de frutas en los últimos cinco años.
“En regiones operan bancos multisectoriales con redes de sucursales y equipos de asistencia desde Santiago, mientras que el sistema no bancario aporta velocidad y flexibilidad en las estructuras”, señaló el socio y VP de Agronegocios de Agrocapital, Benjamín Barros.
Uno de los segmentos más afectados por la menor actividad de la banca tradicional es la fruticultura. Según un estudio de Agrocapital, elaborado con datos de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), los créditos bancarios a productores de frutas cayeron 32% en cinco años.
En este escenario, los clientes en regiones -desde pequeñas a grandes empresas- están optando por tipos de financiamientos menos tradicionales.
“En el ciclo actual, la menor oferta bancaria hacia el sector silvoagropecuario abre oportunidades para que actores no bancarios capturen demanda con estructuras más flexibles y tiempos de respuesta más rápidos”, afirmó Barros.
De esta manera, se observa una mayor disponibilidad de instrumentos alternativos -deuda especializada, leasing, estructuras basadas en flujos- “a medida que avanza la formalización de información productiva y la bancarización sectorial en regiones”, detalló.
Facturas y retrocompra
Dentro de los actores no bancarios que están tomando esta oportunidad asoman fondos de deuda y private equity, factoring, leasing y cooperativas, entre otras.
El factoring es uno de los financiamientos alternativos más importantes. En cifras, la industria de facturas estimó un flujo anual equivalente al 15,1% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2024, con un financiamiento total por US$ 38.498 millones.
En la Bolsa de Productos de Chile (BPC), principal plaza para transar estos instrumentos de manera pública, los pagadores agroindustriales lideran en las regiones de Los Lagos (45,42%) y Valparaíso (24,37%), con presencia relevante en Maule (23,08%) y Ñuble (17,32%).
Para el gerente general de la BPC, Christopher Bosler, aún existen desafios en este negocio, como por ejemplo, “una mayor estandarización de los procesos de aprobación de facturas y flexibilidad regulatoria” para aumentar los volúmenes transados en rueda.
En el sector agrario, se presentan limitaciones relevantes. “En la industria frutícola -que exporta del orden de US$ 8.500 millones anuales- el productor entrega la fruta en consignación a la exportadora, por lo que no genera cuentas por cobrar elegibles para este tipo de financiamiento”, alertó Barros.
Otra alternativa son los Pactos de Retrocompra (Repos) en la BPC, financiamientos de corto plazo donde el productor vende su producto y se compromete a recomprarlo a precio acordado.
La plaza opera con arroz, ganado bovino, maíz, trigo harinero y vino. Sin embargo, actualmente su uso es acotado: a la fecha, solo existen 66 operaciones repo de “Cerdo Gordo” en custodia de la BPC, por $ 509 millones.
De acuerdo con Bosler, para impulsar el mecanismo se requiere “simplificar el proceso de transacción y mejorar la Ley de Warrants”, además de sumar brokers con especialización sectorial.
Macrozonas e industrias
La oferta de financiamiento varía según matriz productiva. “En zonas de mayor peso silvoagropecuario predomina el capital de trabajo estacional, los créditos de inversión (sistemas de riego, infraestructura y plantaciones), el leasing de maquinaria y el comercio exterior”, señaló Barros.
En tanto, en áreas frutícolas y forestales, se observan estructuras en base a flujos y garantías reales.
“En segmentos ganaderos están disponibles créditos con garantía prendaria sobre ganado”, ejemplificó el socio de Agrocapital.
El perfil de los financistas también muta de región en región. Por ejemplo, en Los Lagos se aprecia mayor especialización en salmonicultura, lácteos y ganadería, destacó Barros.